Falleció Fabián Cambiaso, periodista de larga trayectoria y compañero en la redacción de El País

En la actualidad, se desempeñaba también como productor de En Perspectiva, el histórico programa de Emiliano Cotelo.

Fabian Cambiaso
Fabian Cambiaso, periodista de El País.
Foto: Darwin Borrelli/Archivo El País.

El pasado jueves 31 de julio falleció Fabián Cambiaso, periodista de larga trayectoria y nuestro compañero en la redacción de El País.

Fabián —a quien todos llamábamos “Cuchu”— era un pilar de la sección Nacional, y fue quizá el último de los grandes cronistas parlamentarios que supo tener el Uruguay.

Tenía 48 años, era una verdadero apasionado de este oficio —a veces tan exigente, a veces tan estresante— y cargaba con una larga trayectoria en medios de comunicación.

En la actualidad, se desempeñaba también como productor de En Perspectiva, el histórico programa de Emiliano Cotelo.

En El País, además de en Nacional, trabajó en Digital, y realizó coberturas a nivel internacional, siendo, por ejemplo, enviado especial en Kiev, Ucrania.

Antes trabajó en las redacciones de El Observador, Portal Ecos y Últimas Noticias. Tuvo varios períodos en la vieja radio El Espectador —fue co-conductor de Rompekabezas, junto a Daniel Figares—, y también se desempeñó como informativista en Radio Oriental. Colaboró, además, con medios extranjeros, entre ellos Radio Mitre, AM Del Plata y Cadena Caracol.

Además de ser un periodista ejemplar, fue un enorme compañero, dueño de un humor único, sarcástico, fino. Tenía un chiste recurrente: se refería a él, a “Cuchu”, en tercera persona, emulando el hablar de algunos futbolistas, cuando se disponía a contar alguna anécdota.

Era generoso, capaz de “tirarle un salvavidas” al que estaba a su lado, si este no encontraba nada de qué escribir o estaba perdido en el inmenso océano de la información política que él manejaba con un dominio maestro.

Su trayectoria, de la que jamás hacía ostentación, le permitía además recordar aquel nombre, aquel dato histórico o aquella curiosidad política de la que muchos nos habíamos ya olvidado y que los más jóvenes desconocían.

Cada día llegaba a la redacción con dos, tres, cuatro o hasta cinco ideas de notas. Se peleaba a veces con las fuentes y al tiempo se volvía a reconciliar. Su foco era la noticia; su prioridad, la información —aún si esto suponía alargar su jornada hasta tarde en la noche o afrontar varios temas al mismo tiempo.

Era un ávido lector y un curioso insaciable. A inicios de mes tenía una obligatoria cita con alguna librería, donde se stockeaba de una gran cantidad de textos, siempre muy variados —pasaba de política internacional a crónicas de cocina; de biografías de músicos a historia nacional. Y siempre, después, atento a los gustos de cada uno, recomendaba qué leer.

Amante del café, conocía una por una las cafeterías de las inmediaciones de la redacción, sugería a dónde ir, y criticaba a los que compraban café en el supermercado. Siempre tenía una sonrisa, siempre tenía el comentario justo y la disposición a colaborar con cada uno del equipo.

Hay personas que son insustituibles. Y Fabián era una de ellas. Lo vamos a extrañar enormemente

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