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Cerveza La Tropical instala en Miami un "jardín cubano"

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Heineken compró la marca y armó una fábrica con capacidad de 32.000 hectolitros.

Tras dos décadas de «odisea» para recuperar la marca y la fórmula original de La Tropical, la primera y más reconocida cerveza cubana (1888), el empresario Manny Portuondo terminó «en manos» de la multinacional Heineken, juntando las dos cosas que más disfruta en la vida, «la cerveza y la jardinería».

Portuondo (54) hijos de padres cubanos nacido en Miami, inauguró la Cervecería La Tropical en Wynwood, el barrio más bohemio de su ciudad.

Esta cervecería artesanal, hecha a escala para no romper los moldes urbanísticos del centro de la ciudad, es una especie de jardín botánico con un centenar de especies distintas y donde también se venderá una fórmula cervecera con 135 años de historia. Portuondo es tataranieto de Federico Kohly, quien vendió los terrenos a la familia Blanco-Herrera para que, en 1888, colocara una cervecería a orillas del río Almendares y en el frondoso Bosque de La Habana, cerca de una posterior urbanización de la capital cubana que se conoce como «el reparto Kohly».

Decidido a conocer su historia familiar, Portuondo investigó la historia de La Tropical. En ese camino tuvo la suerte de encontrar en EE.UU. a Julio Fernández-Selles (1917-2002), el «último maestro cervecero de La Tropical en Cuba». Él a punta de pistola le había entregado las llaves de la fábrica al gobierno durante la nacionalización de las empresas en 1960.

«Julio fue la clave, tenía la receta de la fórmula y fue uno de los únicos ejecutivos que se mantuvo activo en la industria (cervecera) en EE.UU. y Latinoamérica», detalla.

«Cuando me enteré que Boston Beer Company venia a montar una microcervecería en Wynwood, le conté la historia de La Tropical y firmé con ellos un lanzamiento de prueba de la marca La Tropical La Original», recuerda. «En mayo de 2016 se convirtió en la cerveza de más venta de ellos y en menos de seis meses tenía llamadas y ofertas», afirma quien recibió el llamado de Heineken.

«Heineken le dio valor al trabajo de años, me dio la oportunidad de quedarme en el negocio. Yo no hice esto por dinero, quería salvar la marca, la herencia cultural, que nadie nos pudiera borrar», explica.

La multinacional holandesa compró el terreno de un antiguo parking en Wynwood, donde construyó una cervecería de 32.000 hectolitros por año para envasar la bebida en lata y barril, una sala de grifos, restaurante y jardín tropical.

Allí, Portuondo trasladó y colocó con grúas una ceiba (árbol sagrado de Cuba) de 12 metros, tres palmas reales, varios árboles de los Cayos de la Florida, otros de palta y guayaba, un jardín vertical con orquídeas y «por supuesto, yerbabuena por todos lados», recalca.

«Es muy difícil copiar lo que fue hecho en Cuba», lamenta Portuondo, que visitó la isla por primera vez en 2015 y disfrutó de los Jardines de la Tropical, construidos con estilo modernista por el maestro de obras cubano Ramón Magriñá. «Esto es el comienzo», dice Portuondo, quien espera vender «18 tipos de cerveza para finales de año».

La tropical
Investigar para recuperar la tradición

«Quise saber la historia de la familia, qué pasó con esas propiedades, y me interesé en la historia de La Tropical», dice Portuondo. Con experiencia en la elaboración de cervezas con Anheuser-Busch y Brahma de Brasil, se asoció con Ramón Blanco-Herrera, de la cuarta generación de la familia cervecera de La Tropical. «No era posible que más de 134 años de cultura cubana desaparecieran», remarca.

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