Medio centenar de artesanos en Hecho Acá

| En su quinta edición la muestra de artesanías más grande de Uruguay combina tradición con diseño de vanguardia

Ocupan tres enormes galpones del LATU y en su quinta edición llegan a 492 artesanos y 30 grupos de mujeres rurales. Hecho Acá se reedita cada año en busca de la promoción de talentos artesanales de todo el país. Este año y por primera vez hay representación de todos los departamentos: desde los mimbres y grapas de Colonia hasta las ágatas de Artigas y los cardos de Rocha tejidos en alfombras y sillones. Por primera vez también predominan los nuevos artesanos: la mitad de los que exponen lo hacen por primera vez, en un recambio que los organizadores de la muestra consideran es consecuencia de que "los más viejos" ya asentaron sus negocios y no necesitan la vidriera de Hecho Acá.

"La intención es continuar", dijo a El País Mercedes Menafra de Batlle, impulsora de Hecho Acá, una iniciativa que ya cuenta con cuatro locales comerciales en shoppings y hoteles. Y luego reafirma, al filo del fin de su período como primera dama: "vamos a seguir porque es una organización autosustentable y porque da muchas fuentes de trabajo".

La muestra —que en realidad son dos exposiciones en una porque se presenta la Cocina Criolla— sirve como primera aproximación de muchos artesanos al gran público. Si bien muchos dicen vender bien en estos días, la mayoría reconoce que reparte un sinfín de tarjetas, se da a conocer y luego recibe resultados el resto del año. Silvia Fontes, arquitecta y decoradora de cuartos para niños, dijo que luego de la exposición del año pasado trabajó hasta el mes pasado con clientes que vieron sus artesanías en Hecho Acá.

DE TODO. Si de variedad se trata, a Hecho Acá le sobra. Es cierto que los puestos de velas –a cual más colorida– se repiten varias veces, pero también es cierto que no cuesta encontrar productos novedosos: enormes relojes construidos con piedra laja con la forma de Uruguay o imitando el constructivismo de Torres García (cuestan entre 900 y 3.800 pesos), nuevos revestimientos para cocinas y baños hechos con el sobrante de las amatistas, lámparas hechas con lonja que reproducen los pictogramas de los indios que vivieron en estas tierras (el taller se llama Ampti, una palabra charrúa que significa "nosotros").

En la exposición no falta espacio para casi ninguna de las vetas artesanales y artísticas imaginables; en medio de uno de los grandes salones está instalada Inés Rosales, una arquitecta a quién se le ocurrió que algo había que hacer con el desperdicio de las ágatas y terminó ideando un revestimiento que puede venderse por unidad, en forma de pequeños cuadraditos.

Hecho Acá además priorizó en esta edición los elementos de diseño que cada vez más atraen al público. Ese es el caso de las porcelanas y cerámicas "Carlevaro", que vende platos cuadrados y bowls de tendencia asiática, ahora famosos "porque son los que usa Puglia", explica la vendedora. Este año el taller lanzó una colección de porcelana con guardas de cuero y una serie de floreros de cerámica con cuero, cuyos precios oscilan entre los 800 y 1.500 pesos.

En materia de diseño el cuero impera para casi todo y marca tendencia en elementos decorativos y muebles; además de los almohadones (900 a 1.500 pesos) también hay mesas recubiertas en este material (entre 5.000 a 8.000 pesos), marcos para fotos y hasta floreros.

El taller Tonal, que trabaja en madera desde hace 10 años, presentó en esta edición enormes animales de ciprés tallados a motosierra; un caballito mecedora cuesta 2.300 pesos y las enormes jirafas pueden llegar a 3.500. Una opción novedosa que también se ve en Hecho Acá son las hamacas colgantes de tela y madera de Arte y Madera; las dobles cuestan 2.600 pesos y las simples 1.900 y el encargado del stand dijo que todo lo que ha llevado se ha vendido.

Los tejidos se destacan por sus coloridos y nuevas tendencias; es el caso de la marca "Teresina", realizada por una artesana que combina en el telar lanas y elementos novedosos como tul, cintas y cuero para realizar bufandas y chalinas.

En La Cocina Criolla se combinan delicias de todos los rincones de Uruguay. Entre ellas hay varias cooperativas de mujeres que producen licores con productos atípicos; en la exposición también se vio la nueva línea de grapas de la bodega Bernardi, de Colonia, que al tradicional sabor de la bebida le agregó ahora variedades Tannat, Moscatel y la recién presentada grapa de marcela. Todas cuestan entre 120 y 135 pesos.

También los niños tienen su espacio en la muestra; allí se combinan infinidad de juguetes y objetos de decoración que van desde coloridas lámparas de resina (a 450 pesos) hasta el llamado "primer arbolito de Navidad", una idea de Sylvia Samudio que cuesta 350 pesos y permite, sobre la base de madera de un pequeño arbolito, generar diversas decoraciones que pueden hacer los niños con sus propias manos, para lo cual el kit incluye un libro con instrucciones para todas las edades.

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