El papa Juan Pablo II presidió esta noche en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual, en la que dijo que si Cristo hubiera quedado prisionero del sepulcro la humanidad habría perdido su sentido de ser.
"Oh sublime misterio de esta Noche Santa en la que revivimos el extraordinario acontecimiento de la Resurrección. Si Cristo hubiera quedado prisionero del sepulcro, la humanidad y toda la creación habrían perdido su sentido. Pero Tú, Cristo, has resucitado de verdad", afirmó el Pontífice, que tenía la voz fuerte y clara.
En esta noche sagrada, Papa Wojtyla no ahorró esfuerzos e incluso cantó en numerosos momentos.
El Pontífice presidió la ceremonia sentado en la silla de ruedas que gracias a un mecanismo especial sube y baja según las necesidades del momento, facilitándole oficiar las misas permaneciendo casi sentado.
La Vigilia Pascual o "Lucernario" es uno de los ritos más antiguos de la liturgia y se celebra en esta noche que San Agustín llamó "madre de todas las vigilias", en alusión a la espera de la Resurrección del Hijo de Dios.
Comenzó en el atrio de la basílica, en medio del más hondo de los silencios, con la bendición del fuego nuevo y el encendido del cirio pascual, símbolo de Cristo, "Luz del Mundo".
Juan Pablo II realizó con un punzón una incisión sobre el cirio pascual, grabando una cruz y la cifra del año 2003, mientras pronunciaba en latín: "Christus heri et hodie, Principium et Finis, Alpha et Omega, ipsius sunt tempora et saecula. Ipsi gloria et imperium per universa aeternitatis saecula (Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A El pertenece el tiempo y los siglos, a El la gloria y el poder por los siglos de los siglos)".
Después comenzó la procesión hacia el altar mayor, en medio de una total oscuridad en el templo, iluminado poco a poco con las velas de las miles de personas que lo abarrotaban, que fueron encendidas una a una con la llama procedente del Cirio Pascual.
Juan Pablo II hizo el recorrido sentado en la silla con ruedas colocada sobre una peana móvil empujada por personal vaticano.
Una vez llegado al altar se encendieron todas las luces, que dejaron al descubierto las maravillas que encierra la basílica, y comenzó el canto del Exultet, o pregón pascual, un recorrido sintético de la historia de la salvación.
Siguiendo una tradición de la Iglesia primitiva, en la que los catecúmenos (adultos que aspiran al bautismo) eran bautizados en la noche de la Vigilia Pascual, el Obispo de Roma, revestido con ornamentos blancos, bautizó a siete catecúmenos, tres hombres y cuatro mujeres.
Los nuevos cristianos proceden de Estados Unidos, Italia, Burundi, Burkina Faso, Nigeria, Túnez y Japón.
En la homilía, Juan Pablo II dijo también que con la Resurrección la creación recupera su auténtico significado en el plan de la salvación. Es -aseguró- como un nuevo comienzo de la historia y del cosmos.
Dirigiéndose a los nuevos cristianos, el Papa les dijo que sean siempre fieles a Cristo y que proclamen el Evangelio con valentía.
Como es tradición, durante la ceremonia todos los presentes renovaron las promesas hechas en el bautismo y volvieron a renunciar a Satanás y a todas sus obras. El Papa subrayó que ahora era un compromiso "más fuerte".
Las lecturas y salmos de la ceremonia fueron hechos en cinco idiomas: español, latín, francés, alemán e inglés.
Juan Pablo II oficiará mañana en la plaza de San Pedro la misa solemne del Domingo de Resurrección y después leerá el esperado Mensaje Pascual e impartirá la bendición Urbi et Orbi en más de medio centenar de idiomas.
Un total de 80 televisiones de 53 países transmitirán la ceremonia. La plaza vaticana ya ha sido adornada con miles de tulipanes, violetas, lirios y otras bellas flores procedentes de Holanda.
El mensaje Pascual pondrá fin a los ritos de la Semana Santa. De momento se desconoce si Juan Pablo II se tomará varios días de descanso en la residencia papal de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma.
El domingo 27 proclamará nuevos beatos en el Vaticano y la semana siguiente viajará a España. EFE