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Cosas que pasan: De balcones y analistas

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Jorge Bafico

LA TERAPIA

El psicoanalista Jorge Bafico reflexiona sobre cómo los profesionales se reinventan en tiempos de coronavirus. "Nociones muertas e incuestionadas hasta hoy, se revisan y se modifican", dice.

Un viernes santo atípico. La pandemia no tiene días feriados y nos encuentra, por lo menos a mí, trabajando. El tiempo y la noción del mismo cambian por estos días. Lo que parecía inamovible, se mueve y lo rígido se convierte en plástico.

Los psicoanalistas se reinventan. Nociones muertas e incuestionadas hasta hoy, se revisan y se modifican. Teléfono, videollamada, forma de pago, presencia del analista, todas preguntas que surgen frente a una situación que nos lleva a transformarnos.

Los vecinos se comunican a través de sus agujeros al mundo: ventanas, balcones o terrazas, cantando o gritando amablemente, mostrando una preocupación genuina por saber del otro, por conocerlo, por cuidarlo. Se volvieron vecinos y próximos por primera vez. Como esos vecinos los analistas buscan otras formas de comunicación, donde dejan de lado las conferencias y los seminarios y se lanzan en conversaciones para interrogarse del quehacer del analista en estos tiempos. Instagram, zoom, facebook se llenan de psicoanalistas de todos los continentes que conversan distendidamente, sin en atril o escritorio que aleja, sino desde la intimidad de su caso o consultorio con otro o con otros.

La pandemia también golpea nuestros egos y nos hace más vulnerables y próximos. Nos agujerea, nos acerca en las dudas y las incertezas y nos aleja del ombligismo que muchas somos carne. Es así que la calidez nos invade por las pantallas y la amistad se empodera en la pregunta compartida y en la práctica revisitada. Otra vez laa ganas y el deseo surge con fuerza, y se trasmiten de uno en uno que aparecen conectados en las pantallas. Una gran comunidad psicoanalítica virtual se alinea y contacta, como los vecinos en los balcones, como en los aplausos a los olvidados de siempre que ahora son necesarios.

El mundo entero cambia las reglas por un rato. En este viernes santo, que de santo tiene poco, los recuerdos me golpean y eso que soy agnóstico. La muerte está presente, en el colectivo religioso pero también en el personal, y entre otras muertes, aparece el recuerdo de la fecha del fallecimiento de mi maestro y amigo Dagoberto Puppo, un psiquiatra con cabeza de analista, cuestionador de la clínica e inventor de una praxis propia. No porque sí atendía esos casos donde poco se podía hacer para la mayoría de sus colegas: locuras histéricas, disociativas, melancolías, suicidas, eran parte de sus pacientes.

Mi amigo sin duda hoy estaría pensando en este fenómeno de la tragedia colectiva que nos tiene conmovidos con un optimismo constructivo. El de los verdaderos resilientes, no el de los panfletos de autoayuda, sino de los que han atravesado tragedias dignas de contar o callar o que trabajan con la angustia que arrasa, esos que tienen la posibilidad de moverse en el entumecimiento de un real que golpea. Lo escucho decirme “Jorge, la vida nos pone una emboscada, otra más, que nos pone a prueba para hacer algo con eso”.

Hoy extraño a mi amigo, el de la sonrisa inmensa, el que podía con dos o tres palabras cambiar el mundo, o por lo menos el mío.

Conocé a nuestro COlumnista
Jorge Bafico, psicoanalista
Jorge Bafico

*Psicoanalista. Doctor en Psicología. Miembro de la AMP. Miembro del GLM, Profesor adjunto de la Facultad de Psicología, columnista de Abrepalabra.

Podés seguirlo en Twitter acá.

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