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A 3 años de muerte de Lola, investigación sigue abierta

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La joven Lola Chomnalez fue asesinada hace dos años. Foto: R. Figueredo
Desaparicion y homicidio de joven de Argentina, Lola Chomnalez , policia tecnica trabajando en el lugar donde fue encontrado el cuerpo, foto Ricardo Figueredo, Archivo El Pais, Dpto de Rocha, entre Barra de Valizas y Aguas Dulces, 20150101, operativo policial
Archivo El Pais

CASO SIN RESOLVER

Policía descartó vínculo de personas de Valizas y Aguas Dulces con crimen.

Hoy se cumplen tres años del asesinato de la joven argentina Lola Chomnalez en el balneario Valizas, en Rocha. Después de indagar a 40 sospechosos y seguir por lo menos seis líneas de investigación, efectivos policiales consideran que la indagatoria no está en un punto muerto. Hace 15 días, varias personas de Montevideo y de Rocha fueron detenidas por este caso tras recibir la Policía informaciones proporcionadas por denuncias anónimas. Desde 2015 ya fueron interrogados todos los sospechosos de Valizas y de Aguas Dulces. Ahora la Policía busca a algún sujeto "de afuera" que habría llegado al balneario buscando trabajo y se cruzó con Lola en la playa. Podría ser alguien que reside en Maldonado o Chuy.

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Después de descartarse por falta de pruebas la vinculación de la madrina, su esposo y el hijo de esta en la muerte de Lola, todas las baterías apuntaron hacia el pescador y su hijo, que encontraron el cuerpo de Lola en un lugar casi inaccesible. Esas personas dejaron de estar en el radar de la Policía como sospechosos. No se sospecha que los otros residentes del asentamiento Malvinas —ubicado a poca distancia de donde se encontró el cuerpo— estén involucrados en el crimen.

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A las tres y media de la tarde del 27 de diciembre de 2014, la madrina de Lola la recibió en la terminal de ómnibus de Valizas proveniente de Buenos Aires. Una foto muestra a Lola descendiendo con una mirada tímida y risueña. Caminaron hasta un rancho de dos pisos ubicado a poca distancia. Minutos más tarde, Lola salió al balcón del rancho alquilado con el propósito de apreciar la naturaleza. Entonces abrió los brazos en cruz, cerró los ojos y respiró la paz. Desde una casa lindera, Alicia Molina dijo a El País que esa imagen le quedará grabada a fuego. Lola miró hacia Aguas Dulces donde desaparecería al día siguiente.

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En la misma tarde de su arribo al balneario, Lola fue a la playa con su madrina, el esposo de ella, el hijo de esta (entonces de 14 años), y una niña pequeña hija de la pareja. Después todos cenaron y Lola fue con la pareja de su madrina al centro de Valizas a presenciar un toque de tambores. En ese mismo lugar también estuvo el hijo de su madrina, que se retiró un rato antes. Pasada la medianoche de ese sábado 27 de diciembre de 2014, el hombre y Lola regresaron al rancho. Declaró que Lola se acostó apenas llegó y que se levantó a las 10 de la mañana del domingo 28 de diciembre. A las 13:00 horas, almorzó unas frutas y un yogurt. Una hora más tarde pidió permiso para caminar por la playa. Llevaba un bolso con un monedero con más de $ 2.000, un libro de Julio Cortázar, una toalla y un pareo.

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La madrina de la joven declaró que tras horas de ausencia, primero pensó que Lola podría haberse escapado a Punta del Este. Luego, junto con su marido, recorrieron a pie la playa de Aguas Dulces y fueron en auto preguntando por el balneario. Finalmente el domingo 28 de diciembre de 2014 hicieron la denuncia en la prefectura de Valizas. En ese momento se inició una búsqueda.

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El 30 de diciembre, dos días después de denunciarse su desaparición, el pescador y su hijo de 14 años ubicaron el cuerpo semienterrado de Lola debajo de unos arbustos. El lugar se encontraba entre dunas y a un centenar de metros de la playa. La zona —situada a seis kilómetros de Valizas en dirección a Aguas Dulces— había sido antes rastrillada por la Policía y no se había detectado nada. El pescador dijo que había seguido huellas en la arena, versión que, para los investigadores, era poco creíble porque había llovido. El pescador dijo a El País que las huellas en las dunas no se borran por la lluvia, duran varios días. Tanto el pescador como su hijo fueron a declarar ante la Justicia y se les hizo exámenes de ADN, los que dieron negativo.

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El 1° de enero de 2015, el padre de Lola, Diego Chomnalez, señaló ante el canal argentino Todo Noticias (TN) tener dudas respecto al esposo de la madrina de la joven. Dijo que desde tiempo atrás no confiaba en el hombre.

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Al día siguiente, la entonces jueza de Rocha, Marcela López Moroy, dispuso la liberación de la madrina de la menor (amiga de la madre de Lola). También liberó a su marido. Ambos estuvieron detenidos e incomunicados durante un día y medio y fueron liberados por falta de pruebas.

