No fue el golpe de suerte de aquellos negocios que se fraguan por un par de amigos en un garaje, aunque sí fue concebido en una habitación de comunidad universitaria (y luego en un garaje) por los compañeros Sergey Brin y Larry Page. Y es que detrás de Google, debajo del gigantesco negocio de búsqueda de contenidos en Internet, y de esa aparente capa de simpleza a prueba de idiotas, se esconde mucha ingeniería. Algoritmos, robótica y mucha tecnología.
¿El resultado del cocktail? En menos de una década Google está dentro de las 40 marcas más valiosas del mundo, según Interbrand y BusinessWeek; sobrevivió sin sobresaltos al estallido de la burbuja de las puntocom; sus acciones se han disparado un 232% desde su salida a bolsa en 2004; su capitalización de mercado es de U$S 84.000 millones, y sus ganancias netas aumentaron un 278% en 2004 (a US$ 399 millones, sobre ingresos de US$ 3.200 millones). Sin contar, claro está, con que hace rato que "googlear" ya es un verbo de uso frecuente entre quienes quieren buscar algo en la red.
EL NACIMIENTO. En 1995, cuando los fundadores de Google se cruzaron por primera vez, en un acto de la Universidad de Stanford, a Larry Page no dejaba de inquietarle que fuera imposible determinar cuál era la importancia de un documento flotando casi anónimo en toda la web. Por eso comenzó a trabajar en un modelo que asociara "importancia" con "número de veces que se cita o enlaza" un documento. ¿Por qué ese criterio? Por la relevancia que se le asigna a las "citas" en la generación de ´papers´ e investigaciones académicas.
Con la idea y el objetivo afinado comenzó el desarrollo de un proyecto denominado ´BackRub´ para rastrear toda la internet, tomando como punto de partida la home page (página web principal) de la Universidad de Stanford, y a partir de ella, se saltaría de página en página por los enlaces de internet.
El modelo se fue haciendo más complejo, lo que atrajo la atención de Sergey Brin —un prodigio desde sus días de escolar en una escuela en Rusia en el ámbito de las abstracciones y operaciones matemáticas—, modelando en conjunto un algoritmo (al que llamaron ´PageRank´) para realizar búsquedas en la red. ¿El resultado? Instantáneamente una mejor performance que los populares Altavista o Excite de la época.
Transcurrido un año se iluminaron y bautizaron su motor de búsqueda como Google (que en inglés es el nombre que se da a la cifra ´10 elevado a 100´; un ´1´ seguido de ´100´ ceros). Consiguieron que indexara mayor número de páginas, pero, al mismo tiempo, en forma inteligente: buscando información dentro del texto de éstas (no solo en el título). El paso siguiente fue fortalecer su estructura tecnológica, pues el sistema les consumía cada día más recursos.
En 1997 comenzaron a operar en el dominio ´google.com´ y a ser tentados a vender. Pero fueron más visionarios, no eran muchos los dólares ofrecidos y decidieron ser ellos los gestores de la empresa. Claro que a pesar de la fiebre de las puntocom que aún corría en 1997, no consiguieron capital de riesgo ni inversionistas ángeles y debieron echarles mano a todos los ahorros familiares.
EL SALTO Y LOS INGRESOS. En 1998 Sergey y Larry conocieron a Andy Bechtolsheim (co-fundador de Sun Microsystems y vicepresidente de Cisco Systems), y tras una conversación sobre su modelo, Bechtolsheim les firmó un cheque por U$S 100.000, a partir de lo cual accedieron a más financiamiento y ampliaron su plantilla e infraestructura.
Pero la fuente de las monedas doradas comienza a ser la venta de publicidad. No siguieron el fracasado modelo de banners, sino algo un poco más sofisticado: avisos "con sentido" (o AdSense), que trabajan parecido a una agencia de publicidad, colocando automáticamente los vínculos auspiciados y otros avisos en sitios web de terceros.
Al realizar una búsqueda, en la pantalla de resultados se puede ver una sección de "enlaces patrocinados", con una simple referencia a quien patrocina, y un hipervínculo para ir a su respectivo sitio en la web. Nada llamativo, pero muy efectivo: Google cobra por cada ‘click’ que se haga en dicho patrocinio, o sea, por las veces en que alguien ingresa al sitio Web del anunciante a través de Google. Así, alinea su modelo de ingresos a los intereses del anunciante: si nadie entra al web desde Google, no gana nada.
¿Caro? Infiéralo usted mismo: poco más de U$S 6 para activar el software y ¡U$S 0,06! por cada click.
(El Mercurio, GDA)
Incansable
Google es incansable. Primero logró convertirse en el principal buscador del mundo; fue el primero en ofrecer cuentas de correo electrónico gratuitas con 1 Gb de espacio; anunció el lanzamiento de un sitio competidor con el rey de las subastas on-line eBay; hace pocas semanas incorporó Google Mapas y Google Earth, este último, un revolucionario servicio gratuito de imágenes satelitales de todo (¡todo!) el planeta con detalles casi escalofriantes y que más de un dolor de cabeza le han causado por los reclamos de la Casa Blanca y bases militares apostadas en todo el mundo.
Y hay fuertes rumores —según The Times de Londres— de que quiere ofrecer llamadas telefónicas gratuitas vía Internet. Información, que aún no ha sido desmentida oficialmente y que tiene temblando a todas las telefónicas del mundo. (El Mercurio, GDA)