ANA MARÍA ABEL - Mic. Ciencias Familiares
Es interesante visitar el foro cibernético "Sí Kids" que en estos días causa furor en Europa. Si bien nuestra realidad demográfica se asemeja a la de algunos países europeos, las razones culturales que inspiran nuestros proyectos de futuro social y familiar distan bastante de las que esgrimen, por ejemplo, italianos o austríacos.
La controvertida publicación del libro "No Kids" de la francesa Corinne Maier, ha generado un fulminante contra movimiento de hombres y mujeres que defienden dinámicamente muchas más que 40 razones para tener hijos. Seguramente tiene sus motivos un lector anónimo que opina: "Maier logra el objetivo de hacer pensar. También son verosímiles los de aquellos que sólo ven en el best seller una fácil manera de obtener un efímero éxito editorial con abundancia de euros".
En el foro se maneja todo pelaje de argumentos: los inspirados en puro sentimentalismo o en el más crudo relativismo; los que se enzarzan en conclusiones demográficas poco fundadas y los de aquellos que ven en esa superficial enumeración de razones, algo más que una cuestión numérica. Así, un tal Alberto, tras relatar algunos zafarranchos que armaron los hijos en su vida, afirma: "volvería a repetir mil veces la enriquecedora experiencia de la paternidad a pesar de que no les dejo un mundo mejor".
¿Por qué los uruguayos no aprovechamos este provocador éxito editorial para reflexionar sobre el tipo de país que queremos dejar a nuestros hijos? Si en Europa renuncian a tener hijos para gozar del consumo no estaría de más proponernos políticas socio-económicas y familiares que permitan tenerlos, educarlos para generar riqueza y en su compañía disfrutarla.
Uruguay no crece demográficamente y nos miramos en una Europa que no renueva las generaciones pero se llena de árabes, africanos, turcos y "sudacas". Al hilo de las disquisiciones desatadas por Corinne Maier podemos entrenar los músculos de nuestro corazón. Son músculos hechos para amar y sin ejercicio se anquilosan. Somos hijos y nietos de europeos que llegaron a estas tierras hace décadas en busca de trabajo. ¿Por qué no hacer resurgir en nuestro interior su espíritu aventurero y su tenacidad?
Maier es economista. Sus razonamientos parecen destilar neomaltusianismo o acaso un hedonismo salvaje. Los uruguayos sabremos cumplir: dejaremos a nuestros hijos la posta de un país más solidario, buen administrador de sus recursos naturales porque tenemos más, muchas más de 40 razones para decidir responsablemente cuántos invitados traer a este magnífico banquete que es la vida. Un banquete donde podemos servir platos exquisitamente preparados, saludables y vitaminizados porque dan para mucho los 176.215 kilómetros cuadrados de nuestra superficie. Sin rechazar a chinos o coreanos, invitemos preferentemente a muchos más orientales oriundos de la Banda Oriental.
Corregirlos, pero de manera eficaz.
Es bastante común que el padre o la madre lancen órdenes sin sentido. Por ejemplo, están los que decretan con voz de mando: "No te voy a dar tal cosa si no comés todo". Y lo más frecuente es que el hijo no se coma todo, pero que igual obtenga lo que quería. ¿Cuál es la lección?
Proteger la infancia de los hijos.
El escritor británico G. K. Chesterton escribió: "Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es maravillosa". Y es así. Por eso, proteger la infancia de nuestros hijos es facilitarles la fascinación irrepetible que proporciona la armonía entre los padres.