Una mujer denunció que un médico le tocó la vagina en una consulta por un problema digestivo. El médico declaró que fue un "error", la paciente insistió que no fue así, y el Tribunal de Ética Médica del Colegio Médico del Uruguay resolvió imponerle al denunciado una "advertencia", la sanción más leve entre las previstas, tras determinar que no hubo elementos que prueben que el tacto fue "de manera intencional y deliberada".
El 28 de setiembre pasado, la mujer acudió a su mutualista en Montevideo tras constatar que en los últimos tres días había muestras de sangre en su materia fecal. Según narró, el médico le hizo unas preguntas, le tomó la presión, el pulso, y después le pidió permiso para realizarle tacto rectal, previo a un fecatest, "anunciándole que utilizaría el flash de su celular como linterna", se señala en el fallo del Colegio Médico, con fecha del 28 de junio.
"Lo que ocurrió es que el tacto lo hizo en la vagina, me doy cuenta y me pide disculpas, enseguida hace el rectal. Yo me sentí muy mal porque de espalda no vi que hizo con el celular, y si lo usó como linterna no podía equivocarse, son dos órganos diferentes", indicó la denunciante, consigna el mismo tribunal médico.
Ese mismo día escribió un correo electrónico a su mutualista informando lo sucedido, y una semana después empezó a recibir varias llamadas de números desconocidos, que resultaron ser del médico en cuestión, lo que para la mujer significó que tenía “otra intencionalidad”.
"La primera atiendo, y él se identifica y me pregunta si había coordinado el estudio. Seguido el acto yo corto la llamada sin decir una palabra. Enseguida él llama de nuevo pero no contesto. Horas más tarde me llama desde otro número, yo tampoco atiendo y él me deja un correo de voz preguntándome cómo me sentía, y de nuevo, si había coordinado el estudio", añadió la mujer.
"Ni que estuviera en cuidados paliativos te llaman tanto y te dejan correo de voz. Claramente tenía otras intenciones", agregó la denunciante, quien remarcó que el estudio se lo había realizado, los resultados estaban disponibles en el sistema informático de la mutualista y que tenía agendada una consulta para tres semanas después, que tras los hechos, la canceló.
"Lo que me sucedió no le tiene que ocurrir ni a mí ni nadie. Considero que las acciones del doctor deben ser sancionadas", remarcó la mujer, que graficó en su relato la visible incomodidad con lo acontecido. Su caso lo tomó en noviembre pasado el tribunal médico, que un mes después le tomó declaraciones al médico.
El denunciado contó que pidió permiso para hacer el tacto para ver si seguía su problema digestivo, y también autorización para usar la linterna de su celular porque el consultorio es "oscuro". Hizo un relato pormenorizado del estudio, marcando que tapó con una mano la zona, y que el tacto fue "involuntario". "Al advertir" que se había equivocado, realizó la prueba que había anunciado antes, acotó.
También puntualizó que le pidió “disculpas” a la mujer en el momento, “que fueron aceptadas”, según dijo, así como también antes de que se retirara de la consulta. Y que luego dio aviso a su superior jerárquico en la mutualista.
Sobre las llamadas, el denunciado aseguró que fueron para “valorar la evolución de los síntomas” de la mujer, y que usó un segundo teléfono, también de la mutualista, explicó, por si había un “desperfecto” en el primer equipo.
Descartó que sus llamados tuvieran “’otras intenciones’, como falazmente denuncia la paciente”, y que “desconocía” los resultados del estudio porque había ingresado a trabajar allí hacía “pocos días”. El médico pidió que se desestime la denuncia, considerando que “fue asistida correcta y respetuosamente”, y valoró que su proceder “ético, técnico y profesional fue indiscutible”.
El mismo tribunal tomó declaración al director técnico de la mutualista y al superior jerárquico del denunciado, quienes plantearon que el episodio fue una “equivocación”. Uno de ellos destacó que el médico pidiera disculpas en el momento, y el otro que los llamados posteriores fueron “enmarcados en la buena práctica médica”.
Fallo
El tribunal concluyó que el médico se "apartó" de las “reglas éticas que rigen la relación médico-paciente”, por lo cual se “impuso” la sanción de “advertencia”, la de menor orden de gravedad según la escala prevista tanto en la ley 18.591 y en el decreto reglamentario 83/010.
La normativa establece que después de la “advertencia”, se ubica la “amonestación”. Con un peor escenario la “sanción educativa” y ante un caso catalogado de mayor gravedad se aplica la “suspensión temporal del registro por un plazo máximo de diez años”.
Para el ámbito colegiado, el denunciado debió haber actuado de “forma más cuidadosa”, porque con su conducta “determinó a una paciente a transitar una experiencia desagradable y traumática”. El fallo consignó, además, la “profunda angustia” que experimentó la mujer tras tomarle declaraciones.
No hubo “ningún elemento probatorio” que permita afirmar que el tacto haya sido de manera “intencional y deliberada” para el tribunal, que sostuvo que hay aspectos que “abonan de forma razonable de que se trató de un error”.
Esto considerando el “inmediato pedido de disculpas”, el aviso a su jefe directo, que se haya “mantenido idéntica versión a lo largo de las diferentes instancias” y a la “inexistencia de indicios que dieran cuenta de algo diferente”.
Sobre las llamadas, para el tribunal no puede inferirse una "intencionalidad" de tipo alguno. En cambio, sugieren que "probablemente el médico quedó preocupado por la relación médico-paciente” tras la consulta, “por las características del error cometido”.
“Ahora bien, el hecho de que no haya existido intencionalidad, en modo alguno coloca al médico a resguardo de reprochabilidad ético médica. Forma parte del correcto proceder ético médico el perseguir la excelencia profesional desde el punto de vista técnico. Y sin embargo, los hechos demuestran que, lejos de bregar por ese objetivo, el proceder del denunciado fue, ante todo, descuidado”, añadió el tribunal.
El fallo también incluyó que las “pretendidas justificaciones” de que tapó la zona con la mano “no pueden compartirse”, considerando que “se aprestaba a explorar una zona extremadamente sensible y por ello debía extremar su atención y el cuidado de su proceder, lo que claramente no hizo”.