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Metamorfosis en Silicon Valley: del CEO combativo al líder aburrido

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Perfil. El nuevo líder es considerado, flexible y transparente. Foto. Shutterstock.

Liderazgo

Los líderes de grandes tecnológicas cultivan un perfil discreto, alejándose de del estilo carismático y arrogante de Steve Jobs

Cuando Joe Barton, un congresista republicano de Texas, saludó a Jack Dorsey en una audiencia del Congreso la semana pasada, parecía desconcertado. «No sé como deba verse un director ejecutivo de Twitter», comentó Barton. «Pero tú no pareces serlo».El congresista tenía razón. Dorsey —que llevaba un aro en la nariz, una camisa con el cuello hacia arriba y una barba larga y desaliñada— parecía más una versión hipster de un oficial de la guerra civil que un icono de la tecnología. Sin embargo, su comportamiento ante los legisladores escépticos fue más sorprendente que su apariencia.

Ante las preguntas difíciles, Dorsey no montó una defensa agresiva de su empresa y su tecnología, como lo habría hecho una generación anterior de líderes tecnológicos. En cambio aceptó errores, objetó, y participó en un coloquio matizado y al parecer sincero acerca de las dificultades de gestionar la tecnología en un mundo complejo. Incluso en respuesta al comentario de Barton, Dorsey se mostró preocupado. «Mi madre está de acuerdo con usted», respondió.

El testimonio de Dorsey planteó preguntas acerca de lo que esperamos hoy de los líderes tecnológicos y con cuánta fuerza se han invertido nuestras expectativas en los últimos años. A partir de los ‘80 surgió un arquetipo común de liderazgo en tecnología: Steve Jobs y Bill Gates. A veces de manera consciente y a menudo deliberadamente, una generación intentó imitar el carisma de los fundadores de Apple y de Microsoft, sus excentricidades, su estilo y sobre todo su seguridad incontenible y determinada, por no decir su arrogancia.

Dorsey —quien como Jobs regresó a una empresa que había ayudado a fundar con el fin de salvarla— ha generado comparaciones con Jobs desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el testimonio ante el Congreso marcó un cambio retórico sorprendente. En vez del Jobs con una polera negra, Dorsey sonaba más como Tim Cook, el sobrio gestor de operaciones que lo remplazó.

"No estamos orgullosos de cómo el intercambio libre y abierto ha sido manipulado", dijo Dorsey. Foto: Reuters
Jack Dorsey, director ejecutivo de Twitter. Foto: Reuters

Dorsey sonaba menos como un visionario citable que puede ver más allá del horizonte y más como lo que en realidad es y debe ser: considerado, accesible, transparente y, a pesar de la barba y el aro en la nariz, un poco aburrido; como el director de una empresa seria cuyas decisiones tienen consecuencias que cambian al mundo.

Cuando se trata de los directores ejecutivos de compañías tecnológicas, ser aburrido es la nueva tendencia. Bajo la lupa del escrutinio global, la filosofía atrevida de ganar a toda costa que definió gran parte de la industria tecnológica en el último par de décadas ha estado sufriendo una metamorfosis.

Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook que alguna vez fue el modelo de irrupción y velocidad, ahora se sienta con periodistas para tener disquisiciones largas y matizadas sobre sus fracasos. El año pasado, Uber remplazó a Travis Kalanick, su polémico fundador, por Dara Khosrowshahi, de quien casi nadie había oído hablar fuera de la industria de la tecnología, un hecho que la empresa consideró un beneficio, no un riesgo.

Dara Khosrowshahi. El ex Expedia llega a Uber con aires de cambio. (Foto: AFP)
Dara Khosrowshahi, nuevo CEO de Uber, había sido director ejecutivo de Expedia. Foto: AFP.

Google alguna vez aprovechó las cualidades ñoñas de sus fundadores, pero ahora los líderes de la empresa son casi como códigos no identificables. Larry Page, que dirige Alphabet, la empresa matriz de Google, se ha convertido en un ermitaño, e incluso Sundar Pichai, el dolorosamente agradable director de Google, rechazó asistir a las audiencias de la semana pasada.

