En todo el país existen hoy 39 contenedores con pirotecnia almacenada, prontos para su venta. En las próximas semanas llegarán tres mas. Cada uno tiene un valor aproximado de entre US$ 50 mil a US$ 60 mil. Una cuenta fácil indica que habría “stock” disponible para más de ocho años. Y el 70% de estos productos están por encima de los 100 decibeles. “Solo las velitas que utilizan las tortas de los cumpleaños están por debajo”, advirtió el coronel Ricardo Pereira, jefe de la División Provisiones del Ejército.
Pereira acompañó a una delegación del Ministerio de Defensa que estuvo el pasado martes en la Comisión de Salud del Senado para opinar sobre el proyecto que promueve una nueva regulación de la pirotecnia en Uruguay a cualquier artefacto de este tipo que supera los 110 decibeles. Un límite que se iría reduciendo con el tiempo. A partir de los dos años de promulgada la ley, quedarían prohibidos los que superen los 100 decibeles. A los tres años, el máximo permitido sería de 90 decibeles.
El proyecto, que tiene ya sanción de Diputados, fue presentado por varios legisladores de Cabildo Abierto, con el objetivo de “limitar la actividad de pirotecnia”, al entender que encima de los parámetros propuestos “la actitud de divertimento se transforma en lesiva para la convivencia y la salud pública”.
Según el jefe del Departamento de Laboratorio y Pirotecnia, el capitán Ignacio Laborda, por encima de los 110 decibeles está “todo lo que hace ruido”: por ejemplo, bombas o petardos. Entre 100 y 110 decibeles hay un franja importante de artículos como baterías o “chasquibunes”. Por debajo de los 100 decibeles quedarían artículos “bastante insonoros” para una persona promedio. Por debajo de los 90, solo quedarían las “candelas de luces” y las “estrellitas” que agitan los niños. Así, se aplica la ley, todo lo demás desaparecería.
A instancias del senador frenteamplista José Nunes, la comisión pedirá realizar nuevas “consultas médicas”, para conocer el impacto real que tiene la pirotecnia en los niños con autismo. Nunes dijo no sentirse capacitado para determinar cuál es el estruendo “adecuado” en estos casos, o si lo hay.
El planteo tuvo lugar luego de opiniones vertidas allí por importadores y los vendedores de pirotecnia. “Pedir 90 decibeles es lo mismo que decir que no se pueda fabricar más nada”, advirtió en esa misma instancia Gustavo Prato, de la Cámara de Fuegos Artificiales (CUFA). El empresario llamó a modificar ese valor, definido seguramente por “desconocimiento” en el que, aseguró, incurrió también la propia cámara. “Es muy inferior al que se registra a veces en el centro de la ciudad”. Prato sostuvo que los fabricantes les han adelantado que, técnicamente, es imposible confeccionar la mayoría de esos productos en esas condiciones. También aseguró que la cámara ha efectuado el año pasado “shows inclusivos” para niños con trastorno del espectro autista , en donde se usaron productos “pet friendly” que llegan a los 105 decibles. “Los niños estaban contentos, y no hubo problemas de ningún tipo”, aseguró. Los integrantes de la CUFA probaron ante los legisladores una aplicación que medía los decibeles durante la conversación con los senadores registro 95. “En un estadio lleno solo el murmullo son 110 decibeles”, aseguró. “En un grito de gol se ha alcanzado los 143”, apuntó.
A la comisión también asistió una delegación del Grupo de Vendedores Ambulantes de Pirotecnia, originado hace casi dos años a partir de las regulaciones que fueron adoptado distintas intendencias departamentales. La conclusión: si el límite se fija en 90 decibeles, las futuras ventas serán casi nulas. “Mi señora y yo tenemos clientes con hijos autistas”, aseguró a los legisladores uno de los vendedores, Víctor Mota. “No sé cuántos grados de autismo hay, pero sí nos han manifestado que tienen un hijo autista al que le gustan los fuegos artificiales y las luces”, apuntó.
Las autoridades no tienen registro de contrabando
Laborda dice no tener registro de contrabando de pirotecnia y, de hecho, no cree que exista. No lo hizo la fiscalización, dijo, sino “las fuerzas del mercado”. La clásica “bomba brasilera”, insegura y “estéticamente fea”, fue sustituida por productos chinos “más baratos, lindos y seguros” que, aseguró, pasan por los controles correspondientes. Con respecto a los productos de fabricación nacional, el jefe del Departamento de pirotecnia del Ejército sostuvo que, sencillamente, ya no existen.