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Niños son el 18% de los nuevos contagios de COVID-19

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Coronavirus. Foto: Leonardo Mainé
Laboratorio instalado a bordo del barco Francisco para analizar los hisopados para analisis de Covid19, amarrado en el Puerto de Montevideo, nota por controles a pasajeros de Buquebuis que viajan entre Buenas Aires y Montevideo por la pandemia de coronavirus Sars Cov 2, ND 20200709, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

SÍNTOMAS SON MUY LEVES

Casi la quinta parte (18%) de los nuevos infectados con el SARS-CoV-2 en Uruguay son menores de 15 años. Así lo indican las cifras oficiales del Ministerio de Salud Pública a las que accedió El País.

La epidemia del COVID-19 está en (leve) expansión en Uruguay. El famoso R -el número de reproducción que indica cuántos contagios genera cada nuevo infectado- está por encima de uno desde que comenzó setiembre. Los datos preliminares muestran que el virus está colonizando, sobre todo, a los no vacunados. Y eso incluye a algunos niños.

Casi la quinta parte (18%) los nuevos infectados con el SARS-CoV-2 en Uruguay son menores de 15 años. Así lo indican las cifran oficiales del Ministerio de Salud Pública(MSP) a las que accedió El País. Pero a diferencia de los adultos, en especial de aquellos que no están inmunizados, los niños parecen atravesar la infección sin síntomas o de manera leve. Incluso ahora con la circulación de la variante Delta.

La pediatra Alicia Fernández, coordinadora del Área Programática de la Niñez del MSP, señaló que al 7 de setiembre había diagnosticados 56.579 menores de 15 años que alguna vez padecieron la infección en Uruguay. De ellos, 467 estuvieron internados, pero solo 70 fueron ingresados a cuidados intermedios e intensivos. Es decir: las internaciones en CTI o cuidados moderados de niños fueron 32 veces inferiores que las de la población en general.

Uruguay detectaba hace justo un año y medio sus primeros infectados con el nuevo coronavirus. Durante las primeras semanas de la pandemia, parte de la comunidad científica sostenía que los niños eran “posiblemente” vectores de contagio, como ocurre con la gripe.

Los niños “son tan susceptibles de contagiarse como los adultos”, decía en el comienzo de la pandemia Justin Lessler, epidemiólogo de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. Un año y medio después, en base a sus investigaciones, el científico explica a El País: “La evidencia que ha llegado desde entonces sugiere que los niños menores de 10 años son probablemente la mitad de susceptibles que los adultos, aunque sigue habiendo mucha incertidumbre, particularmente dadas las nuevas variantes”.

La variante Delta, predominante en el mundo, ya circula en Uruguay. “Hay algunos indicios preliminares de que esta variante afecta a los niños un poco más que las cepas anteriores. Por ejemplo, la proporción de hospitalizaciones de menores de 18 años ha aumentado en Estados Unidos durante la actual ola impulsada por Delta”, dice Lessler.

En esa misma línea, Gregorio Iraola, responsable del Laboratorio de Genómica Microbiana del Instituto Pasteur de Montevideo, explicó que en Uruguay “aún hay un porcentaje de personas que no están vacunadas... entre estos están los niños (la habilitación de la vacunación es a partir de los 12 años). Lo que se ve en otros países cuando Delta empezó a circular a nivel comunitario y de forma descontrolada es que han aumentado mucho los casos graves y las hospitalizaciones en población no vacunada y, entre ella, los niños”.

Esa es una de las razones por las cuales Chile habilitó la vacunación a partir de los seis años. “El control de la pandemia requiere que no queden grupos de personas susceptibles que permitan la diseminación y mutación de este virus”, reza un informe que elaboró a mediados de julio el consejo asesor sobre el COVID-19 en el Ministerio de Salud chileno. En ese mismo documento se recomendó “una estrategia pinza”: eso significa avanzar en el refuerzo de dosis en los adultos mayores al tiempo que se empiezan a vacunar a los niños (en orden decreciente de edad). La vacunación sería con Coronavac (del laboratorio chino Sinovac) porque un estudio “demuestra que esta vacuna es inmunogénica y segura en este grupo de edad”.

