Redacción El País
“Después de estar allá arriba y ver el milagro de la vida... que tenías que honrar la vida, merecerla, se te había dado, apreciás la vida de otra forma. Ya no como un derecho sino como algo que tenés que merecer. Y para merecerla tenés que hacer”, dijo José Luis Inciarte, en 2022 a El País, con motivo del especial multimedia sobre los 50 años del accidente del avión uruguayo en los Andes.
Inciarte falleció hoy, jueves 27 de julio, a los 75 años de edad y fue uno de los 16 uruguayos sobrevivientes de aquella odisea. Había sido parte del grupo de jóvenes uruguayos que se dirigían a Santiago en octubre de 1972 y logró sobrevivir los 72 días en la montaña.
“Mi rol fue contener y apreciar lo que estaba sucediendo. Yo había aprendido a contener ya ayudar a mi familia, a mi madre y a mis hermanos porque mi padre se había muerto cuando yo tenía 18 años. Entonces había aprendido a contener y a ayudar. Y eso fue lo que me dediqué a hacer, sobre todo con los más jóvenes. Porque allá era un problema permanente en cuerpo, alma y mente y sin ningún segundo de paz. La angustia que nos daba la incertidumbre era mucha: ¿Qué nos va a pasar, hasta cuándo vas a estar acá? Eso me tenía loco”, contó en esa oportunidad.
Uno de los momentos más dramáticos de aquellos días fue el alud que mató a otros 8 amigos. “Y es desesperante, me voy a morir de vuelta en 16 días, con los mismos 24 años, pero esta vuelta, asfixiado. Y no. Cuando me estaba muriendo, que encontré la mayor paz que en mi vida sentí hasta ese momento. Me encontré con mi padre que había muerto hacía 6 años y era el ser que más extrañaba de los que no tenía, y cuando iba a pasar con mi viejo, que me di cuenta que estaba en un paraíso de paz y felicidad, donde iban los muertos, en ese momento el pie de Fito, que lo había sacado de mi axila y que me lo había puesto en la cara para presionar y sacar, pudo sacar una mano para afuera y Roy Harley, que no había quedado sepultado, vio la mano, fue y lo sacó a él y entonces sacó el pie de mi cara y dejó un túnel y entró aire de vuelta y como un bebé recién nacido con un grito volví a respirar y le dije a mi viejo: 'Viejo, nos vemos más tarde.", dijo en aquella entrevista.
Según su propio relato, él mismo había decidido dejarse morir después de Navidad. Sin embargo, el 22 de diciembre, 10 días después que Roberto Canessa y Fernando Parrado salieran caminando a pedir ayuda, fueron rescatados.
“Cuando le ponés fecha de caducidad, decís hasta el 24 de diciembre, y ahí me muero, voy al paraíso, a donde van los muertos, según mi padre y Numa (Turcatti). Ahí tenés una fecha donde el sufrimiento se termina. Hay que ponerle una fecha, y yo me puse el 24 de diciembre. Y me dio una gran tranquilidad. Ya no tenía hambre, ya ni comía, no tenía fuerza para nada. (...) El amor todo lo puede, mueve montañas.(...) De repente, la mañana del 22 escuchamos que habían aparecido dos uruguayos y después dijeron Parrado y Canessa. Y entre medio ponían el avemaría, la música. Y escuchamos que nos venían a buscar. A las 7 estábamos preparados esperándolos y llegaron a la una menos cuarto”, recordó en ese entonces.