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Dejaron morir a su sobrina de 11 años en Treinta y Tres después de someterla a un calvario

Los condenados habían denunciado un caso de muerte súbita a la Policía, pero la Fiscalía probó que no fue atendida.

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Entrada a la ciudad de Treinta y Tres
Entrada a la ciudad de Treinta y Tres por la Ruta 8.
Foto: Archivo El País

La Justicia condenó a dos mayores de edad como responsables de la muerte de su sobrina de 11 años. Los hechos sucedieron en Santa Clara de Olimar, en el departamento de Treinta y Tres.

El caso había sido denunciado como una muerte súbita por parte de la tía de la víctima, pero la investigación de la fiscal departamental, Alicia Abreu, logró comprobar su responsabilidad y la de su pareja.

El pasado 16 de enero fue cuando la menor tuvo una recaída por una enfermedad respiratoria que padecía. Ante la carencia de atención médica, entonces, se produjo su muerte por ahogo y deshidratación.

La niña vivió un calvario hasta el día de su fallecimiento. Su vida estuvo marcada por la violencia de quienes estaban a su cargo, comenzando por su progenitora, quien por ejercer violencia doméstica en su contra perdió su custodia. Así fue que la menor pasó a manos de sus tíos, quienes recrudecieron los maltratos.

“Esclava”

Los testigos que logró reunir la Fiscalía en su investigación relataron que los condenados sometían a la menor, y al resto de niños que tenían a su cargo -cuatro menores, entre los que estaba la hermana de la víctima- a explotación laboral. Todos padecían esta violencia, pero con la niña de 11 años tenían -siempre según los testigos que declararon- una fijación.

“Era la esclava de la familia”, señaló una vecina que había visto a la menor trabajar en una quinta, hostigada por sus tutores. La joven, añadió, tenía una mirada de “miedo o terror” constantemente.

La explotación llevaba a que la víctima y los otros menores trabajaran incluso bajo sol, lluvia o frío, hasta altas horas de la noche, repartiendo rifas o vendiendo lo que produjeran sus tíos.

Las formas de reprimir ante la insubordinación eran maquiavélicas, según el relato de los testigos. Desde colocarlos en “maíz de rodillas”, hasta golpearlos “con una caña”. También eran víctimas de feroces insultos.

Las pericias forenses realizadas a la menor constataron la violencia que ejercían sus tíos. La menor tenía “numerosos hematomas en la región abdominal”, pero también en antebrazos, tórax, cuero cabelludo e incluso en el rostro. La deshidratación fue otro de los factores que llevaron a su muerte, que fue catalogada de severa y se arrastraba desde hacía varios días.

Condena

La Fiscalía y los implicados llegaron a un acuerdo, que permitió asegurar la condena de los responsables y alejarlos de los menores a su cargo; pero también significó para los implicados la reducción de su pena.

La tía de la menor -una mujer de 39 años, primaria absoluta en el delito- fue condenada como autora de un delito de homicidio culposo, un delito continuado de omisión a los deberes inherentes a la patria potestad y un delito continuado de violencia doméstica agravada. Le dieron tres años de penitenciaría. Dos años los deberá cumplir en prisión efectiva y el restante en domiciliaria.

El tío, de 41 años, en tanto, fue hallado culpable de un delito continuado de violencia doméstica agravada. Se dictaminó una pena de 12 meses de prisión. El primer mes lo cumplirá en prisión efectiva y los restantes once en régimen de libertad a prueba.

El resto de menores a cargo de los condenados fueron derivados a la custodia del INAU, hasta que se logre identificar a un familiar que pueda cuidar de ellos.

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“Una llamada pudo salvar la vida de la víctima”

La fiscal a cargo del caso, Alicia Abreu, señaló que “una llamada pudo salvar la vida de una víctima”. La intención detrás de sus palabras es transmitir a la población un llamado a denunciar hechos delictivos que presencien, y más aún cuando hay menores afectados.

“No es descabellado pensar que a partir de allí un juez pudo haber intervenido en la investigación del caso. La menor hubiera sido examinada por un forense y hoy la noticia no era su muerte, sino que se salvaba su vida”.

Abreu dijo que la gente debe confiar en el anonimato que brinda el Estado para denunciar y tomar una postura de responsabilidad ante estas situaciones. “Todos somos responsables, porque tenemos la posibilidad de inclinar la balanza informando a la Justicia”, insistió la fiscal.

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