El déficit fiscal bajó en los primeros años de gobierno pero está volviendo a subir. En parte porque hubo menos inversión y no se aumentaron los salarios públicos, y ahora ambos volvieron a subir. ¿Hay otra forma de bajarlo en Uruguay?
Mi convicción es que es la principal herramienta de la política macroeconómica. Hay que manejarla con mucho cuidado, pero tampoco hay que asumir actitudes indiscutibles ni absolutamente fundamentalistas. Porque hay que tenerlo bajo control junto con la política monetaria y de ingresos, pero hay que tener en cuenta que muchas veces es necesario aumentar el déficit en el corto plazo para que en el largo plazo sean posibles ciertos efectos positivos. Hay que saber que, cuando se maneja de manera intertemporal, el país puede con un déficit alto tener hoy muy buenos resultados y menos déficit a futuro.
¿La ministra Azucena Arbeleche ha sido “fundamentalista”?
Sí, creo que como líder del equipo económico es un ejemplo clarísimo del fundamentalismo. Quizás es el ejemplo más importante de fundamentalismo y de errores en el manejo fiscal.
¿Y qué hubiera hecho usted de diferente en el manejo fiscal en estos años?
Bueno, lo hubiera manejado de la manera que expliqué antes. No hubiera hecho recortes salvajes como se hicieron en muchas instituciones públicas, respecto a actividades que son fundamentales para la calidad de vida de la gente: salud, educación, vivienda, seguridad. Puede tener un resultado en el corto plazo y otro en el largo plazo, si se lo maneja convenientemente. Pero a mí me parece que este Ministerio de Economía tiene un carácter fundamentalista y demasiado alineado con una concepción muy rígida de la herramienta fiscal. Hay que cuidarla, pero no estoy de acuerdo con ese manejo que se ha puesto en práctica y del cual la ministra Arbeleche es la principal responsable.