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Pareja de la policía muerta usaba su arma para rapiñar, y se llevó su tarjeta, celular y moto

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Patrullero en Montevideo. Foto: Estefanía Leal.
Autos de policia por operativo policial en la ciudad de Montevideo, ND 20210202, foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

UNA MUERTE INVESTIGADA CON TRASFONDO SINIESTRO

El ahora imputado tenía antecedentes penales y pretendía vender el arma y el chaleco de la mujer.

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Osmar F. tiró un colchón en el living del apartamento. Encendió la televisión y puso los dibujos animados preferidos del niño de siete años. Al lado del colchón dejó unas frutas. El joven dijo al niño mientras subía el volumen del televisor: “Tu madre va a descansar. No la molestes”.

Luego Osmar se dirigió al dormitorio donde se encontraba la madre del niño y policía del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). Al rato, el joven salió del dormitorio y le dijo al niño: “No abras la puerta a nadie. Yo vuelvo pronto”. Al niño nada le llamó la atención.

Apenas habían pasado unos minutos del mediodía del 19 de febrero pasado, cuando el niño sintió sed. Atinó a comer una naranja. Y siguió mirando televisión. Poco después, se levantó del colchón y caminó hasta el dormitorio para despertar a su madre. Tenía hambre.

La sacudió. La mujer policía no despertó. Desesperado, comenzó a gritar por la ventana del apartamento del tercer piso pidiendo ayuda a los vecinos que pasaban por el complejo de apartamentos ubicado en Avenida Millán y Lecocq.

Un vecino lo escuchó entre llantos: “Mi madre no respira, mi madre no respira”.

El vecino buscó a Julia (nombre ficticio), tía del niño que vivía en un apartamento cercano del mismo complejo. Poco después, ambos llegaron a la puerta del apartamento de la mujer policía. La hermana pidió al vecino un martillo para romper la puerta.

Mientras esperaba, Julia llamó a Osmar F. y a la Policía. A su cuñado, Julia le preguntó si sabía qué le había sucedido a su hermana. Osmar F. le respondió que no sabía. “Fui a ver a mi hijo”, explicó el joven.

Julia: ¿Sabés si ella tomó medicamentos para la depresión?

Osmar F.: No sé. Vi Clonazepam arriba de la mesa de luz.

Julia: ¿Te llevaste los dos juegos de llaves del apartamento?

Osmar F.: No. Solo el mío. Decile al niño que busque encima de la heladera. Ahora fui a visitar a mi hijo. Vuelvo en un rato.

Jamás regresó.

Policía capturó banda que cambiaba armas por drogas. Foto: Fernando Ponzetto
La familia de la policía fallecida considera que la Fiscalía debería investigar el eventual delito de homicidio.. Foto: Fernando Ponzetto

El vecino llevó una barreta y destrozó la cerradura de la puerta de entrada. Julia ingresó al apartamento. Comprobó que su hermana no respiraba.

Poco después, una vecina declaró a dos policías que las peleas entre la agente y Osmar F. eran continuas.

Según declaró otra testigo ante la fiscal del caso, Gabriela Fossati, Osmar F. salía a robar usando el arma de reglamento y el chaleco de la policía fallecida acompañado por un joven. Luego ambos se quedaban drogándose hasta tarde en el apartamento. Esas situaciones desgastaron la relación entre ambos, agregó la testigo.

Las tarjetas.

A las 17:00 horas de ese 19 de febrero, Osmar F. llegó a la casa de su expareja ubicada en Colinas de Solymar, Canelones, en la moto que pertenecía a la mujer policía. “Vengo a ver al gordo”, dijo a su expareja en alusión a su hijo.

Minutos más tarde, ambos se dirigieron a un cajero automático ubicado en la avenida principal El Pinar. Allí Osmar F. le dijo a su expareja: “Yo tengo que sacar plata. Tengo una tarjeta de débito, pero no sé cómo se usa”. La tarjeta pertenecía a la mujer policía fallecida.

En la puerta del comercio, Osmar F. explicó a su expareja que no podía ingresar al local porque carecía de tapabocas. Y agregó: “Sacame todo lo que haya (en la tarjeta)”. Luego le proporcionó un pin.

La joven extrajo dinero de la tarjeta de la fallecida y le entregó $ 1.000 a Osmar F. Ambos regresaron a la casa. Osmar F. estuvo un rato con su hijo. Luego salió afuera de la vivienda acompañado por su expareja.

Osmar F. sacó de su billetera una libreta de propiedad de una moto que estaba a nombre de la policía fallecida.

Expareja: Te estás luciendo con una moto que no es tuya.

Osmar F.: La moto es mía. Ella me la compró porque yo no puedo comprar nada a mi nombre por mis antecedentes. Pero la voy a vender y te doy la mitad para vos y el gordo.

La mujer rechazó la oferta.

En otro tramo de la conversación, Osmar dijo: “Tengo un arma y un chaleco para vender. En breve los facturo”.

Nada dijo sobre el origen de ambos implementos policiales.

A las 22:00 horas de ese 19 de febrero, Osmar se dirigió a una casa ubicada en El Pinar. Investigadores de la Zona IV (Cerro) y de Ciudad de la Costa lo ubicaron cinco días más tarde en esa vivienda.

El 24 de febrero, a pedido de Fossati, el juez Humberto Álvarez lo procesó con prisión por hurto especialmente agravado, violencia doméstica y omisión de asistencia.

La familia de la policía fallecida, asistida por los abogados Juan Fagúndez y Daniel Piedra, considera que la Fiscalía debería investigar el eventual delito de homicidio. Una de las pericias dejó entrever que había una posibilidad de que la joven haya sido asfixiada y que esa muerte, en ocasiones, no deja rastros.

Se conocieron en la prisión

La mujer policía tenía 36 años y su pareja, 22. Se habían conocido cuando él estaba preso por una violación, relató una testigo a la Policía. Ella era funcionaria de la cárcel. Cuando él obtuvo la libertad, la relación se hizo más firme. La hermana de la policía fallecida le advirtió que el delito que lo había llevado a la cárcel era grave, pero no fue escuchada. La hermana optó por alejarse. Poco después, la mujer policía y su pareja circulaban en moto cuando fueron detenidos por un control policial. Tras observar los documentos, uno de los policías la llevó aparte y le dijo: “Ese muchacho tiene múltiples antecedentes. No te conviene andar con él”.

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