Redacción El País
El gobierno promulgó y por tanto ya tiene plena vigencia la ley que prohíbe los fuegos artificiales con un estruendo superior a los 110 decibeles, límite que pasará a 105 en dos años. De todas formas, según Elizabeth González, especialista en contaminación sonora, los niveles de ruido que siguen estando autorizados son "extremadamente altísimos".
"Lo que hace que se puedan utilizar es que el tiempo de exposición es bajo", explicó la catedrática grado 5 del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República.
Para poner en contexto, dijo que "el límite laboral" establecido es de 80 decibeles, lo que quiere decir que una persona en su trabajo no debería estar expuesto a un nivel de ruido superior a ese nivel por más de ocho horas. Teniendo en cuenta que seguirán estando permitidos los fuegos de artificio de hasta 110 decibeles, explicó lo siguiente: "Cada vez que subes tres decibeles, es el doble de energía; 83 es el doble de 80, 86 es cuatro veces más que 80".
"La energía acústica es la energía que transporta las ondas sonoras, o sea, la intensidad con que te llega al oído y que te puede llegar a producir un efecto en función de cuánto dure", dijo y luego reiteró: "100 es un valor altísimo. En 101 decibeles estás en 128 veces más de energía que lo que tenías a 80 para una misma duración".
Otro ejemplo podría ser el de un mapeo realizado en la avenida 18 de Julio: "En los lugares más comprometidos andabas a gatas arañando los 80 decibeles". Esto, por supuesto, salvo que ocurrieran frenadas bruscas, bocinazos o ruidos de caños de escape, que se sitúan "por encima de los 100 decibeles".
Sin embargo, la relación entre el volumen de un sonido y el tiempo de exposición a él es lo que hace que la pirotecnia utilizada en Navidad y Año Nuevo, generalmente, no provoque problemas de salud. "Arranca unos minutos antes de las 00:00 y dura a lo sumo hasta las 00:10 o 00:15".
De todos modos, aseguró que las molestias que producen estos ruidos se llevan al extremo en "grupos hipersensibles" como el de las personas con trastornos del espectro autista, niños pequeños y adultos mayores, que "van disminuyendo la audición de los sonidos agudos" pero "escuchan fundamentalmente los graves".
"Además los cuetes no le piden permiso a nadie, lo vas a escuchar en un CTI, adentro de una sala de operaciones o en cualquier parte", apuntó.
También "para los perros es sumamente dañino" el estruendo de la pirotecnia porque "les da dolor de oídos por cómo funciona su sistema auditivo".