Javier “El León” Milei fue el precandidato presidencial más votado en las primarias abiertas de hace dos domingos en Argentina. Ganó en la gran mayoría de las provincias. Alcanzó los 7.112.352 votos. Fue un “batacazo”.
Se autodescribe como “anarcocapitalista”, propone dolarizar la economía, achicar como nunca el Estado elefantiásico e ineficiente, acusa al resto de los políticos de ser parte de una “casta” para obtener privilegios, y grita en sus actos “¡qué se vayan todos!”. Eso, entre otras particularidades. Y siendo el fenómeno electoral que sacudió a la Argentina, comienza a revelar también sus ideas sobre las Relaciones Exteriores del país que imagina liderar.
Criticó a China, al brasileño Lula Da Silva y al chileno Gabriel Boric. Y ahora, por primera vez, Milei se expresó respecto a los que piensa del gobierno de Uruguay.
En declaraciones a El País, el candidato presidencial porteño elogió, a su modo, a Luis Lacalle Pou. Lo hizo dando a entender que aprobaba la posición de Montevideo de abrir el Mercosur para que sus países miembros negocien con mayores libertades con el resto del mundo.
Hasta ahora, Milei no había sido elogioso con ningún mandatario de la región.
Lo es con Lacalle Pou.
“Tengo afinidad con el presidente de Uruguay”, le afirmó a este diario.
Y agregó: “Comparto su visión de que los países miembros del Mercosur deben poder comercializar libremente con quienes quieran”.
Milei respondió la pregunta de El País de modo breve, cuidando cada palabra porque desde el domingo 13 sus declaraciones tomaron otro espesor político y hasta se replican en diarios de alcance internacional y en revistas como The Economist.
Con sus declaraciones sobre el presidente uruguayo, Milei elevó a Uruguay y al presidente Lacalle Pou como potenciales aliados comerciales y a la diplomacia de mayor prioridad para su potencial gobierno.
Ocurre que el candidato ya había sido muy duro con el chileno Boric, debido que a través de su compañera de fórmula, Victoria Villarroel, afirmó que era cuestionable su “autoridad política”.
Más brutales aun -fiel a su estilo- fueron las primeras declaraciones que hizo Milei tras salir victorioso en los comicios sobre las relaciones comerciales que Argentina tendría, si es elegido para ocupar la Casa Rosada, nada más ni nada menos que con Brasil y China: “No haremos pactos con comunistas”, sorprendió.
Antes había criticado a Lula identificándolo con esa ideología. Ahora sumó a Brasil al grupo de países con el que afirmó que la Argentina cortaría sus negocios internacionales a pesar de que son los principales mercados para la producción de su país: “No promovería las relaciones con comunistas, ni con Venezuela, ni con Cuba, ni con Nicaragua, ni con China”, y especificó: “Serán socios comerciales del sector privado. No hacemos pactos con comunistas”.
Para Milei, la prioridad de la geopolítica argentina y su comercio internacional se centrará “en democracias como las Estados Unidos, Israel o la Unión Europea”.
Esos dichos generaron una reacción negativa en Beijing, que emitió un comunicado expresando su preocupación e invitando a que Milei conociera el país de Oriente.
“Bocón”
Al contrario de lo que solía pasar antes de las PASO (las elecciones internas), desde que está golpeando las puertas del poder quienes serán parte de su hipotético gabinete intentan minimizar después los daños “colaterales” que podrían generar este tipo de expresiones del líder del flamante partido La Libertad Avanza (LLA).
En el caso de sus declaraciones sobre China, quien procuró aclararlas fue quien sería designada su canciller si es que finalmente gana los comicios generales de octubre, la economista Diana Mondino, al mismo tiempo candidata a diputada nacional.
Mondino expresó que en un futuro gobierno de Milei, en rigor, lo que no se impulsarían serían los pactos con países que impongan “el secretismo” para firmar algún “acuerdo”, algo que remarcó que China le exigió a la actual gestión peronista, que consiguió un préstamo de yuanes para la Argentina pero a una tasa desconocida.
Mondino se permitió una humorada respecto a Milei. En una reunión con diversos sectores de la vida pública de Argentina, entre ellos, varios periodistas, definió al candidato como “bocón”, debido a sus habituales definiciones verbales que suelta con habilidad y desparpajo en los medios, en los que se mueve con naturalidad y, los hechos lo demuestran, con cierto don para comunicar sus planes de gobierno que otros candidatos no han tenido en la campaña electoral de Argentina.
La excéntrica vida de “El León” que golpea las puerta del poder
Conocidos los datos de la gran elección que había logrado, “El León” Milei inició lo que sería su etapa final y decisiva para provocar un “cambio cultural” en su país.
Fue el precandidato más votado en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), la primera etapa del proceso eleccionario en la Argentina: la votación en las internas partidarias es obligatoria, incluso para quienes no están afiliados a ningún movimiento político. En los hechos, entonces, las PASO funcionan como un primer ensayo de las elecciones generales y definitorias del 22 de octubre.
De ahí la sorpresa y la expectativa real que provocó Milei en la Argentina.
De modo inesperado, le ganó al precandidato presidencial del peronismo en el poder, Sergio Massa, y a la suma de los sufragios de los postulantes de la oposición clásica de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich -que ganó- y su rival Horacio Rodríguez Larreta.
El día de la elección, el país amaneció siendo uno y a la noche parecía ser otro.
Milei, que hace cuatro años ni siquiera se inscribió como candidato a nada, hizo campaña con ideas extremas, y apariciones mediáticas mediante las cuales ganó popularidad.
Exarquero del club de fútbol Chacarita Juniors, excantante de un grupo de rock, llegó a la televisión como un economista que explicaba con claridad y énfasis los tramos de una crisis económica que hace lustros lacera a la Argentina.
Desde la catapulta de los medios, diseñó su propio partido y asombró en la elección anterior, la legislativas del 2021. Así alcanzó su banca de diputado nacional. Y desde ese cargo -desde el que sorteaba mes a mes su propio sueldo- alimentó su rol de catalizador del enojo de un gran sector de la ciudadanía argentina que, abatida por la crisis de la economía, que dejó de confiar en su clase dirigente.
Con el paso del tiempo se consolidó como posible postulante a la Presidencia. En una biografía no autorizada de su figura, “El Loco”, de Juan González, se reveló que tiene una relación totalmente simbiótica con su hermana, Karina Milei, a quien llama “El Jefe”. Y que también lo une un vínculo de gran afecto con sus cinco perros. Con algunos de ellos realizaría sesiones de espiritismo ya que creería que grandes economistas de la Historia reencarnarían para darle consejos.
Milei se instaló en la política nacional como no logró hacerlo ningún otro en los últimos tiempos. Y ahora está allí, golpeando las puertas del poder.