Bienestar

El secuestro de la amígdala es un término acuñado por el psicólogo americano Daniel Goleman, reconocido investigador en el campo de la inteligencia emocional.

Goleman opina que el secreto de que nos volvamos irracionales tiene que ver con la falta momentánea e inmediata de control racional porque la amígdala asume el mando en nuestro cerebro.

La amígdala forma parte del sistema límbico o cerebro emocional; su principal función es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, fundamentales para la supervivencia del individuo. Este regula las respuestas fisiológicas frente a determinados estímulos e integra las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a estas, ya sea a nivel fisiológico o a nivel conductual.

El secuestro de la amígdala es una reacción emocional inmediata y desproporcionada en relación al estímulo que la ha desencadenado porque se percibe como una amenaza a la estabilidad emocional. Esto se produce porque la amígdala roba la activación de otras áreas cerebrales, sobre todo el córtex, dominando la conducta del sujeto, y apagando el área que nos hace más racionales, más humanos.

El área frontal del córtex que queda inhibida con el secuestro es la responsable de nuestro pensamiento lógico o la planificación de nuestras acciones. En cambio, la amígdala forma parte de las estructuras más primitivas de nuestro cerebro y es la que regula las emociones. El peligro es que el pensamiento racional queda al mando de las emociones.

Cuando la amígdala percibe un estímulo determinado y lo siente como una amenaza puede llevar a una persona a reaccionar de manera irracional.

Pensemos en una pareja de 20 años en la que la mujer descubrió hace ocho años que su marido salía al patio de la casa para hablar con su amante. La relación extramatrimonial terminó, pasaron años pero cada vez que el marido sale al patio para hablar por temas laborales ella siente que lo engaña. En consecuencia se enoja, se desespera y lo agrede verbalmente. La esposa sufre de secuestro de amígdala.

El circuito es el siguiente: estímulo, reacción inmediata —que puede ser explosiva, incapacidad de gestionar la realidad, está cegada por la emoción, y puede sentir parálisis, agresividad, o bloqueo. Siguiendo con el ejemplo anterior, la esposa observa a su marido hablando por teléfono en el patio y su amígdala secuestra su parte racional y siente que él está siendo infiel.

La clave es conocer el estímulo que desencadena tu reacción emocional —por ejemplo una persona, situación, conversación—, ver que sucede en tu cuerpo —desde taquicardia, temblor, transpiración, cambio en la respiración, contracciones, etc—, tratar de respirar profundamente y decirte palabras o frases que te puedan calmar

En definitiva, para poder salir del secuestro de la amígdala tenés que poner espacio entre lo que ha ocurrido y el momento presente.

Observamos personas que ante un determinado estímulo, reviven una situación que les causó dolor pero que su reacción emocional no es la adecuada debido al secuestro de su amígdala.

Algunas personas tienen la capacidad de elaborar hechos dolorosos, soltar los pensamientos negativos. Eso les permite no quedarse atascados psicológicamente a determinados hechos.

El secuestro de la amígdala es totalmente emocional y es como que dominara las partes racionales de nuestro cerebro. Además causa muchos problemas interpersonales y sufrimiento al que la padece.

Pedí ayuda psicológica para poder soltar experiencias negativas de tu pasado, sentirte menos atascada y vivir tu presente más libremente.

conocé a nuestra columnista

Fanny Berger

Es psicoterapeuta gestáltica. Se dedica niños, adolescentes y adultos, y trabaja en el apoyo de padres. Implementó “terapia de alcance breve”, que en cinco sesiones trata temas concretos. Es conferencista y escribió varios libros.

Podés contactarla en su web, página de facebooko a través del teléfono celular 099 289 282.