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Héctor Bado y el epílogo de la exploración submarina

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Héctor Bado vino a Uruguay en 2012 a buscar el avión perdido de Air Class. Foto: archivo El País
Llegada de restos del avión de Air Class a bordo del buque Rou Maldonado al Prto. de Montevideo, desaparecido el 6 de Junio sobre el R. de la Plata y hallado durante un operativo de búsqueda de la Armada el 20 de Julio cerca de la Isla de Flores, accidente aéreo, ND 20120803, foto Andrés Fernández - Archivo El País, Hector Bado
Archivo El País

Murió el buzo uruguayo dejando una impresionante estela de hallazgos.

En 2012, un avión de la empresa Air Class se precipitó a escasos metros de la costa montevideana con dos pilotos a bordo. Pese a los esfuerzos de las autoridades, el accidente se sumió durante varios días en el más absoluto de los misterios. Fue entonces que familiares de los pilotos fallecidos decidieron requerir la ayuda de Héctor Bado, quien desde hacía años se encontraba radicado en Estados Unidos. En 48 horas, el buzo logró lo que la Armada y la Facultad de Ciencias no pudieron hacer en 44 días. Y no cobró un peso por ello. También desbancó entonces al presidente José Mujica en los rankings de audiencia televisiva. Aunque mucho antes había tomado notoriedad con los rescates del águila y otros elementos del Graf Spee, era aún un perfecto desconocido para muchos uruguayos.

Rápidamente se transformó en un fenómeno de medios y redes sociales, al hallar los restos del avión y su caja negra. Ello hizo que miles lo comenzaran a seguir en Facebook, donde la foto de perfil que mantuvo hasta el final fue la del Escudo Nacional de Uruguay, el país que le dio la espalda y que lo llevó a emigrar, atado de pies y manos en su profesión, en busca de nuevos horizontes.

A raíz de una extensa entrevista que concedió a El País en 2012, luego de su exitoso trabajo en la búsqueda del Air Class, el entonces ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, acusó a Bado de estar "borracho de vedetismo".

Estas declaraciones generaron una catarata de comentarios negativos hacia el secretario de Estado y de respaldo al buzo en su perfil de Facebook, así como en el grupo "Ayuda a Héctor Bado", creado en la misma red social, que contaba con miles de seguidores.

Choques con el Estado.

Aun cuando en su momento el gobierno uruguayo declaró de interés turístico el proyecto de reflotar el telémetro del Graf Spee, los responsables de éste y otros operativos, en sucesivas etapas, han tenido fuertes enfrentamientos con la Comisión de Patrimonio Histórico.

Según Bado, todos los rescates, exhibiciones y comercialización de elementos recuperados en el país quedaron suspendidos por la actuación de esa dependencia del Ministerio de Educación y Cultura.

En junio de 2004, el rescatista ganó un juicio por difamación e injurias que le entabló al entonces presidente de la Comisión de Patrimonio Histórico, Jorge de Arteaga, quien lo había tratado públicamente de "ladrón" y "aventurero".

Pese a que no hubo reparación económica tras la sentencia, el buzo anunció que tenía la intención de iniciar una demanda por US$ 100 millones por daños y perjuicios contra el gobierno uruguayo. Afortunadamente para las arcas del Estado, no lo hizo.

Aunque De Arteaga se retractó por sus dichos, reiteró su oposición a la ley que regula la actividad submarina y que otorga a los buscadores de tesoros el 50% de lo recuperado. El ex jerarca llegó a decir después —y así quedó asentado por escrito— que Bado era "el único que hacía las cosas bien". Sin embargo, sus dichos habían alejado a inversionistas que estaban dispuestos a apoyar sus emprendimientos, entre los que había empresarios españoles y estadounidenses.

Héctor Bado murió ayer tras una desigual lucha contra el cáncer, entre otras cosas sin ver un solo peso por las ventas que el Estado truncó, de centenares de objetos que rescató de las costas uruguayas.

Entre ellos se encuentra la famosa águila de bronce del Graf Spee, que desde hace años se encuentra arrumbada en un depósito del Fusna, dentro de una caja, sin que el Estado o los particulares puedan sacar provecho de ella.

EL AVIÓN CAÍDO DE AIR CLASS

Héctor Bado vino a Uruguay en 2012 a buscar el avión perdido de Air Class y lo ubicó en 48 horas, cuando se había rastreado la zona durante 44 días. "Lo que hizo el avión fue caer en picada. Y la superposición de la información me dio un área que increíblemente no había sido asignada para búsqueda. Diseñé una zona de búsqueda y la agrandé un poco más (media milla). Es curioso, pero por un error en una carta argentina que estábamos usando, podríamos haber encontrado el avión en 18 minutos. Por suerte no pasó, porque si no iban a decir que sabíamos dónde estaba".

UNA VIDA MIRANDO AL MAR

Rescatando cápsulas de tiempo

Héctor Bado comandó las expediciones de rescate del Graf Spee y de otros barcos emblemáticos, entre ellos del H.M.S. Agamenón, el "preferido" del héroe naval inglés Horacio Nelson, que participó en la batalla de Trafalgar de 1805 y se hundió en Punta del Este cuatro años más tarde. También localizó decenas de naufragios en el Banco Inglés y en Rocha, donde obtuvo el permiso para explorar el naufragio del Nuestra Señora del Rosario junto a su socio Sergio Pronczuk. Todos esos hallazgos quedaron "en la nada" por "trabas burocráticas", denunció varias veces a El País.

"Otro caso tremendo fue el del Sea Horse (barco de tráfico de esclavos naufragado en 1728 en la zona de Isla Gorriti), que estaba cargado con diez toneladas de monedas de plata. Desde 1992 estoy esperando el permiso de extracción. La Comisión de Patrimonio le comunicó a la Unesco que era el único barco negrero que había en estas latitudes. La Unesco manifestó intención de hacer el rescate (hace más de 20 años) y directamente me lo robaron", relató.

En 2004, Bado y su equipo habían asegurado el telémetro del Graf Spee con dos grilletes de 15 kilos para llevarlo a tierra. Pero antes de la maniobra, los buzos se percataron que los flotadores que sujetaban las lingas, a nivel de superficie, ya no se encontraban en el lugar. Los grilletes que se habían ajustado con una herramienta apropiada, habían sido desmontados bajo el agua, tarea que probablemente insumió a los saboteadores varias horas de trabajo. Finalmente, la pieza pudo ser recuperada. Del Graf Spee también rescató uno de sus cañones antiaéreos y la famosa águila, que desde hace años duerme en un depósito del Fusna.

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Héctor Bado vino a Uruguay en 2012 a buscar el avión perdido de Air Class. Foto: archivo El País

DECESOANDRÉS LÓPEZ REILLY

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