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Mamá estimula: cinco razones de peso para no mentirles a tus hijos

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mentiroso pinocho
Nicola, Silvana

Con los hijos

En su columna de hoy, Claudia Guimaré, explicita qué consecuencias tiene mentirle a los pequeños y cómo las mentiras afectan a largo plazo

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Está científicamente comprobado que existe una clara correlación estadística entre niños a quienes sus padres les mentían regularmente, y adultos que mienten o incluso que desarrollan otros comportamientos problemáticos, como la violación de reglas y la agresión. En este artículo te explicamos las principales razones por las que la mentira, nunca es la solución.

Por miedo o comodidad, muchas veces los padres recurrimos a mentiras piadosas (y otras no tanto) para proteger o calmar de forma rápida a los chicos. Sabemos que “mentir está mal” ero poco sabemos de los efectos concretos a largo plazo de esa conducta en nuestros hijos.

En un estudio realizado en la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur, la profesora de Psicología Setoh Peipei, entrevistó a unos 400 adultos. Concluyó que las personas que son engañadas durante la infancia, tienden a presentar dificultades para adaptarse a los desafíos de la vida adulta, se vuelven más mentirosos, manipuladores y egoístas, al tiempo que desarrollan más fácilmente sentimientos de culpa y de vergüenza, así como que a futuro presentan mayores dificultades de adaptación y comportamientos impulsivos y agresivos y mayor tendencia a violar con frecuencia las normas.

Por ende, mentir no sólo está mal éticamente, sino que puede parecer una salida fácil pero produce más consecuencias negativas en el largo plazo, siendo más lo que rompe que lo que arregla.

¿Cuáles son entonces las principales razones por las que no debemos mentirle a los chicos?

Debilita el vínculo: En primer lugar está claro que no deberíamos educar en ese mal ejemplo pero además, la mentira daña las relaciones entre las personas, entre parientes, amigos y de igual manera entre padres e hijos. Cuando un ser querido nos miente, suele hacernos más daño el saber que nos ha mentido, que la mentira en sí misma, es decir, que las consecuencias directas de esa mentira, y el vínculo se debilita. Además, solemos pensar de inmediato que quizá esa no sea la primera vez que nos ha mentido, sino la primera vez que lo descubrimos. Y lo que es peor aún, nos siembra la desconfianza de posibles futuras mentiras.

Es un parche, no una solución: Cuando les mentimos por “protegerlos” de algo que intuimos les dolerá, también les estamos privando de un aprendizaje, de aprender a procesar ciertas emociones, de aprender a gestionar los duelos y, por sobre todo, de la verdad. Pero quizá podamos pensar en otras alternativas que no sean una flagrante mentira, eligiendo bien las palabras o no dando información de más. Mentiras como “el abuelo se fue al cielo”, “al gatito lo vino a buscar su mamá”, “el perro se fue a vivir a una granja”, son mentiras dichas con la mejor intención pero, a la larga, no ayudan en nada y mucha veces incluso siembran la incertidumbre de si el ser querido volverá algún día, la desesperación de no saber dónde está realmente y hasta incluso, la culpa de pensar “¿será que se fue por mí? ¿cómo pudo dejarme si me quería tanto?

Por supuesto que hay verdades que duelen y ningún padre es indiferente al dolor de un hijo. Pero situaciones dolorosas las habrá siempre y nuestro rol es acompañarlos, abrazarlos y demostrarles que entendemos y hacemos nuestro su dolor, pero sobre todo, nuestro mejor legado será enseñarles a transitar los futuros momentos difíciles a los que los enfrentará la vida, con sabiduría, sinceridad, aplomo y sobre todo, autoconocimiento.

Nos priva de educar en lo que realmente importa: Si en lugar de dejar de hacer cosas incorrectas “porque están mal”, las dejamos de hacer por el daño que ocasionan, estaremos en condiciones de corregir la misma conducta en nuestros hijos o hijas, desde el "quiero que aprendas el valor de la honestidad para fortalecer las relaciones" y no tanto, desde simplemente el "no hay que mentir porque está mal".

Enseña a nuestros hijos a mentir también: No sólo porque “si mis padres lo hacen conmigo, a quien aman más en la vida, entonces mentir no debe ser tan malo”, sino porque además, siembra la semilla de la mentira como oportunidad de escape ante un situación incómoda, algo que puede ser altamente perjudicial a futuro cuando en la pre adolescencia, por ejemplo, nos mientan por no contarnos cosas que los padres deberíamos saber por su propio bien.

Infunde desconfianza, inseguridad y miedo al abandono: Una mentira típica, que quizá no es formulada como mentira expresamente dicha (pero es una mentira al fin) es escondernos y desaparecer al dejarlos al cuidado de alguien más, ya sea en casa, en casa ajena o en el jardín, con la esperanza de que distraído, no nos eche de menos. Pero ¿pensamos qué clase de sensación puede despertar en el niño el hecho de ver que papá o mamá se esfumaron de repente? ¿Qué deberían pensar? ¿Que pueden irse siempre en cualquier momento? ¿Que pueden irse aun cuando me hayan dicho expresamente que se iban a quedar conmigo?

Muchas veces puede parecernos que haciendo eso los niños no sufran tanto ese desprendimiento, pero a la larga, sufren más porque nos fuimos sin habernos despedido. Aclararles en cambio que sí, que es verdad que separaremos por un rato, pero que sabemos con absoluta certeza que la pasarán bien y que en unos instantes dejarán de extrañarnos y que transcurrido un tiempo volveremos por ellos, es sin duda, una estrategia más saludable y más efectiva en el largo plazo, ya que sabrán que es cierto.

En resumen, no pongamos el foco de nuestro ingenio en pensar mentiras más creíbles o creativas, sino en encontrar las mejores palabras y los mejores recursos para contarles la verdad de una manera que resulte comprensible y asimilable para ellos. Y recordemos: la mentira echa por tierra la educación en la confianza y la honestidad y siembra la incertidumbre y la duda, aunque sea dicha con la mejor intención y además, tiene patas cortas.

Conocé a nuestra Columnista
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

Socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación.  Fundó Mamá estimula y desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.Su comunidad cuenta con más de 300.000 integrantes.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos. Podés leer otras notas de Guimaré acá.

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