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Mamá estimula: ¿Estamos criando hijos cada vez menos inteligentes?

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niño usando tablet

CON LOS HIJOS

En su columna semanal, Claudia Guimaré nos explica por qué el exceso de estímulos externos hacen que el cerebro de los más pequeños se vea afectado.

Bombardeados por el exceso de estímulos externos de celulares y tablets, los niños de hoy enfrentan cada día más problemas de atención y control de impulsos, consecuencia de un mal desarrollo de la corteza prefrontal del cerebro, fundamental para procesar la informacióny por ende para generar conocimiento; problemas que terminan incluso en medicación.

¿Cuántos de nosotros podemos memorizar igual que antes los números de teléfono de nuestros contactos, desde que los celulares tienen nuestra agenda a un click de distancia? ¿O cuántos de nosotros nos orientamos mejor desde que existe Google Maps para encontrar por nosotros el camino?, se pregunta Marian Rojas-Estepé, psiquiatra y escritora española, especialista en Neurociencias.

Parecería ser entonces que cuanta más ayuda recibimos y más nos relajamos, más perdemos paulatinamente nuestras facultades para retener información. ¿Por qué?

Porque nuestro cerebro, explica la siquiatra, funciona bajo la máxima de "Use it or loose it", es decir, el cerebro va descartando todo aquello qe no utiliza, por lo que la falta de ejercicio de algunas funciones mentales, conlleva directamente una disminución de nuestra capacidad en ellas.

"Desde que usamos dispositivos que nos ayudan a no tener que recordarlo todo, se nos ha ido atrofiando el hipocampo, que es el centro de la memoria, -dice Rojas-Estapé- y es que cuanto más usamos herramientas externas, más y más se atrofian las internas".

Pero el problema es más grave cuando esto sucede en la infancia, cuando los bebés y niños están en pleno proceso de maduración de su corteza prefrontal, cuando están empezando a aprender a fijar la atención en el mundo que los rodea y de ahí, sostiene la médica, el boom del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (o TADH) por el que hoy, alrededor de 10% de los niños y adolescentes del mundo desarrollado están siendo medicados.

La corteza prefrontal es un área del cerebro fundamental para actividades complejas como la cognición, la emoción y la conducta humana, y su desarrollo se da en forma lenta, siendo en los bebés muy escaso, donde se activa básicamente a través de la luz, el sonido o el movimiento.

"¿Y qué queremos los padres para nuestros hijos cuando sean mayores? Pues que su corteza prefrontal se active no sólo con luz sonido y movimiento sino que también puedan prestar atención a otras cosas como una clase en la escuela, un paisaje bonito, una obra de arte o a una conferencia, que puedan estarse quietos en la sala de espera del médico o que puedan puedan incluso leer un libro", sostiene Rojas-Estepé, siendo entonces el trabajo de los padres lograr que los chicos puedan a futuro hacer eso. Pero cuando le damos a bebés de 6 meses o de un año o de dos o tres una tablet o un celular que son justamente luz sonido y movimiento, los acostumbramos a estimular su corteza prefrontal únicamente a partir de esas tres cosas, les estamos enseñando a prestar atención únicamente sólo de esa manera.

Pero además, hay un efecto tranquilizador en el uso de pantallas que nos entretienen cuando nos ponemos ansiosos, cuando nos sentimos solos, estresados o cuando nos estamos aburriendo y es lo que hace que sea tan difícil dejarlos a un lado luego. Nos hemos acostumbrado a echar mano al celular en situaciones que hoy nos parecen eternas e inmensamente aburridas como esperar el turno para que nos atienda el médico en la sala de espera, o mientras esperamos el ómnibus en la parada, o si nos aburrimos en una charla por zoom. Seamos sinceros, si nos olvidamos del celular en casa, nos queremos matar.

El que espera desespera, dice el refrán, pero hoy gracias a las pantallas, parecería que ya no corremos riesgo de desesperarnos.

Si a nosotros que fuimos criados sin videos de YouTube en la mesa del restaurante y sin tablets con películas de Disney cuando hacíamos ruta para vacacionar, hoy nos vemos cada vez más atraídos hacia estos dispositivos a cada rato, y nos damos cuenta del efecto que han tenido en nuestra capacidad de atención y retención de información, imaginemos lo increíblemente hipnotizantes (y dañinos) que pueden resultar en el largo plazo para un niño que aun no ha aprendido a esperar, que aun no ha aprendido a concentrarse en algo puntual, que aun no ha aprendido lo que es aburrirse y mucho menos, a salir por sí sólo de ese aburrimiento.

