Baños públicos con pinta de viejos pero moderno sistema de higiene

Montevideo. De los 18 hay 15 instalados; el servicio cuesta $ 4, pero pronto subirá a $ 7

ANA PAIS

Lejos de ser una experiencia desagradable, los baños públicos tienen un sistema de limpieza automático que los conserva en un estado digno. Su principal enemigo es el vandalismo.

La empresa francesa JCDecaux tiene un contrato con la comuna capitalina para la explotación publicitaria en la ciudad desde 2000 a 2015. A cambio debe pagar U$S 300.000 por año e instalar, entre otras cosas, 18 baños públicos.

Los excusados son pequeñas piezas del primer mundo. Después de cada uso, tanto el piso como el water se limpian de forma maquinal. El piso se abre y de un orificio sale agua con jabón. La taza también se desinfecta y seca, para lo cual se levanta hacia atrás como una silla plegable.

Adentro, las paredes simulan ser de mármol y todos los accesorios son de acero. Hay dispensadores de papel higiénico que la empresa debe renovar. Si los inspectores del Servicio de Planificación, Gestión y Diseño de la IMM los encuentran vacíos, recibe una observación.

De los 18 baños, hay tres que falta instalar: uno será ubicado en la nueva peatonal de la calle Yacaré, mientras que los otros no tienen destino aún. Fueron retirados del Molino de Pérez en Punta Gorda y de Prado Chico, entre Millán y Camino Castro. Allí, como en otros tantos lugares, los rompieron una y otra vez.

Los baños públicos son víctimas de todo tipo de vandalismo. Les arrancan cada una de sus partes, estropean el sistema electrónico que activa su funcionamiento y hasta los prenden fuego.

Aunque el incidente más reiterado es el uso de objetos varios para ingresar, en vez de introducir las monedas de $ 1 y $ 2 que se aceptan para pagar los $ 4 del uso del servicio. Destrabarlos es tarea cotidiana.

"No creo que la ciudadanía esté educada para baños tan sofisticados", dijo una funcionaria municipal que hace unos años hacía inspecciones. "Hay mucha gente que no entra porque desconfía de la tecnología, tiene miedo a quedar trancado".

VIVEZAS. Quienes no sufren de claustrofobia son algunos sin techo que utilizan los excusados como dormitorio. "Como a las 7 de la tarde se trancan las puertas, la gente entra 15 minutos antes y duerme hasta las 7 de la mañana", contó Julio Carminatti, dueño de un puesto de remeras en la Plaza Libertad.

Ese baño público es uno de los cinco habilitados para discapacitados. Por eso, tiene un espacio interior aproximado de 2 por 1,5 metros.

Carminatti utiliza varias veces por día el baño. Pero como no puede gastar $ 4 cada vez que lo precisa, espera a que alguien salga para aprovechar los minutos que le sobran.

"El ingenio popular nunca descansa, por más tecnología que haya", dijo el vendedor. En sus entradas fugaces también toma un poco de papel higiénico de más para el día.

Hace un par de meses, JCDecaux solicitó a la IMM aumentar el precio a $ 7. El 31 de julio el departamento de Acondicionamiento Urbano de la comuna le notificó que pueden subir el precio, aunque todavía no comenzó a implementarse.

Las instrucciones del baño ubicado en la Plaza Libertad son llamativas: están escritas primero en español con la bandera de Uruguay a un costado, luego en francés con el emblema de dicho país y otra vez en español, la diferencia es que tiene la bandera de España. Otro dato anecdótico es que el tiempo máximo de utilización en la traducción al uruguayo indica que es de 15 minutos. Las otras dos nacionalidades tienen 20. Para todos, cuando el tiempo se termina, las luces parpadean y las puertas se abren.

Hay dos modelos de baño. Los Sekelis son verdes, de un estilo que simula ser antiguo y los únicos disponibles para discapacitados. En cambio, los llamados Foster son grises, más modernos y pequeños, como el baño de un avión.

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