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Apuestan a un Banco Laboral para ex reclusos

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César Ocampo (51) trabaja en el restaurante La Corte. Foto: F. Flores

BUSCAN ATRAER A MÁS EMPRESAS

César Ocampo estuvo 23 años en prisión; hace dos meses gracias al programa, trabaja en un restorán.

César Ocampo tiene 51 años y casi la mitad de su vida la pasó tras las rejas. Empezó a los 18 años con un hurto a un depósito de la Intendencia de Montevideo que lo llevó a estar 45 días en prisión.

Dice que en ese entonces "su cabeza se fue a otro lado": influido por el entorno del barrio y por lo que veía en los medios, quería delinquir para ser famoso y salir en la tele.

Esa primera vez, cuando salió en libertad, estuvo cinco años trabajando hasta que volvió a caer. Allí comenzó una seguidilla de rapiñas a comercios que, entre las entradas y las salidas, lo llevaron a estar 23 años en distintas cárceles: Comcar, Penal de Libertad, La Tablada y Punta de Rieles, donde estuvo los últimos dos años.

Hoy, ya en libertad, no entiende qué fue lo que le pasó y dice sentirse arrepentido de todo lo que hizo. Está convencido de que no quiere volver a esa vida, de que no va a retroceder y que los cambios son posibles, si se brindan las herramientas tanto dentro como fuera de las cárceles.

Antes de ser liberado comenzó a asistir al programa Yoga y Valores en las Cárceles, creado por Pamela Martínez. En la actualidad es el primer ex recluso que integra el Banco Laboral — una iniciativa de Martínez— que busca crear convenios con empresas para que ex privados de libertad puedan trabajar.

Ocampo, desde hace dos meses y medio, es un empleado más del Restaurante La Corte, de Tomás Bartesaghi. Allí trabaja como "bachero": se encarga de lavar vasos y platos. También, dependiendo del día, prepara las milanesas, las tortillas o distintos tipos de puré.

"Estoy feliz y sorprendido, porque a mi edad y con mis antecedentes es muy difícil conseguir un trabajo. Acá me recibieron muy bien. Tengo más satisfacciones ahora que antes", dijo Ocampo a El País.

Los comienzos.

Hace poco más de cinco años, Pamela Martínez decidió dejar su trabajo como gerente de un hotel ecológico en Playa del Carmen, México, y regresar a su país pa-ra dedicarse completamente a su pasión que era la terapia y el yoga, y a la vez que ayudar a las personas privadas de libertad. Primero creó el programa de Yoga y Valores en las Cárceles, donde además de esa disciplina, se promueve un intercambio y charlas entre los reclusos y los voluntarios sobre temas como la violencia o la autoestima.

Hace dos años, se le ocurrió ir más allá y comenzó a planear un banco laboral para que una vez que los privados de libertad cumplían su condena y salían de la cárcel, tuvieran un lugar donde trabajar.

"La idea surgió de ver cómo alumnos del programa, cuando recuperaban su libertad, quedaban en una situación de desamparo absoluta. Veíamos cómo todo trabajo que se había hecho con ellos se iba por un agujero", explicó. Al principio comenzó a hacer un seguimiento: se encontraba con ellos para saber cómo estaban y les entregaba alimentos o ropa en caso de que lo necesitaran. Luego empezó a ayudarlos a hacer un currículum y a presentarse ante las empresas. "En ese transitar me fue surgiendo la idea de que no podía ser tan difícil conseguir un trabajo para ellos. Y así comencé a gestar el proyecto del banco laboral".

Se lo presentó al Ministerio del Interior y al Instituto Nacional de Rehabilitación, pero no recibió apoyo. Tampoco, en un principio, del grupo de voluntarios que trabajaba con ella en Yoga y Valores. "Les parecía una locura. Con toda la inseguridad que hay, me preguntaban quién iba a querer contratar a un ex recluso si ni siquiera había una exoneración tributaria o un beneficio para la empresa", explicó. "Pero si esas personas realmente pudieran reinsertarse en la sociedad, ¿cuánta inseguridad y cuánto dolor nos ahorraríamos?", se pregunta Martínez.

Peregrinaje.

A pesar de no contar con apoyo decidió intentarlo por su lado. Fue haciendo listas de 10 empresas pero cuando se reunían con los gerentes o directores siempre surgía la pregunta de por qué delito estaban en la cárcel —algo que Martínez no solía compartir porque en algunos casos ni siquiera ella quería saber—; y luego, si había algún beneficio para la empresa.

"Cuando les decía que no, descartaban participar", contó.

Luego de casi 20 visitas a distintas compañías, una aceptó.

Antonio Sánchez, consejero económico de la Cámara Española de Comercio en Uruguay —que congrega a más de 200 empresas españolas en el país— fue quien primero le dio su apoyo y el marco institucional que necesitaba. Y luego llegó la primera empresa, que fue el restorán La Corte, con una oferta de trabajo.

En la actualidad, entre los que están próximos a salir y los liberados, hay unos 20 que son posibles candidatos a integrar el Banco Laboral. "No todos los alumnos que están en el programa Yoga y Valores participan del banco: solamente aquellos que nosotros evaluamos que están transitando un cambio", dice Martínez. Una vez que son contratados se les hace un seguimiento; primero semanal, luego cada quince días y por último, una vez al mes.

Martínez dice que hay 10 empresas con las cuales está manteniendo entrevistas y, aunque falta la firma, "siete están convencidas de participar".

Entre ellas hay gimnasios, imprentas y casas de limpieza.

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