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15 años de júbilo en Casavalle

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El centro educativo tiene 400 alumnos en total. Foto: Francisco Flores
Liceo Jubilar Juan Pablo II, estudiantes en clase, Roman Arana Iñiguez 5321, ND 20170324 foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

El liceo de la Iglesia Católica tiene la fórmula para llegar a una ínfima tasa de repetición.

El liceo Jubilar viene transformando a Casavalle. En este 2017, al cumplir 15 años, la primera institución de educación formal gratuita de gestión privada del país intensifica sus proyectos y su forma de trabajo que la han llevado a ser uno de los centros más halagados de Montevideo.

El liceo cuenta con una serie de normas que los estudiantes y sus padres aceptan en el primer año. "María, arreglate el pelo", le dice el director Ricardo Villalba a una alumna. Mientras la corrige, distintos adolescentes se le acercan y lo saludan con un beso durante uno de los recreos matutinos.

"Hola, Ricardo, ¿cómo estas?", le dice otro mientras toma una cocoa y come un bizcocho. Luego de un breve diálogo, Villalba sigue ahí, saludando a muchos de los que no pudo saludar más temprano.

Es que todas las mañanas, antes de que suene el timbre, el padre Villalba se para al lado de la puerta. Ahí espera a todos los alumnos y saluda a la mayoría. "Si te quedás al lado mío charlando, también cobrás besos", cuenta entre risas.

El objetivo de que saluden se debe, según Villalba, a la "humanización y la confianza" que intenta pregonar. La idea final, dice, es generar un vínculo que los ayude a crecer como estudiantes, como personas y para prepararlos para el mercado laboral.

Hay otras normas que son más básicas. Primero: el uniforme. Y después reglas divididas por género: las mujeres deben concurrir sin maquillaje, con el pelo recogido, las uñas cortas y sin esmalte. Los varones con un corte de pelo "normal" y "no escalonado".

"El argumento que les damos es: Venís a estudiar, no venís a desfilar, ni a destacarte por tu aspecto. Nuestra función es que te destaques por lo que tenés adentro, tu vocación, que todavía no descubriste. Te vamos a ayudar a que lo logres", agrega el director.

También tomaron una medida respecto a los celulares. Antes de ingresar al aula, los alumnos deben dejar su celular con su nombre en una caja. "La mayoría lo aprueban. Al principio, a algunos padres no les parecía bien, pero después lo terminan comprendiendo", comenta Villalba.

Exigencia: no se negocia.

La actividad curricular de los 200 alumnos de Ciclo Básico continúa con un almuerzo al mediodía, deportes, talleres e instancias de apoyo académico. Todo hasta las cinco de la tarde. "Los gurises están contenidos", insiste Villalba.

En cada clase, hay un referente adulto que sigue de cerca la realidad de los adolescentes. "Buscamos abrazar toda la realidad del gurí", apunta Villalba. Si detectan que alguno de ellos tiene dificultades, las autoridades del liceo hablan con los padres y le sugieren que se quede un rato más. A la tarde, le brindan una merienda.

El índice de repetición en el Jubilar es del 6%, muy lejos del 26,4% de promedio general en Ciclo Básico, según cifras del Ministerio de Educación y Cultura a fines del año pasado.

"La propuesta busca ser muy exigente, aunque se contempla la particularidad de cada chico", comenta el máximo responsable.

¿Y después?

Antes, al finalizar el Ciclo Básico, los egresados del Jubilar debían buscar dónde continuar con Bachillerato. Desde hace siete años funciona el proyecto Espacio de Permanencia de Acompañamiento (EPA), que les permite acceder a una beca en un liceo privado gracias a un convenio que tienen con instituciones de Montevideo. Hoy son 80 lugares que año a año les permiten continuar en otros educativos.

El padre Villalba dice que los estudiantes becados asisten de mañana a su liceo a estudiar y de tarde deben concurrir al Jubilar. "Allí se preparan como animadores y acompañan en las actividades de los alumnos de Ciclo Básico", agrega.