El estudio al que refieren los chilenos, sin embargo, está en fase II (todavía no se conoce su efectividad). En ese sentido, la pediatra uruguaya Fernández aseguró: “En el momento en que se demuestre que hay vacunas no solos efectivas, sino seguras, estará el análisis sobre la mesa de la Comisión Nacional de Vacunas y la Comisión ad hoc (...) Hay varias vacunas en ensayos en fase II y algunas en fase III en niños en diferentes países”.

Personas con tapabocas caminando por una calle de Santiago, en Chile. Foto: EFE
Personas con tapabocas caminando por una calle de Santiago, en Chile. Foto: EFE

Mientras los niños no estén habilitados para vacunarse, “la forma en que se los protege es rodeándolos de personas vacunadas”, dijo a la CNN Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno de Estados Unidos. Fauci ya había sugerido la necesidad de “en algún momento” pensar la vacunación en menores de 12 años, dado el porcentaje de adultos que no quisieron vacunarse.

Más allá de esta razón epidemiológica, podría caber un motivo clínico: el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico asociado a COVID (MIS- C por la sigla en inglés), el que fue definido por las autoridades estadounidenses en mayo del año pasado. “Es una respuesta inmune o defensiva exagerada que ocurre luego de dos a tres semanas de la infección independientemente de la severidad de la enfermedad. No lo hace quien quiere sino quien puede, al igual que con otras enfermedades se cree que hay cierta susceptibilidad genética en quienes lo padecen”, explicó Fernández. “La preocupación por este síndrome sigue justificando que menores en contacto con personas enfermas, sean hisopados para saber si padecen o no la enfermedad. Muchos padres se niegan a realizar la PCR a sus hijos cuando ellos están enfermos y los suponen enfermos, lo que no siempre sucede”.

Cierran colegio por brote: 26 positivos

El colegio Life School estará cerrado hasta después de las vacaciones de primavera. Las clases, por el momento, solo se dictan online. El motivo es que al menos 26 niños (25 en edad escolar y uno en nivel inicial) dieron positivo al test del COVID-19. Más allá de la magnitud del brote, las autoridades sanitarias estudian el hilo epidemiológico, pues una de las hipótesis (no confirmada aún) es que el inicio habría sido por un docente que no estaba vacunado. De ser así, sería muy similar al “brote escolar mejor analizado de la pandemia”, el cual ocurrió en Estados Unidos: una maestra no vacunada concurrió a clases pensando que sus síntomas eran por una alergia. A veces se quitaba la mascarilla para leer en voz alta. Los niños no estaban vacunados. Doce escolares dieron positivo, seis de ellos con síntomas.

Dos preguntas a Alicia Fernández
Pediatra y coordinadora del Área Programática de la Niñez del MSP
Alicia Fernández. Foto: El País

¿Asistió a pacientes con el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico asociado al COVID-19?

Sí porque ingresan a cuidados intensivos, son cuadros potencialmente graves, pero tienen buena respuesta al tratamiento y hasta el momento no ha habido fallecimientos por esta entidad. En Uruguay hubo tres menores de 15 años fallecidos con COVID-19, pero ninguno a causa de este síndrome asociado. Se puede ver entre los cero y 19 años, la mayoría de los pacientes presentan fiebre, erupción cutánea, inflamación de boca, manos y pies, enrojecimiento de las conjuntivas sin secreciones, labios rojos y agrietados, dolor abdominal agudo, vómitos y diarrea. En la evolución aparecen signos de miocarditis, inestabilidad hemodinámica, baja la presión arterial, shock y diferentes signos de inflamación sistémica.

¿Cuál es la principal consecuencia o impacto que deja la pandemia en curso a los niños y adolescentes?

Hay lamentablemente muchas consecuencias de la pandemia, hablar de una sola sería minimizar el impacto que ha dejado. Tal vez podría resumirse así, sin que ello signifique minimizar ninguna de las consecuencias: ha habido impactos en la salud mental, la violencia, intentos de autoeliminación y suicidios. La pérdida de hábitos saludables, sobre todo, en referencia a alimentación, actividad física y uso de pantallas, con aumento de sobrepeso u obesidad. Hubo una disminución de las tasas de vacunación con el riesgo que implica el surgimiento de enfermedades inmunoprevenibles que ya amenazaban la región. Tenemos que dar gracias porque Uruguay no fue a la cuarentena obligatoria, de haberlo hecho todo esto de lo que estamos hablando hubiese tenido un impacto mayor.

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