Mascotas
Para corregir este comportamiento es necesario identificar, primero, qué lo está causando. Estas recomendaciones le ayudarán a usted y su mascota a llevar una vida más tranquila.
Humanos y perros suelen entablar una relación muy estrecha pero en ocasiones la armonía puede verse perturbada por la presencia de fuertes ladridos inoportunos e incluso molestos.
Es por ello que es necesario saber cómo educar a las mascotas para evitar posibles problemas en el futuro. Es importante entender que los ladridos son un problema para los humanos y no para los perros, por lo que es nuestra responsabilidad saber educarlos, identificando, en primer lugar, las causas.
Y tal vez la causa más común de ladridos es el sentimiento de abandono que estos animales sienten al separarse de sus humanos. Es habitual que, al estar solos en casa, desahoguen esas emociones con ladridos y aullidos.
Evitar dejarlos solos por mucho tiempo y tener una rutina de despedida que deje al animal tranquilo a la hora de marcharse, son, sin duda, acciones que atenuarán este comportamiento.
Pero otro caso que se puede dar es que los perros busquen llamar la atención de las personas, por ejemplo, si quieren salir a hacer sus necesidades o liberar su energía.
Los paseos largos, en los que terminen cansados, son bastante útiles, dado que gastan energía y reciben la atención que demandan, por lo que el desapego puede ser más sencillo.
Importa también tener una rutina definida de paseos, con horarios que se respeten. Muchas veces ladran porque la hora de su paseo inicia más tarde de lo que ellos necesitan.
La excitación es otra de las razones de los ladridos. Los perros se pueden alterar o emocionar fácilmente con sonidos fuertes (como un timbre o un teléfono móvil), o al mirar por la ventana y responder a estímulos externos como voces, ladridos de otros perros o simplemente al ver otro animal.
En esos casos es importante quitarles la sensibilidad a dicho estímulo. Un perro que socialice bien con otros perros seguramente no ladrará al ver a otro de su especie. En el caso de los ruidos, como el timbre, se puede probar hacerlo sonar e ignorarlo. Con el tiempo, el animal asociará que dicho sonido no genera una reacción en nosotros y dejará de darle importancia.
Las órdenes y ejercicios de obediencia, como pedirle que se siente, también pueden ser útiles para que el animal salga de su estado mental y frene su comportamiento.