A partir de este convenio, han logrado detectar cuántos jóvenes logran llegar a la universidad: "Tenemos a 12 por año", señala el director.

Y cuando alcanzan el nivel terciario el vínculo con la institución continúa. En algunos casos, incorporándose a la plantilla de trabajadores del liceo. Una exalumna es tutora de estudiantes que buscan acceder a una de estas becas mencionadas y otro integra el equipo de psicopedagogía.

Adultos.

Uno de los proyectos demandados en los últimos años es el de liceo para adultos. Ciento veinte mayores de edad asisten durante un año y pueden salvar todo el Ciclo Básico.

Al renovarse el alumnado todos los años, Villalba admite que no pueden darle seguimiento a si logran insertarse en el mercado laboral.

De todas formas, arman redes y generan actividades que involucran al liceo.

"A veces la gente cree que es imposible porque hace más de 10 años que dejó el liceo", dice el padre Villalba. "Pero venir acá les motiva mucho", concluye.

Cuando el papa Francisco elogió a Aemilius

El papa Francisco sorprendió en marzo de 2013 al sacerdote uruguayo Gonzalo Aemilius al presentarlo ante cientos de miles de fieles en la plaza San Pedro.

Concluida la misa que antecedía al rezo del Ángelus, el Sumo Pontífice presentó a la multitud a Aemilius, ex- director del Liceo Jubilar Juan Pablo II. "Quiero agradecerle su trabajo", dijo Francisco abrazando frente al altar de la iglesia de Santa Ana, en la que no cabía un alfiler, al exresponsable de esta institución que ayuda a niños y adolescentes.

"Gente querida, sí es cierto, estuve con Francisco y en el abrazo de los míos estaba el abrazo de cada uno de ustedes, y en su abrazo está el que les daré", explicó Aemilius después en su cuenta de Twitter.

Al finalizar la eucaristía el Papa lo presentó como un hombre "venido de lejos que desde hace tiempo trabaja con los niños de la calle y con los drogadictos en una escuela".

"Todavía sigo emocionado", dijo entonces Aemilius al diario La Razón. "Cuando escuché que él había sido el cardenal elegido para ser Papa, se generaron sentimientos encontrados en mí. Por un lado, una profunda alegría por la Iglesia universal. Por otro, un dolorcito por el amigo que perdía. Pero ayer descubrí que el Papa no se olvida de sus ovejas, que las reconoce entre un millón", explicó.

Aemilius conoce a Bergoglio desde 2005. "Se interesó por el proyecto y desde entonces para mí no sólo ha sido testigo de la fe, sino cómplice de todo aquello que andaba rumiando en mi corazón", señaló.

Cuando Aemilius terminó su trabajo en el Jubilar, el entonces arzobispo de Montevideo Nicolás Cotugno aseguró públicamente que la decisión fue tomada entre ambos, con el objetivo de que el sacerdote pudiera "potenciar todos los dones que Dios le dio". De este modo, negó que la decisión hubiera sido tomada por la máxima autoridad de la Iglesia uruguaya, como se llegó a especular.

$ 43.000 por año por alumno

Cada alumno cuesta 43.000 pesos por año. Para financiarse, el liceo cuenta con el aporte de padrinos institucionales, empresas y colaboraciones "puntuales". Estas constituyen las fuentes principales de ingresos, sin las cuales no sería viable, ya que con ello se pagan rubros como salarios, aportes al Banco de Previsión Social y servicios básicos (UTE, OSE, Antel y la seguridad). A su vez, reciben donaciones de personas. Los alumnos llevan a cabo actividades para financiar campamentos y paseos.

Las familias de los alumnos también realizan un aporte económico. Participan en comisiones para el mantenimiento y mejora de las instalaciones del liceo. Al principio de esta iniciativa, impulsada por el arzobispo de Montevideo de entonces, Nicolás Cotugno, se recibió apoyo de la Fundación Católica holandesa Kirche in Not y de una parroquia italiana.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
El centro educativo tiene 400 alumnos en total. Foto: Francisco Flores

LA RECETA DEL JUBILARJUAN PABLO DE MARCO

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