¿Hay vinos para mujeres? Tres expertas cuentan cómo evolucionó el paladar local y el consumo

Virginia Stagnari, Mariana Meneguzzi y Laura Casella pisan fuerte en el mundo del vino y han fusionado experiencia e innovación

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Virginia Stagnari, Laura Casella y Mariana Meneguzzi
Virginia Stagnari, Laura Casella y Mariana Meneguzzi
Foto: Leo Mainé

En Antigua Bodega, Virginia Stagnari dirige y gestiona la empresa desde que su padre le cedió el mando. Su hija, Mariana Meneguzzi y Laura Casella, ambas enólogas, manejan la elaboración de los vinoscon gran solvencia.

Laura aporta su gran experiencia, desde 1991, cuando comenzó a trabajar en la bodega. Eran épocas en que a las recién egresadas de la Escuela de Enología se las enviaba a trabajar en el laboratorio, donde quedaban como encapsuladas y brindando datos de apoyo a los varones que elaboraban los vinos.

“Con el tiempo ya tenía que incursionar en las operaciones de bodega y una vez fui a inspeccionar una pileta recién lavada. Quedaban residuos pegados a las paredes y le dije al operario, que debía repasar la limpieza. La respuesta del veterano fue: “No recibo órdenes de mujeres”, recordó Laura con una sonrisa.

Sin embargo, en la escuela, era la única mujer de la clase y pasada la primera sorpresa, no tuvo roces ni tampoco se sintió discriminada, al contrario, entabló una gran amistad con sus compañeros.

Por su parte para Virginia, entró a trabajar en la bodega cuando decidió dejar medicina. “Estudié hasta quinto año, cuando comencé a dudar acerca de mi vocación. Iba a los hospitales y no me encontraba, me decía esto no es lo mío, pero no tenía otra alternativa. Mi padre, viendo mis vacilaciones, me propuso venir a trabajar a la bodega y acepté sin dudar”, recordó.

“Una vez que entendí el negocio, empecé a atender clientes, a visitarlos y obvio que todos eran varones. Me recibían muy bien, creo que les nacía la veta de caballeros, así que por ese lado el ser mujer creo que hasta me favoreció,” detalló risueña.

Ya con varios años al frente de la empresa, integrando también la directiva del Centro de Bodegueros, más de una vez le ofrecieron la presidencia, pero no aceptó para no restarle tiempo a su ocupación principal.

Mariana egresó de la Escuela de Enología en 2004, pero antes había considerado diferentes opciones, medicina y cosmetología entre otras. “Tuve que hacer una prueba de ingreso y en mi clase éramos mitad mujeres y mitad varones. En las aulas prácticas nunca hubo distinción de género. Hacíamos la vendimia a la par y cargábamos los cajones para entrarlos en la bodega. Manejábamos las mangueras para hacer los trasvases o cambiábamos las barricas de lugar sin pedirle ayuda a los varones”, recordó Mariana.

Su inicio en Antigua Bodega se vio facilitado al tener como “madrina” a Laura Casella y entre las dos se dio una sinergia muy positiva. Sumaron la experiencia de una y el afán de la recién llegada por innovar. Concibieron nuevas líneas, como Bella Donna, de cuatro tintos y un blush, en cuya etiqueta se insinúa muy colorido, el rostro de una mujer bien maquillada.

Tannat Bella
Tannat Bella Donna de Antigua Bodega
Foto: Antigua Bodega

¿Hay vinos para mujeres? “En una época los había y eran blancos o rosados y si eran dulzones mejor”, sentenció Mariana y agregó: “Creo que se debía a que no se animaban a dar el siguiente paso, el de ir por los tintos. Por supuesto que si vamos a los espumosos siempre fueron como una debilidad para ellas y menos para los varones”.

La experiencia de Virginia, recabada en los salones del vino, es que las diferencias ya no existen y que en la actualidad ya hay muchas conocedoras, que llegan al stand a pedir por los mejores tintos. “Es muy común que hasta comenten algo como: no lo conozco, pero me lo recomendó una amiga. Hace años la pregunta nos hacían era: ¿tenés un vinito dulce o un rosado? Y eso hoy ya no existe”, señaló.

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