LEONEL GARCIA
Cuando Emanuela Cappelli (39) llegó a Uruguay en 1994, su primera impresión sobre la vestimenta de los habitantes del país no la sorprendió, al menos gratamente. No era para menos, en su tierra natal, Italia, la vanguardia en materia de moda y las nuevas tendencias a la hora de cubrirse la piel son casi una cuestión de orgullo nacional además de un fuerte generador de divisas.
Diez años después, la andropóloga y socióloga —quien además es docente en Sociología de la Moda en el Centro de Diseño Industrial— opina que ha habido un cambio "muy positivo". Eso se traduce en una mayor gama de colores y elementos en la ropa de los uruguayos.
"Yo no soy diseñadora", advierte para enseguida rematar: "mi conocimiento del tema es desde un punto de vista teórico y académico". Es desde esa perspectiva que aceptó un diálogo sobre las tendencias de la moda con El País.
—¿Cómo definiría usted el término "moda"?
—La definición que a mí mas me gusta es la que utilizó en 1901 el filósofo George Simmel: "la moda es el espíritu del tiempo". El conjunto de todas las manifestaciones y costumbres que permiten a uno vivir en su propia sociedad.
—Actualmente, ¿cuál es el espíritu de estos tiempos?
—Luego de un período minimalista como el de la década de los ’90, hay una vuelta al lujo. Hoy las tendencias tienen como característica a los "metallics", que son la aplicación de elementos de lujo a la vestimenta. A su vez, los ’80 fueron los años de la ropa de marca, de los yuppies, de todo lo que resaltara una sociedad hiperconsumista.
—Y ahora estamos volviendo al lujo.
—En realidad no es un retorno, sino una reinterpretación. El concepto que las modas vuelven significa una nuevo aplicación de un concepto anterior a otras épocas. Hoy, en vez de ostentación, el lujo se manifiesta a través de piedras incrustadas, objetos metálicos y el strass. Estos se utilizan para que el individuo logre una identificación.
—¿Identificación a quién o con qué?
—En la sociedad actual, el individuo busca apartarse de lo masivo. Pero al mismo tiempo que busca resaltar su individualidad en una sociedad hiperfragmentada, quiere resaltar su pertenencia a un determinado grupo, como a una tribu urbana.
—Pero hay individuos que por motivos socioeconómicos, no pueden estar conectados a ningún grupo.
—Ahí estamos hablando de marca y mercado y no de tendencias. No es lo mismo la vestimenta en un baile de música tropical, que electrónica o rock, por ejemplo. Pero aún así, ésto va de la mano con la identificación de los individuos a ciertos grupos con códigos y lenguaje propios, aunque no sean necesariamente tribus urbanas.
—Mencionó lenguaje, la vestimenta lo es.
—Sin dudas. Con mi ropa me estoy comunicando con todo el mundo. Muestro mi intención de pertenecer o de transgredir. La vestimenta es una especie de diccionario, y las combinaciones posibles tienen miles de reglas específicas. La gente se viste porque tiene frío o calor. Porque quiere ser respetado, agradar, seducir o romper las estructuras. La vestimenta es una respuesta al entorno según la actitud de cada uno. Como siempre, hay quien se quiere adaptar a esas "reglas" y quien no. Eso depende de la propia personalidad del individuo.
—Pero, ¿existe algún tipo de regla standard?
—No hay una regla standard para prácticamente nada. En la época posmoderna ha habido una gran defragmentación. Por eso se ha manejado permanentemente el concepto de "moda no es moda".
—¿Pero hay algún tipo de vestimenta condenada al fracaso?
—"Fracaso" es un concepto muy amplio. Yo generalmente tiendo a ver el aspecto positivo del factor comunicacional de la vestimenta. Pero supongo que debe ocurrir cuando uno no logra transmitir lo que uno quiere, o cuando se siente incómodo en determinada situación.
—Siempre se dijo que los uruguayos son individuos grises, apocados. ¿Eso se refleja en su manera de vestir?
—Yo he notado un cambio que encuentro muy positivo. Desde hace un tiempo han entrado nuevas formas, telas y cortes. Pero lo mejor es la aparición de una mayor gama de colores. Cuando vine hace diez años, noté que la paleta era muy limitada; básicamente compuesta por tonos grises, negros, marrones y muy poco azul o verde. Hoy en la calle encuentro rosados, fucsias, celestes...
—Desde Uruguay, ahora que están surgiendo más diseñadores —de hecho, usted da clases en el Centro de Diseño— ¿se está diciendo algo en materia de moda?
—Lo más positivo que veo es que se está dejando de imitar lo que viene de afuera, de otros hemisferios. Veo que están buscando una identidad propia.
—¿Le llama la atención la forma de vestir de algún uruguayo conocido?
—Bueno... sinceramente en una persona pública es difícil de encontrar algo sorprendente, ¡más de alguien como yo que provengo de Europa! Pero las cosas interesantes, las que salen de lo común, las veo en la calle.
Pronto la ropa será más "femenina"
Emanuela Cappelli dice que la moda femenina para el próximo otoño-invierno, que ya está imponiéndose en Europa, impone como tendencia, además del lujo en las aplicaciones de prendas, un marcado interés en botas de cuero o gamuza y pantalones tipo "capri a 3/4".
"Va a haber un acento en lo femenino. Estará muy de moda la pollera. inspirada en los modelos del ’40 y ’50, la cadera será más alta y el largo llegará hasta las rodillas". La ropa invernal estará "llena de colorido" predominando tonalidades verdes, blanco o violetas.
Para el verano (boreal) 2005, se destacarán los colores fuertes como amarillo-sol, verde-esmeralda o fucsia. En líneas generales, la vestimenta reflejará "una resaltación de la femeneidad en contraposición con los ’90, cuando la ropa masculina y femenina comenzaron a derribar el límite entre ambas".
¿Y la moda masculina? Cappelli reconoce que no le ha prestado demasiada atención. "Pero básicamente apuntará a una vestimenta cómoda y funcional, mientras que los estilos más andróginos vienen en capa caída".