Este año unos 50 bebés uruguayos sufrirán lesiones en el plexo braquial, una zona de tendones y ligamentos que conecta al cuello con el hombro y el brazo. En determinadas maniobras de parto se elongan y llegan a quebrarse.
No sucede en todos los partos, aclaran ginecólogos y cirujanos que atienden la patología. Ocurre principalmente cuando, tras ser expulsada la cabeza, uno de los hombros queda atascado y el ginecólogo o la partera no logran desprenderlo, una situación conocida como distocia de hombros.
Para destrabar al bebé y que el nacimiento se produzca los clínicos realizan maniobras en las que traccionan, realizan fuerza desde el brazo o la cabeza del bebé -en algunos casos utilizan forceps- y estiran los nervios del plexo braquial.
Esta zona está ubicada a la altura de la clavícula y comprende los nervios que nacen de la columna vertebral a la altura del cuello.
Cada nervio está compuesto de fibras y estructuras más pequeñas que se ramifican y son las encargadas de inervar brazos, antebrazos y manos.
En el momento inmediato al nacimiento, cuando se trata de partos complejos, los clínicos enfocan su atención en dar soporte vital al bebé. Las lesiones son percibidas días después. Suelen ser los padres quienes ven que el niño no mueve los dos brazos del mismo modo.
"Detectan que hay una parálisis completa o incompleta del miembro superior. El bebé no mueve la mano o no mueve el brazo ni el hombro", comentó Enrique Fossati, director del departamento de cirugía plástica del Hospital Británico, y especialista en la reparación quirúrgica de estas lesiones en niños y adultos.
"El plexo tiene como hilos, como cables de teléfono, llenos de conductos pequeños", ilustró el clínico. "Si estiro un cable puedo simplemente elongarlo, entonces, cuando lo dejo reposar se recupera". En la mayoría de los casos los nervios del bebé se recomponen con el paso de los días y no es necesario operarlos.
Pero "si tiro más puedo romper los elementos que están adentro. En ese caso hay una parálisis, una pérdida de la sensibilidad y la motricidad". La elongación puede ser más extrema y "el cable" en sí se quiebra, se vence el nervio en sí mismo. En estos casos la sensibilidad se ve aún más comprometida.
Una tercera situación posible es que la lesión se produzca en la base de la columna, a la altura del cuello. Aparentemente los nervios están sanos pero el bebé no mueve el brazo. Esto sucede cuando hay un "arrancamiento" del nervio a nivel de la médula espinal.
En estos casos, los más extremos, los niños corren el riesgo de no llegar nunca a sentir el brazo afectado. A tal punto, aseguró el clínico, que si se les pide que dibujen a un niño lo representarán con un solo brazo. Para su cerebro el segundo miembro superior no existe.
Para determinar si la lesión merece una cirugía, un síntoma clínico claro es que en el transcurso de los primeros tres meses de vida el niño no pueda flexionar el codo.
La cirugía dependerá de las características de la lesión pero lo más frecuente es realizar un corte en la zona dañada. Cuando "revienta" el nervio las fibras crecen y forman una suerte de nódulo en la región afectada.
Los cirujanos toman injertos de otra parte del cuerpo, generalmente de la pierna y los colocan donde estaba el nódulo. "Esos injertos no tienen fibras, se usan como conductores", explicó Fossati. "Lo que se busca es que los nervios que vienen creciendo lleguen a espacios huecos, se metan y sigan".
Cuando las lesiones son severas se recomienda operar antes del primer año. De todas formas, una de las secuelas frecuentes es que el niño no logre levantar el brazo más allá de la altura de la cara. Puede moverlo pero no llega a levantarlo en alto.
UNA PESADILLA. Las lesiones de plexo braquial afectan a entre 0,4 y 1, 2 bebés cada 1.000 nacidos vivos, de acuerdo a cifras internacionales que se aplican en Uruguay, dijo Fossati. Teniendo en cuenta que en Uruguay nacen unos 50.000 niños por año se estima que 50 bebés padecen este tipo de afectaciones cada año.
Algunos factores aumentan el riesgo de sufrirlas. Por ejemplo, que la madre sea diabética o que el peso fetal supere los 4.000 gramos -bebés llamados "macrosómicos". Sin embargo, "la mayoría de las veces son totalmente impredecibles", lamentó Gerardo Vitureira, profesor adjunto de la Clínica Ginecotocológica B del Hospital de Clínicas.
Justo Alonso, titular de la clínica ginecotocológica C coincidió en que es muy difícil prever que un parto derivará en el atascamiento del hombro del bebé y en la posterior lesión de los nervios. "Es una situación muy difícil de prever y es una pesadilla para los ginecólogos y las parteras", admitió el ginecólogo.
Vitureira, por su parte, apuntó que en los últimos años se instaló la recomendación de realizar una ecografía al finalizar el embarazo. Si al estimar el peso del feto se obtiene que será de 4.500 gramos se indica una cesárea para evitar la distocia de hombros.
Fossati, quien trabaja con un equipo de cirujanos que se especializan en el tratamiento quirúrgico de estas lesiones, puntualizó que también atendió casos de bebés nacidos por cesárea. De todos modos, también dijo que "es evitable hasta cierto punto. Porque hay casos en los que no hay más remedio que sacarlo rápido porque corre peligro vital".
Por eso, para el cirujano lo mejor es tener presente que puede suceder. Y estar atentos a la evolución del niño, especialmente si sufrió complicaciones al momento del parto y no mueve sus miembros con normalidad.
ASPECTOS CLAVE
Lesiones de plexo braquial
Son las que se producen en los nervios que salen de la columna, a la altura del cuello, e inervan brazos y manos. En algunos casos se recuperan solas, en otros necesitan la realización de cirugías.
Quiénes las padecen
Aparecen en niños recién nacidos como consecuencia de las tracciones durante el parto. También se ven en adultos que sufren accidentes de tránsito, sobre todo en motos.