La búsqueda de Mariana Rivero (24 años), que estuvo ausente de su domicilio durante 15 días, mantenía expectante a todos: la Policía, la prensa y -sobre todo- a su familia y amigos que no dejaron de divulgar su caso esperando hallarla con vida. En ese momento, contaban que Mariana no tenía problemas con nadie. Había sido estudiante y colaboraba con Teletón, donde a ella también la habían ayudado por su discapacidad en el habla, una pierna y un brazo. Uno de los que se había ofrecido a ayudar en la intensa búsqueda fue su exnovio, de quien se había separado días antes. Llegó a pedirle al padre de Mariana que le diera una prenda de ella para “no sentirse mal”. Para la Fiscalía de Violencia Doméstica, esa fue una ficción que montó para el afuera.
A dos años del crimen, la Fiscalía lleva a juicio a este hombre -que en ese momento tenía 23 años- y pide que sea condenado a la máxima pena posible en Uruguay: 30 años de prisión y 15 años más de medidas de seguridad eliminativas, según surge de la demanda acusatoria a la que accedió El País. De acuerdo a la teoría del caso de la Fiscalía, él la mató a cuchillazos porque ella hizo un comentario que no le gustó.
Mariana Rivero y el acusado habían estado de novios casi tres años, aunque con algunas idas y vueltas producto de la violencia psicológica que él ejercía sobre ella, de acuerdo con el relato fiscal. Él contó en una de sus declaraciones que se habían conocido a través de una red social y comenzaron un vínculo que, inicialmente, era de amistad.
Al principio, todo iba bien. Después “desafiné, le entré al teléfono de ella, me entró lo que nunca me ha entrado, ser tóxico y la empecé a vigilar”, dijo él en el marco del mismo testimonio, que está recogido en la acusación fiscal. En esa oportunidad, reconoció haberla “extorsionado” con detalles íntimos de la pareja, aunque afirmó que luego se arrepintió.
El abogado de la familia Rivero al momento de los hechos, Ignacio Duran, dijo que la relación entre ambos era “muy tóxica” y que varias veces sus allegados “le dijeron que cortara el vínculo”. Incluso, le habían pedido que lo denunciara porque este “se había creado perfiles falsos en las redes sociales para seguirla”. La relación era de “acoso constante y persecución”, aseguró.
A mediados de 2023, decidieron separarse. A los pocos días, Rivero le mandó un mensaje pidiéndole ir a buscar ropa que había dejado en su casa y coordinaron para que fuera a retirarla el viernes 20 de octubre por la mañana.
Ese día, ella salió de su casa y se tomó dos ómnibus. Se bajó en el barrio Tres Ombúes, a pocas cuadras de la casa de él, pasadas las 12 del mediodía. Se dirigió hacia allí y, en algún momento, la pareja comenzó a discutir.
La demanda acusatoria asevera que Rivero insultó a su exnovio y se refirió a su abuela. Allí, aseguran, fue que él comenzó a agredirla con un serrucho hasta matarla.
A las 18 horas, el padre de la víctima recibió un mensaje del celular de su hija en el que decía que iba a ir a Tres Cruces a comer con una amiga. Fue la última vez que supo algo de ella.
El juicio contra el acusado
La fiscal Alicia Abreu pidió que el acusado, tras el juicio, sea condenado por el delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio y vilipendio de cadáver. Al exnovio de Rivero lo representa la Defensoría Pública. Aunque él reconoció el crimen frente a la Policía, puede dar (si así quisiera) una versión diferente en el juicio. Desde afirmar que es inocente o dar otra teoría del caso que aliviane su responsabilidad.
Al otro día, sábado 21 de octubre, el acusado fue a visitar a su madre temprano por la mañana y volvió a su domicilio. Luego, volvió a salir, pero esta vez llevaba una mochila rosada, un bolso y una valija. Allí llevaba los restos de Mariana Rivero, los que había seccionado para poder transportarlos.
Primero tomó el ómnibus L38 y después el 124. Cuando se bajó, tomó un taxi y le pidió al conductor que lo dejara en la entrada del Parque Punta Yeguas. Desde ahí, caminó hasta la intersección de las calles Burdeos y Antártida Uruguaya, ingresó al monte y cavó dos pozos debajo de un árbol. En uno de ellos enterró la valija y en el otro las bolsas y otros objetos.
Tras 15 días de investigación, hallaron los restos
El lunes 23 de octubre la familia de Rivero denunció su desaparición. Al comenzar la investigación, la Policía contactó al acusado por haber sido su pareja más reciente. Él “en todo momento presentó actitud colaborativa, brindando la información que se le requería”, afirma la demanda acusatoria. Incluso, al ser consultado, explicó el lugar exacto en Punta Yeguas en el que había dejado “kilos de escombros” que le habían quedado, supuestamente, después de reparar su vivienda.
No fue hasta el 8 de noviembre que el acusado fue citado nuevamente en la oficina de Registro y Búsqueda de Personas Ausentes. Allí -asegura la Fiscalía- él contó qué había pasado con Rivero y señaló el lugar donde había ocultado su cuerpo.
En los pozos se encontraron los restos, pero también un cuchillo, la cédula de identidad y credencial cívica de la víctima, su carné de salud de Sanidad Policial, su tarjeta STM, la funda protectora del celular y un monedero.