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Un informe forense, entregado a la Justicia y firmado por el perito Rubén Castro expresa que el cuello de Lola tenía un corte de lado a lado, lo cual revela que el asesino primero intentó degollarla. No lo logró porque lo hizo con un cuchillo de poco filo, quizás de cocina. El forense también constató que la joven argentina tenía un puntazo en el brazo derecho, cerca del hombro, y un traumatismo de cráneo supuestamente provocado por un puñetazo. Castro dijo a El País que la causa del fallecimiento fue la asfixia con arena. Los exámenes probaron que antes de morir la joven no había mantenido jamás relaciones sexuales. Además, el cuerpo de Lola tenía el short y el bikini intactos.

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La mochila de Lola, de marca "Jansport", fue encontrada por la Policía el 15 de enero de 2015 a 200 metros de la playa en un monte de acacias, a poca distancia de donde fue hallado el cuerpo de la joven. En el monedero no había dinero. Como Lola no sufrió abuso sexual, los investigadores consideran que el móvil de su muerte fue el robo.

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El 20 de enero de 2015, Policía Científica informó a la entonces jueza del caso, Silva Urioste —hoy magistrada en Montevideo—, que el pareo y la toalla que Lola Chomnalez llevaba en su mochila tenían restos de sangre de otra persona. Esa muestra de sangre fue cotejada con la de los 40 detenidos que lleva la investigación judicial. Hasta el momento todas las pruebas dieron negativo y estos fueron liberados por la Justicia.

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Un informe del médico forense Guido Berro entregado a la jueza Urioste señala que quien la mató seguramente no fue un hombre, sino que se trató de una mujer o de un adolescente, aunque podría haber sido más de una persona.

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El 28 de septiembre de 2016, el abogado de la familia de Lola, Jorge Barrera, presentó un escrito donde solicitó a la Justicia Penal que ordenase a la Policía Científica la realización de exámenes de ADN a todos los presos del Comcar y de la cárcel de Rocha. Esa medida sigue ejecutándose.

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Un mes más tarde, Belmonte, Chomnalez y Barrera se reunieron con la fiscal Patricia Sosa para interiorizarse sobre la marcha de las investigaciones. "La fiscal nos anunció que había solicitado a la Justicia una batería de medidas y que esta había accedido a su petición. La fiscal nos pidió reserva para no frustrar los resultados", dijo Barrera a El País.

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El 26 de octubre de 2016, a casi dos años de la muerte de Lola, la Justicia llegó a un punto muerto. Ya se había indagado e investigado a todas las personas de Aguas Dulces y Valizas que podrían tener alguna vinculación con el hecho. No quedaban sospechosos. Un equipo, integrado por investigadores de reparticiones policiales, fue desactivado y el caso pasó a depender exclusivamente de Policía Científica.

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A casi tres años de la muerte de Lola, Adriana Belmonte dijo a Infobae: "No se nos pasó el dolor, se nos pasó el sufrir". Ella y su esposo, Diego Chomnalez, aceptan que pasaron a otra etapa en el proceso de asumir la ausencia de Lola. Diego y Adriana coincidieron: "El matador fue alguien del pueblo; el asesino está en Valizas".

Una mariposa en casa de los Chomnalez.

"Un día salí del estado de shock inicial y caí realmente en que Lola no estaba y que ya no volvería. Estaba muy mal, angustiada y enojada. Me senté en el patio de casa y le pedí a Lola que me diera una señal. De repente apareció una mariposa, de esas naranjas, a las que llaman monarcas, y se me posó en la ropa. Se quedó ahí un buen rato y le pregunté: Lola, ¿sos vos? Se seguía quedando, me levanté para hacer algo en la cocina y la mariposa no se movió. Tenía que ir al banco que queda acá a tres cuadras y me acompañó a upa, entró al cajero conmigo y volvimos a mi casa. Y ahí dije: ¡Es Lola! Luego se posó otra vez en el patio y se fue volando". Así fue el relato a El País la madre de Lola, Adriana Belmonte, el 25 de diciembre de 2015, cuando se cumplía el primer aniversario de la muerte de la joven.

"Las mariposas y los colibríes te avisan que el alma de una persona está bien. Después de que pasó eso, muchas de las amigas de Lola a las que les conté la historia me empezaron a mandar fotos de mariposas que se quedaban con ellas", agrega. En la casa hay otros detalles de la intimidad familiar que procuran conservar la memoria de Lola: fotos de ella siempre sonriente y hermosa, un dibujo en carbonilla que les hizo llegar un artista, un libro con pinturas de Chagall que la adolescente pensaba llevarse al viaje que compartiría con su abuela paterna a Nueva York —regalo por sus 15 años— cuando regresara de Valizas".

"A nuestra hija no nos la devuelve nadie. Queremos saber la verdad y que haya justicia, nos merecemos eso y aún no lo tenemos. Todo lo que tiene que ver con la investigación parece una broma macabra", dice Diego Chomnalez. Acaba de llegar del trabajo con un regalo para Adriana: una nueva mariposa. Es de un transparente azul brillante y sirve de perchero.

Los padres de Lola creen que el asesino vive en Valizas.

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