Saber identificar y regular emociones

| La inteligencia emocional se desarrolla a lo largo de la vida. Debe existir un equilibrio entre razón y emoción.

MARGARITA DUBOURDIEU | PSICOTERAPEUTA INTEGRATIVA

Nuestras emociones responden a estímulos internos y externos, recuerdos, ideas, pensamientos que nos llegan a través de los sentidos y ello condicionará nuestros comportamientos físicos y psicosociales. Muchas veces decimos "es una cuestión de piel" y hoy sabemos que ello puede tener un sustento científico dado que todas las células de nuestro organismo se hallan involucradas en nuestras percepciones y emociones reaccionando ante vivencias de estrés.

El sistema nervioso y la piel se originan en un mismo momento del desarrollo del embrión y además la piel es el órgano de mayor superficie de nuestro cuerpo, por ello ante ciertas situaciones percibimos con la piel pudiendo tensarse, erizarse, sonrojarse o empalidecer. A la habilidad de identificar y regular las emociones, captar el sentir del otro y poder establecer buenas relaciones con los demás se le llama inteligencia emocional. Ya en la antigüedad los filósofos griegos decían que debe haber un equilibrio entre razón y emoción.

El hecho de pensar antes de actuar facilita que expresemos nuestros sentimientos de una mejor manera, evaluar cuando es eficaz hablar y cuando callar, sin por ello claudicar en expresar lo que sentimos. Si no expresamos lo que nos afecta, nuestras necesidades y deseos quedarán insatisfechos produciendo respuestas fisiológicas de estrés que comprometen la salud.

La inteligencia emocional se desarrolla a lo largo de la vida teniendo nuestro entorno familiar gran incidencia en este aprendizaje. La madre, el padre o personas significativas del niño le enseñan a poner en palabras sus emociones diciéndole: ¿Estás enojado? ¿Te peleaste con un amiguito? ¿Te retó la maestra? De esta forma se aprende a identificar emociones y a ponerlas en palabras, aprendizaje que debe darse en un marco de amor y empatía reforzados por los propios modelos que se brindan en el hogar. El niño que ve que su padre ante una frustración pierde el control, grita, golpea o ve a su madre que se desborda de angustia o ansiedad, no tendrá un buen modelaje de regulación emocional.

La cultura occidental ha priorizado el desarrollo de un tipo de inteligencia medible a través del cociente intelectual, pero este concepto se ha ido transformando dando mayor importancia a la llamada inteligencia global que incluye la inteligencia emocional y la capacidad de resolver problemas.

El desarrollo de la inteligencia debe reflejarse también en la habilidad y desarrollo de mecanismos para enfrentar las vicisitudes de la vida, en la capacidad de resolución de problemas, y en la flexibilidad adaptativa posibilitando disfrutar de la vida cotidiana.

centrohumana@adinet.com.uy

¿Podemos disimular lo que sentimos?

Hay manifestaciones que no siempre se logra controlar y aparecen señales como sonrojarse, empalidecer, dilatación de las pupilas, temblor o algunos gestos que delatan. Pero recordemos que es saludable procurar el momento para poner en palabras nuestras emociones.

¿Regular las emociones es reprimirlas?

Es saludable regular las emociones, identificar y analizar sin temor nuestro sentir y lo que lo origina, y buscar la forma más asertiva para expresarlo. Ello no es igual a reprimir, evadir o dejar de comunicar nuestro sentir sino aprender a moderar y comunicar.

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