Y si a eso le sumamos que el niño no tiene las más mínimas herramientas de control de impulsos como para poder decir "bueno basta, ya he visto esto demasiado tiempo por hoy, mejor lo dejo y sigo prestando atención a esto, o mejor lo apago o no me duermo más", el efecto es tremendo y adictivo. Nos hemos ido acostumbrando a que nuestro cerebro ante el aburrimiento o el estrés nos pida pantalla y a que el aburrimiento, que es el puntapié de la creatividad, sea erradicado de nuestra experiencia cotidiana.

Es por esto que en el marco del XX Congreso de Directivos CEDE, llevado a cabo el año pasado en Córodoba, España, la autora de "Cómo hacer que te pasen cosas buenas", y "Encuentra tu persona vitamina", sostuvo enfáticamente que si de verdad queremos ayudar a nuestros hijos a desarrollar correctamente su corteza prefrontal, necesitamos posponer el uso de las pantallas en ellos, necesitamos mejorar su capacidad de atención, necesitamos potenciar la corteza prefrontal del ser humano del siglo XXI, porque nadie ha descubierto o inventado nada nuevo en un momento de hiperestimulación.

El famoso "chupete electrónico" se ha potenciado de manera inconmensurable, y sus efectos también. Hoy, gracias al avance de las neurociencias, podemos saber a ciencia cierta los efectos tremendamente negativos que tiene el abuso de las pantallas en nuestro cerebro, pero en particular, en los de quienes están en pleno proceso de su desarrollo.

No se trata de tirar los dispositivos a la basura y desconectarse del mundo por completo, sino de ser nosotros quienes los controlamos y no que ellos nos controlen. Se trata de entender que necesitamos aprender a gestionar el aburrimiento y nuestra ansiedad, en lugar de caer en soluciones facilistas de las cuales después, dependamos porque habremos perdido la facultad de lograrlo por nuestra cuenta, o tendremos cada día más y más adolescentes con problemas de tolerancia a la frustración, entre otras cosas.

Rojas-Estepé enfatiza esto con una metáfora que pone los pelos de punta: "darle a los niños un celular para calmarlos es como ponerles un minibar en su habitación e invitarlos a tomarse un trago cada vez que se estresen por algo" y asegura que "es la primera vez en la historia, que los hijos son menos inteligentes que sus padres en términos de capacidad de discernir entre un mundo de información, lo verdaderamente importante. Estamos en la era del exceso de información y la falta de formación. Estamos fracasando en la gestión de la abundancia que nos llega".

Posponer las recompensas inmediatas y aprender a gestionar nuestros impulsos, aprender a decidir cuándo y a qué prestar atención y no estar inmersos en una cascada de información y estímulos que nos llega de manera fácil y permanente, que nos hiperestimula, que nos apacigua, que nos tranquiliza, que nos divierte, ese es el mayor desafío que tendrán nuestros hijos y es nuestra responsabilidad ayudarlos a poder hacerlo.

Pero además, esto no es "cháchara". Está comprobado y medido que por ejemplo, explica Rojas-Estepé, un abrazo de 8 segundos (prueben a hacerlo y cuenten hasta 8 y verán que es bastante más largo de lo que habitualmente nos demoramos en abrazar), sube los niveles de oxitocina (la hormona de la empatía) y ésta, baja los niveles de cortisol (la hormona del estrés). O sea, la conexión con el otro da resultado.

Que el celular no sustituya una charla padre hijo para que aprenda a calmarse ante una adversidad, que no sustituya un momento de aprendizaje para aprender a esperar la comida en el restaurante, que no sea el premio por el buen comportamiento.

No se trata de no darles nunca más el celular y que nunca jamás puedan volver a jugar Minecraft. Se trata de enseñarles a prestar atención al mundo que los rodea y que ese juego, sea uno entre tantos otros más y no un efecto placebo que los aísle en un mundo ficticio, virtual, de recompensa inmediata que tarde o temprano se acaba y que no es el mundo real, el mundo externo, el de las relaciones de carne y hueso donde no obtengo todo lo que quiero ya, donde todo no es divertido. Y se trata de abrazarlos mucho, por supuesto.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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