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La mitad de las adolescentes que se embaraza deja el liceo

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Estudiantes de secundarias. Foto: Archivo El País

A partir de mayo los centros educativos deberán tener salas de lactancia.

Si asistir a clases en situaciones normales suele resultar tedioso para muchos liceales, concurrir estando embarazada es casi un milagro. Las visitas a los ginecólogos, las ecografías, el reposo, las consecuencias físicas y la tensión psicológica a la que se enfrenta cualquier mujer que está esperando un hijo son suficientes en Uruguay para que la mitad (46%) de las adolescentes que se enteran de su embarazo estando en el liceo decida abandonar los estudios.

Pero las estadísticas reflejan que el verdadero milagro ya no es seguir adelante con el estudio a pesar de la maternidad prematura, sino estar asistiendo a un centro educativo al momento de enterarse del embarazo. Solo el 3% de las 6.698 uruguayas menores de 19 años que quedaron embarazadas en 2016, estaba concurriendo a un liceo público.

"Quienes trabajamos en Secundaria debemos hacernos cargo de que estas adolescentes permanezcan en el liceo, acompañadas, con un proyecto de futuro y que, a la vez, la enseñanza se ajuste lo más posible a sus necesidades", señaló Gabriela Garibaldi, coordinadora del Departamento Integral del Estudiante (DIE).

Este departamento nació hace tres años para la búsqueda de estrategias de aprendizaje para alumnos que están en fragilidad —por una dislexia, discapacidad motriz, violencia doméstica o el propio embarazo— dentro de un abanico de posibilidades. Con su creación se puso fin a una circular de 1984, que exigía un certificado de tolerancia o exoneración si contaba con la firma de un técnico.

Una de las nuevas herramientas de apoyo es la instalación de salas de lactancia en algunos centros educativos. La última fue en el liceo de Young, en Río Negro, a la que autoridades concurrieron el 14 de agosto con motivo del Consejo de Ministros. "Es una primera medida", explicó la demógrafa Carmen Varela, aunque se necesitan "otras políticas" educativas.

Si bien muchos centros tienen un aula que oficia de sala de amamantamiento, solo hay cuatro habilitadas por el Ministerio de Salud Pública y que cumplen con los requisitos mínimos de higiene. Pero desde mayo del 2018 todos los liceos deberán contar con una sala de este tipo —al menos en todos aquellos en los que estudien o trabajen veinte o más mujeres, según reza la ley que promulgó el Parlamento el 15 de agosto.

Prioridad.

"El embarazo en adolescentes es la punta del iceberg de la desigualdad social", dijo a El País Cristina Lustemberg, subsecretaria de Salud. Prueba de ello, recordó, "el 27% de los hijos de adolescentes nace en ASSE, el 10% en mutualistas y solo el 0,1% en seguros privados". Y aunque la maternidad prematura no es exclusiva de la pobreza, sí tiene una mayor prevalencia en ella.

"La maternidad no puede ser el único proyecto de vida a esa edad", señaló la jerarca y admitió que se debe ofrecer más oportunidades.

El embarazo en adolescentes, aunque parezca lejano para buena parte de la población, es "uno de los problemas más relevantes que tiene Uruguay hoy: porque el nivel es muy alto y resistente al descenso". Por eso las autoridades fijaron como uno de los 15 objetivos sanitarios la reducción de la tasa de fecundidad en las menores de 19 años.

De cada 1.000 adolescentes de entre 15 y 19 años, 50,3 fueron madres en 2016. La cifra ha bajado por segundo año consecutivo (era 58,2 en 2014; y 55,6 en 2015). Pero el poco tiempo transcurrido, según los técnicos, no permite hablar de una tendencia. Y aun así, todavía falta para lograr la meta de 48 cada 1.000, explicó Lustemberg.

Si bien el embarazo temprano y no deseado se debe tanto a factores sociales como educativos, sí el liceo "tiene mucho para hacer", reconoció Garibaldi. De hecho, uno de los objetivos de la educación sexual, y en particular de la polémica guía que presentó Primaria, va en esa dirección.

Así como las escuelas colaboran en la alimentación, aunque no sean un comedor, con la vacunación, sin ser una policlínica, con el carné de salud, sin ser un prestador sanitario, también "deben atender, acompañar y sobre todo prevenir la gestación en la adolescencia", indicó la coordinadora del DIE.

Resulta que en la edad liceal surge una dicotomía difícil de contemplar: a nivel biológico la mayoría de la población tiene posibilidad de engendrar, pero no se está pronto en base a lo que la sociedad proyecta para su futuro, más teniendo en cuenta una esperanza de vida al nacer que se aproxima a los 80 años.

"Por eso los profesores, que muchas veces somos los referentes y personas de confianza de muchas gurisas que en sus casas no reciben la contención adecuada, debemos estar atentos, escuchar, aconsejar", explicó Garibaldi.

Lo que le sigue, dijo la técnica, son debates inconclusos: ¿Tiene que haber guardería para que las madres sigan estudiando? ¿Cuál es el límite entre el derecho del bebé y el de la madre? ¿Cómo se contempla a los compañeros de clase?

Maternidad, la otra cara de la forestación.

El departamento más extenso del país tiene la segunda mayor tasa de fecundidad entre las menores de 15 años, solo superado por Artigas. El liceo N° 2 de Tacuarembó es, a su vez, el centro educativo en el que más adolescentes quedaron embarazadas el año pasado: 11, y las 11 terminaron abandonando los estudios mientras transcurrió la etapa de gestación.

Pero como el 97% de las mujeres menores de 19 años que fueron madres se desvinculó del liceo antes de haber quedado embarazadas, lo sucedido en el liceo tacuaremboense no necesariamente es una mala señal. Lo complejo, según las autoridades, es la clara "distinción territorial de la desigualdad".

Según la presidenta de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria, Virginia García Montecoral, en Tacuarembó hubo en los últimos años un auge de la industria de la forestación. "Eso acrecentó la cantidad de hombres en la zona y, como consecuencia, "también incentivó las relaciones y los embarazos no intencionales".

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Estudiantes de secundarias. Foto: Archivo El País

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