EDUARDO CASANOVA - MÉDICO DE UCM
Una de las enfermedades infecciosas más frecuentes entre la población es de las vías urinarias bajas (cistitis) y altas (pielonefritis).
El germen involucrado más común es la escherichia coli, una bacteria normalmente presente en el colon y en las materias fecales. La infección afecta más a la mujer debido a la conformación anatómica génito-urinaria, con una uretra más corta, que facilita la contaminación urinaria por gérmenes provenientes del recto.
La escherichia coli causa el 75% del total de las infecciones urinarias, contando la población intra-hospitalaria, pese a que en ésta aumenta la frecuencia de otros gérmenes. El 90% de las infecciones extrahospitalarias son producidas por la escherichia coli.
La inflamación urinaria causada por la infección puede ser aguda, crónica, o un empuje agudo de forma crónica. A menudo resultan rebeldes al tratamiento debido a que no se toman las medidas profilácticas adecuadas, de tipo higiénico, porque se carece de un diagnóstico bacteriológico o porque el tiempo de administración de antibióticos es insuficiente.
En otros casos, la coexistencia de trastornos anatómicos o fisiológicos del flujo urinario predisponen la infección crónica. También se facilita la infección durante el embarazo por causas hormonales y por efecto mecánico del útero grávido sobre las vías urinarias. En el hombre, las enfermedades prostáticas facilitan la infección por similar efecto obstructivo-mecánico.
Habitualmente la infección urinaria se asocia con el llamado síndrome urinario bajo, pero existe una forma conocida como "bacteriuria asintomática" en la que se detectan bacterias en la orina sin que coexistan síntomas.
La clínica se expresa básicamente por cuatro síntomas: aumento del número de micciones, dolor o ardor miccional, necesidad de evacuar constantemente la vejiga, y pujos. Cuando se agrega dolor lumbar y fiebre, se plantea que a la infección de la vejiga (cistitis), se agregó una infección alta, de pelvis y riñón (pielonefritis). Es común que se alteren los caracteres de la orina, que aparece más turbia y de color más oscuro.
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¿Cómo se previene la infección?
La profilaxis en la mujer se consigue con una higiene perineal desde la zona anterior del periné hacia atrás, no al revés, y lo mismo en el hombre, realizando una micción postcoito. En caso de un síndrome urinario bajo que se reitera, no se debe demorar en realizar el urocultivo.
¿En todos los casos requiere antibiótico?
El síndrome urinario bajo, sin fiebre u otros fenómenos asociados, puede ser una cistitis aguda, que revierte en corto lapso, y no requiere urocultivo ni antibiótico. Si se prolonga o tiene lugar en un embarazo, se debe realizar el diagnóstico bacteriológico para identificar el germen.
¿El tratamiento suele ser prolongado?
Aún en cistitis no complicadas, el plan antibiótico no debe ser inferior a los 7 días. En infecciones recurrentes, bajas o altas, el tratamiento antibiótico puede prolongarse hasta 6 meses. Los antibióticos más habituales son trimetroprim, nitrofurantoina, cefalexina o cefradina.