BANDERA DE LA REFORMA EDUCATIVA
Talleres, aprendizajes enfocados a proyectos y tres comidas al día.
La referencia instantánea que le surge al ministro de Educación, Pablo Da Silveira, para reflejar cómo se visualizará la transformación educativa que impulsa el actual gobierno es la modalidad que aplican los centros María Espínola.
Hasta el momento hay 29 centros que funcionan de esta manera y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) prevé que para 2023 se incorporen otros 14.
En la UTU Flor de Maroñas N° 2, ubicada en ese barrio, se aplica esta modalidad. Ayer, al igual que cada día, a las 8:00 horas comenzaron las clases. Se trabaja con una propuesta de tiempo extendido que implica la formación educativa durante ocho horas.
El director del centro, Ariel Stefanoli, comenzó la recorrida junto a un periodista de El País señalando por qué había dos policías en la entrada. “Tuvimos que pedirlo, porque nos robaban constantemente y andaban a los tiros cada tanto”, afirmó.
Hasta su llegada, los delincuentes se llevaron aires acondicionados, las luminarias y los extintores. A pesar de la presencia policial los docentes toman sus resguardos y cuando cierra el centro, a las 16:00 horas, coordinan para salir todos juntos.
A la UTU acuden 209 estudiantes. Hay 43 docentes, de los cuales solo cinco son efectivos y el resto son interinos. Precisamente, una de las particularidades de los centros María Espínola es que los profesores efectivos eligen sus horas allí y permanecen por tres años.
Allí los estudiantes reciben tres comidas: el desayuno a las 9:00 horas, la merienda en la tarde - consiste en una porción de pan hojaldrado, muffin o torta- y el almuerzo, que ayer fue pollo con verduras.
Una empresa elabora las comidas y se guía por recomendaciones de una nutricionista que marca una dieta saludable para los jóvenes.
Modalidad
Luego del desayuno los jóvenes tienen las materias definidas en el plan de 2007 de UTU tecnológico. Son asignaturas de ciclo básico, más una de tecnología y la posibilidad de acceder a talleres opcionales pero que forman parte de la currícula.
A esto, por tratarse de un centro María Espínola, se le suman talleres de currícula abierta, donde se trabaja entre estudiantes de todos los cursos en clases de música, de videojuegos, de artes plásticas y también de robótica.
Bajo este abordaje se busca alcanzar la apuesta de este gobierno: el aprendizaje basado en proyectos. Se trata de una modalidad en que los docentes impulsan a los estudiantes a trabajar más allá de los contenidos de sus materias y los involucran en proyectos vinculados con su centro educativo.
Para esto cada centro María Espínola define sus lineamientos. En el caso de la UTU de Flor de Maroñas N° 2 se busca mejorar la comunicación dentro del instituto, concretar un proyecto de alimentación saludable y la creación de una huerta orgánica, entre otros.
Por otra parte, con las materias curriculares de ciclo básico también se promueve una propuesta basada en la coenseñanza y la interdisciplinariedad. Es decir, que docentes de diferentes materias desarrollen un proyecto en conjunto y dicten clases con un objetivo común. Para esto dividen sus clases, en una primera hora dictando cada materia por separado y en la otra juntos.
Ayer, por ejemplo, se dictaba una clase entre una docente de química acompañada por una de orientación vocacional.
Graciela Curbelo, docente de vocación profesional, explicó que la propuesta planteada a los jóvenes fue que a partir de una personalidad de la química, los estudiantes pudieran identificar las competencias que la llevaron a ser reconocida. Además, se los impulsó a generar mapas conceptuales donde pudieran identificar y diseñar estas capacidades.
En este sentido, dijo que se logró una forma de enseñar generando una sinergia entre los docentes, pero se trata de un trabajo que es “realizable”, pero “bajo mucho esfuerzo”.
Para posibilitar la coordinación entre las materias, las nuevas figuras educativas juegan un rol significativo. El coordinador educativo, el coordinador pedagógico, el profesor de tecnología y el coordinador de actividades recreativas son los nuevos actores que funcionan como quienes unifican las propuestas para los estudiantes.
Para Stefanoli, la modalidad de trabajo “permite generar vínculos entre docentes, estudiantes y autoridades”, pero cuando se piensa llevar esto a espacios con más alumnos “puede traer complicaciones”.
Y afirmó que deben “mantenerse las reglas de juego” para el éxito de la modalidad, porque si crecen los grupos el control “empieza a escaparse”.