Narcos prenden fuego cuerpos de adictos como advertencia a deudores y ladrones de bocas de droga

Existe inquietud en fiscales y policías y se busca comprender si este fenómeno se debe a un aumento general de la violencia o está creciendo debido al enfrentamiento entre bandas.

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Operativo policial en Plaza Independencia
Operativo policial frente a la Plaza Independencia.
Foto: Estefanía Leal/Archivo El País

El 7 de julio de 2022, en Piedras Blancas, un joven fue encontrado atado, con varias puñaladas y prendido fuego aún con vida. Tenía 17 años. Antes había sido baleado. Contaba con indagatorias porhomicidios. La Policía relacionó el hecho a un asesinato que había tenido lugar el día anterior y dijo que la muerte de este joven pudo darse “por venganza”. Según cuentan los vecinos de Dunant y Calle 20 Metros, apareció corriendo desde un campo a la vez que pedía ayuda. “Gritaba pero no le podía entender lo que decía”, dijo una señora. “Han robado y matado gente. Pasan de tarde con metralletas, pero algo tan espantoso nunca sucedió”, expresó otra testigo.

En Durazno, la Policía encontró en la madrugada del 11 de enero de este año el cuerpo de un hombre de unos 30 años mientras era consumido por llamas. Tenía heridas en el cuello, el cráneo y había sido atado antes de prendido fuego. Según la autopsia, un corte en el cuello causó su muerte, por lo que la quemadura fue posterior. En el sitio -Camino Emilio Rossi a un kilómetro de la Ruta 14- no había testigos ni cámaras que pudieran aportar a la investigación.

Y en un tercer caso, fueron tres los condenados el 31 de agosto pasado por el homicidio en Parque Guaraní de un hombre, cuya identidad se desconoce. Uno de ellos fue el autor. Era el dueño de una “boca” de pasta base y en una discusión le dio dos disparos. Según contó una testigo, antes de matarlo le gritaron “espía y traidor”.

Estos tres casos resumen una creciente tendencia que hace que tengan en común un cruel desenlace. No solo se trata de la muerte sino que los tres fueron quemados, algunos hasta volverse irreconocibles. Aumentó a tal punto que se dataron cuatro casos de esta índole en un período de un mes entre agosto y setiembre pasado. Además, han sido notorias en algunas apariciones las señales de tortura previa al asesinato. Existe inquietud en fiscales y policías y se busca comprender si este fenómeno es general o está creciendo debido al narcotráfico y el enfrentamiento entre bandas.

Avisos

Desde el Ministerio del Interior manifestaron preocupación a El País y recalcaron su pedido de agregar un artículo a la Rendición de Cuentas en el que se considere como agravante en un homicidio “la mutilación, desmembramiento o incineración de la víctima”. Además de la premeditación de eliminar indicios, la justificación describe que muchos de estos hechos pueden ser para “enviar un mensaje a sus pares de intimidación, advertencia y amenazas”.

Por su parte, el fiscal de Homicidios de 1er Turno, Carlos Negro, expresó que le parece que este fenómeno violento todavía se compone de métodos “crueles pero improvisados” y que replican el accionar de bandas en otros países. De igual manera aún no cree que sean advertencias para otros grupos criminales. “Se da como parte del desarrollo del delito. Cortarle los dedos y dejarlo vivo o darle un balazo y dejarlo en muletas sí son estigmas”, dijo.

Mirta Morales, fiscal de Homicidios de 2° Turno, coincide con la opinión de su colega. Aseguró que no recuerda haber tratado con algún caso en el que una banda narcotraficante dejara señales claras que permitieran identificar que el objetivo del homicidio fuera dar un aviso. Por eso, atribuyó la tendencia a “un aumento generalizado de violencia”.

Investigadores policiales especializados en homicidios tienen una visión diferente y ponen como ejemplo la ola de crímenes que sacudieron al barrio Peñarol en mayo del año pasado.

Recordaron que los “clientes” de una “boca” de drogas fueron a comprar en otra y luego los ultimaron y les prendieron fuego.

“Los prenden fuego como un aviso a los demás deudores para que sepan que les ocurrirá si no pagan. Los cuerpos quemados son siempre de adictos. Ese tipo de metodología homicida no ocurre en otro tipo de delitos”, expresó una de las fuentes.

Otra fuente policial consultada señaló que el hecho de prender fuego a una o más víctimas genera conmoción pública.

En ocasiones, recordó, “los narcos les dicen a los deudores: ‘Mañana mirá el informativo’. Y ahí se publica la muerte de un adicto, el que apareció asesinado y quemado”.

Costumbre foránea

Si bien no se han confirmado elementos que aseguren el origen narco de estas acciones, es real que estos episodios crecieron y que en muchos casos tienen como base la réplica de situaciones que se han dado en otros países de Latinoamérica como Colombia o México.

Un caso de mayor magnitud a los locales se dio en suelo mexicano en el año 2011, cuando casi en forma simultánea fueron encontrados 16 cuerpos quemados en dos camionetas. Sucedió en Sinaloa, ciudad que acunó durante muchos años al cartel más peligroso de México. Esta técnica que también es utilizada para deshacerse de toda posible pista y retrasar las investigaciones, se ha arraigado en toda Latinoamérica. En febrero de este año, horrorizó a todos en Córdoba el hallazgo de un torso humano prendido fuego en un basural. Luego de investigaciones, se logró definir que se trató de una represalia contra quien había robado a un líder narco.

En el caso del Parque Guaraní esclarecido hace una semana por el fiscal Negro y efectivos del Departamento de Homicidios, se supo que el asesinato estaba vinculado a un tema de drogas. Luego, el matador pagó a dos adictos para que prendieran fuego a la víctima. Estos cobraron dos “chasquis” (dosis de pasta base) para hacerlo. Ambas dosis cuestan $ 70.

Además

Una “señal” para los “mejicanos” de “bocas”

El 12 de junio de este año, la Policía halló un cuerpo sin vida de un joven en avenida De los Deportes y camino De los Camalotes (Santiago Vázquez). Se trataba de Cristian Maximiliano. La víctima y su hermano conocido como “el Jonita” ingresaron a robar a una “boca” en el barrio La Paloma de donde se llevaron drogas y dinero. Luego los dueños de la “boca” ultimaron a Chistian y le prendieron fuego. Era un aviso para los “mejicanos” (mejicanear) que roban a narcos.

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