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Chau a la escuela de un turno solo, a la repetición y exclusión

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Los educadores Renato Opertti y Fernando Filgueira presentaron el “A-B-C” de la reforma educativa que planea Eduy21. Foto: Marcelo Bonjour

EDUCACIÓN

El Libro Abierto de Eduy21 busca un “cambio estructural” de la educación.

Antes de que Uruguay sea sede del Mundial de fútbol, en 2030, todos los alumnos de entre cuatro y 14 años estarán en un centro educativo de tiempo extendido. Sí, ya no correrá más eso de "turno matutino, vespertino o nocturno". Para entonces no existirá Primaria separada de Secundaria y de UTU; no habrá más repetición y tampoco docentes que roten todos los años. Advertencia: la siguiente no es una nota de ficción, sino una aproximación al Libro Abierto que presentó ayer el colectivo Eduy21 y pretende sacudir el tablero de la educación.

Tras un año y medio de trabajo, Eduy21 —autodefinido como un "movimiento ciudadano de educadores"— logró reunir en el Palacio Legislativo a políticos de todos los colores; representantes de las cámaras empresariales; autoridades de la ANEP, del gobierno y hasta algún sindicalista para acordar las bases de una verdadera mutación del ADN de la educación. ¿El objetivo? "Que el próximo gobierno, sea del partido que sea, tenga prontos los instrumentos para dirigir el cambio", explicó Renato Opertti, integrante de la comisión directiva de Eduy21.

No es que todo lo hecho hasta ahora sea desechable. Tampoco se trata "de la década perdida", como dicen los argentinos. "En este tiempo ha habido avances, pero han sido insuficientes para alcanzar las metas y, sobre todo, es necesario un cambio de modelo que se ajuste a las necesidades de los estudiantes y de la sociedad actual", dijo Opertti.

Para ello, el Libro Abierto revela que para 2019 habrá un anteproyecto de nueva ley de Educación; un nuevo estatuto docente (que premie por desempeño, por ejemplo); un reglamento de centros educativos (para que cada uno rinda cuentas de su presupuesto, otro ejemplo); un sistema universitario de formación docente (que involucre a universidades públicas y privadas, más ejemplos); un sistema de evaluación de aprendizajes (con pruebas nacionales y extranjeras); y el dinero calculado de cuánto se necesita para toda esta transformación.

Hasta la estructura de la educación está en juego en este planteo. El Ministerio de Educación tendrá más influencia y será el encargado, entre otros cometidos, de enviar el proyecto de presupuesto quinquenal que rija la política educativa. Es que hoy, dijeron en la presentación, "reina pero no gobierna".

El Codicen mantendrá su autonomía técnica; pero ya no existirán consejos desconcentrados como tales. La enseñanza obligatoria se dividirá en dos consejos: uno de educación básica (desde inicial hasta noveno grado ó 14 años) y otro de educación media superior (los hoy bachilleratos de Secundaria más los de UTU). Los directores de estos dos ciclos, junto a dos delegados elegidos por los docentes y un presidente designado por el Poder Ejecutivo serán el quinteto que comandará el Codicen.

Pero debajo de toda esta estructura estarán los centros educativos, una propuesta que genera rechazo en algunos sindicatos. Eduy21 estima que cada instituto tenga sus propios equipos de docentes. Fijos, sin rotación. El director de cada centro liderará un proyecto y, como sucede en las organizaciones civiles, sumará a los trabajadores que considere idóneos. Y los docentes, a su vez, elegirán en base a dónde se sientan más cómodos.

Así las cosas, un maestro tendrá entre 30 y 40 horas fijas en un solo centro educativo. Pero solo estará en el aula, frente a los alumnos, hasta un máximo del 70% de su carga horaria. El resto lo dedicará a la coordinación, evaluación, el trabajo con la comunidad y, sobre todo, "a tejer el vestido que se ajuste a cada alumno", señaló el director ejecutivo del colectivo, Fernando Filgueira.

¿Qué significa? Se hará un seguimiento individual y se acompañará con tutorías. "En principio, todos estos cambios se implementarán para los sectores más desfavorecidos", señaló Opertti, quien aclaró que esto demuestra que "no es una propuesta mercantilizadora y mucho menos neoliberal".