Jeff Bezos, el director de Amazon y el hombre más rico del mundo, ha estado experimentando con un sentido de la moda más atrevido, pero su estilo de liderazgo siempre ha estado marcado por la paciencia y la expansión deliberada (justo el tipo de sensibilidad aburrida de director que ahora está de moda).

Ah, y casi se me olvida Satya Nadella, CEO de Microsoft. En mi defensa, a todos se les olvida Nadella.

Satya Nadella, CEO de Microsoft. Foto: Reuters
El perfil del CEO de Microsoft, Satya Nadella, poco se parece al de Bill Gates. Foto: Reuters.

No es un misterio por qué los líderes se están volviendo introspectivos. «La tecnología ahora es una industria enorme y dominante», comentó Joshua Reeves, el fundador y CEO orgullosamente aburrido de Gusto, una empresa emergente que crea software de recursos humanos. «La mentalidad de depender del instinto en vez de la lógica simplemente ya no es viable cuando tienes una capitalización de mercado de mil millones de dólares o si tienes más influencia que muchos de los gobiernos en todo el mundo».

Reeves señaló que no solo son las grandes compañías cuyos directores ejecutivos se están volviendo insulsos. Algunas de las empresas emergentes más exitosas —desde Lyft hasta Airbnb, Stripe, Slack o Pinterest— son dirigidas por gente discreta y poco idealista que se propone mostrar una aptitud funcional por encima de la imagen del comerciante de moda.

«Una startup que tiene cinco millones de personas que la usan representa algo pequeño para Silicon Valley, pero es una cantidad enorme, así que incluso ellos tienen una gran responsabilidad en el mundo», comentó Reeves.

La prensa especializada también tornó más severa. Alguna vez, tan solo las novedades eran objeto de cobertura. Pero en la época de las redes sociales, incluso el error más pequeño puede ser desastroso. Se ha vuelto crucial tener un líder que tenga tacto.

Musk, excepción a la regla

Hay una excepción a la tendencia de líderes aburridos: Elon Musk, el CEO de Tesla y SpaceX, cuya serie de tuits mal planeados, burlas y otros escándalos recientes han sido de todo menos monótonos.

En un e-mail que creyó extraoficial, Musk le dijo a BuzzFeed News que uno de los buzos que habían rescatado a los pequeños atrapados en una cueva tailandesa era un «violador de niños». (El buzo había cuestionado el plan improvisado de Musk para liberar a los niños). En una reciente entrevista, Musk fumó marihuana y habló en detalle acerca de lo que considera las posibilidades apocalípticas de la inteligencia artificial. La entrevista —combinada con nuevas noticias sobre disidencias entre sus ejecutivos— ayudó a hundir aún más las acciones de Tesla.

El extraño comportamiento de Musk marca las tensiones en juego ahora que el estilo discreto domina el sector tecnológico. Hay una razón por la que las grandes personalidades jobsianas alguna vez fueron tan valoradas. Las empresas tecnológicas son saltos de fe. En los primeros días de una empresa, es mediante la fuerza de la personalidad de un fundador que los inversionistas, empleados y los medios ponen atención en ellas.

Elon Musk durante su polémica aparición en programa Joe Rogan Experience. (Foto: captura de YouTube)
Elon Musk durante su polémica aparición en programa Joe Rogan Experience. Foto: captura de YouTube.

A pesar de sus defectos, Musk tiene ese tipo de genio. Ya en 2006 publicó su «plan maestro» para Tesla: «1) Fabricar un auto deportivo. 2) Utilizar ese dinero para crear un auto asequible. 3) Usar ese dinero para producir un auto aún más asequible. Mientras se hace lo anterior, también proporcionar opciones de generación de energía eléctrica con cero emisiones de carbono. Guardar el secreto».

Aunque solo ha logrado cumplir con algunos de esos puntos —Tesla ahora tiene problemas para cubrir pedidos del Model 3, el auto «aún más asequible» del plan— la estrategia funcionó; desde entonces, Musk ha aprovechado su fama como si fuera una moneda de cambio. Así, la personalidad de Musk se ha convertido en un elemento clave no solo de las marcas de sus empresas, sino de sus modelos de negocio.

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