Es que algunos sindicatos docentes, en especial la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), tildaron a Eduy21 de pretender una "privatización".

Sin embargo, el primer párrafo del Libro Abierto reza: "La educación importa. Como derecho humano. Como dimensión de la ciudadanía social. Como fuente generadora de escalas de valores compartidas y acordadas". Y todo esto implica, según Opertti, "reforzar la educación pública".

En este sentido, la propuesta presentada ayer dice que, para 2024, cuatro de cada diez centros educativos serán de tiempo extendido (priorizando a los más vulnerables). Eso sí: los estudiantes no estarán ocho horas en clase, como si fuera un trabajo remunerado. Parte del tiempo se invertirá en proyectos, talleres, deportes y actividades de recreación.

—¿No se termina viviendo en un gueto, siempre socializando con la misma gente?

—La idea es que el estudiante participe de actividades con chicos que no sean solo de su edad, que puedan tener danza, por ejemplo, en otro centro educativo al que se tengan que trasladar; como si fuera una gran red, ejemplificó Opertti.

De fondo, Eduy21 pretende con este cambio que un docente no sea solo especialista en Matemática; sino que sea un educador en sentido amplio. Filgueira recordó que cuando era profesor no llegó a terminar el programa de estudio porque le dedicó tres días a trabajar en clase sobre el bullying. A su entender, los docentes "deberían poder trabajar las temáticas que importan y, desde allí, abordar las Matemáticas, la Lengua y la Historia".

¿Eso significa que los estudiantes sabrán como cuidarse pero no aprenderán a leer y escribir? No. Eduy21 propone que el 60% del espacio curricular en el ciclo básico sea sobre "alfabetizaciones fundamentales".

Pero eso trae otro desafío. "La Matemática que aprende un niño de tres años, tiene que tener la misma lógica y la misma coherencia de evaluación que la del adolescente del liceo", explicó Filgueira.

Para hacer corto este cuento de no ficción, Eduy21 planteó ayer consensuar entre todos —o entre la mayoría— un "cambio estructural" de la educación, resumió el exdirector de Educación Juan Pedro Mir, presidente del colectivo. Y que ese cambio no sea la apropiación de un partido, "sino de todos".

Un libro, cinco partidos políticos que lo apoyan y una "oveja negra"

Dicen que si se juntan los expertos de todos los partidos políticos en una habitación, con la consigna de definir para qué y qué se educa, hay un acuerdo a los cinco minutos. Algo así pasó ayer. El diputado frenteamplista José Carlos Mahía dijo que buena parte de lo que plantea Eduy21 coincide con el programa del oficialismo y, por tanto, lo apoya. Esta afirmación contó con el aplauso cómplice de sus correligionarios Danilo Astori, Pablo Ferreri y Yamandú Orsi, por citar algunos presentes.

"Cuando de educación se trata, siempre contarán con nosotros", enfatizó, Juan José Villanueva, del Partido Colorado, ante la mirada atenta de Julio María Sanguinetti, Ernesto Talvi y el consejero Robert Silva, entre otros.

"¿Invertir el 6% del PIB para que todo siga igual?", preguntó Caludio Hornos, del Partido de la Gente. "La propuesta de Eduy21 es un excelente análisis y diagnóstico… y la apoyamos". Edgardo Novick, presente, coincidió.

"Es una noche de renovación de la esperanza (...) compartimos ampliamente", indicó el líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, ante la aprobación de expertos como Denise Vaillant y Pablo Cayota.

"La confrontación es (...) entre los que queremos el cambio educativo y los que prefieren el inmovilismo", dijo Pablo Da Silveira, del Partido Nacional. Y lo aplaudieron, entre otros, Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga.

Hasta el representante de las cámaras empresariales, Juan Martínez, y el sindicalista Richard Read apoyaron la propuesta.

Pero hubo alguien que no compartió "el marco teórico": la Unidad Popular. Gonzalo Abella dijo querer dialogar, pero aclaró que el cambio "no puede venir de think tanks".

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