Un año de incumplidas promesas en la campaña

El fin de la recesión que decretó Milei la pasada semana, parece arriesgado afirmarlo. Todavía hay sectores muy golpeados y el EMAE no muestra una recuperación firme.

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Javier Milei, presidente de Argentina
El presidente argentino Javier Milei.
Foto: AFP.

El martes 10 de diciembre se cumplió el primer año de mandato de Milei. Hacer un balance después de transcurrido un año del gobierno luce apresurado. En todo caso el balance habrá que hacerlo al final de su mandato o un poco más avanzado en su gestión.

Lo que se puede hacer son dos cosas:

1) Comparar lo que prometió en campaña con lo que está haciendo

2) Analizar los efectos económicos de lo que está haciendo hasta el momento.

Durante la campaña electoral tuvo al menos 3 banderas que levantó y dijo que iba a llevar adelante.

En primer lugar, la dolarización de la economía y el cierre del BCRA. En segundo lugar, prometió cortarse un brazo antes de levantarlo para cobrar más impuestos.

En tercer lugar, dijo que no iba a mantener relaciones diplomáticas ni comerciales con los chinos ni ningún país comunista.

En lo que hace a la dolarización, se sabía que no había chances de implementarla porque el BCRA no disponía de reservas propias para rescatar la base monetaria y los pasivos remunerados.

Recordemos que Milei dijo que uno de los fondos de inversión más grandes del mundo le había asegurado que le prestaba US$ 10.000 millones.

Luego, también en plena campaña, sostuvo que ahora los fondos de inversión lo venían a buscar para prestarle dólares para dolarizar. Al tiempo que sostenía que el peso era excremento que no servía ni para abono.

Lo que podemos evaluar en este primer año de gobierno es que, mediante regulaciones y fuertes intervenciones del BCRA en el mercado de cambios, hicieron bajar los dólares libres, con lo cual, el peso pasó a ser la moneda fuerte y el dólar la moneda débil.

Obviamente, esto induce a que se mantenga el carry trade, en mi época se llamaba bicicleta financiera y, en algún momento, pasa la factura porque nadie invierte para devengar indefinidamente una ganancia.

Por el lado impositivo, no es que dejó los impuestos cómo los recibió, sino que los aumentó: aumentó el impuesto PAIS del 7,5% al 17,5% y lo extendió a todas las actividades ligadas al dólar, reestableció el impuesto a las ganancias para la cuarta categoría, quiso subir los derechos de exportación pero no tuvo éxito, y multiplicó por 7 el impuesto a los combustibles.

Estos aumentos impositivos, juntos con la licuación de buena parte del gasto público (jubilaciones y sueldos de los empleados públicos) consiguieron eliminar el déficit fiscal.

Además, redujo las transferencias discrecionales a las provincias y paralizó la obra pública. Licuación, aumento de impuestos y baja de gasto fue la combinación para eliminar el déficit fiscal.

El argumento que se esgrime es que cuando la economía crezca, se va recaudar más y, en ese momento, se van a poder bajar los impuestos.

La realidad es que con esta carga tributaria la economía no va a crecer. Una de las causas del largo estancamiento económico argentino y la falta de inversiones, es la elevada presión impositiva que espanta las inversiones y, por lo tanto, no hay crecimiento. Solo algunos rebotes de reactivación que duran un tiempo y luego vuelve el proceso recesivo.

Otro de los temas de campaña fue que el gobierno argentino no iba a mantener relaciones comerciales ni diplomáticas con China y la realidad es que inmediatamente que llegó Milei al sillón de Rivadavia le pidió al gobierno chino que le mantuviera el swap y posteriormente confirmó que viajará a China, agregando: “Es un socio comercial muy interesante, no exigen nada, sólo que no los molesten”

Unos podrán considerar que todos estos temas son pragmatismo, y otros decir que son promesas de campaña incumplibles pero que acercan votos.

En concreto, desde que asumió la presidencia, Milei logra bajar la tasa de inflación, equilibrar las cuentas del sector público y tranquilizar el mercado.

En mi opinión la baja de la tasa de inflación está atada a un tipo de cambio que se usa como ancla cambiaria. Y esa ancla cambiaria está construida, en gran medida, por el carry trade.

La gran duda es qué pasará el día que se realicen las ganancias del carry trade o bien se levante el control de cambios.

La respuesta hay que buscarla por la promesa de Milei de levantar el control de cambios en 2025 por acuerdos con el FMI o con acuerdos privados.

En otras palabras, necesita que alguien le preste dólares para salir del cepo e intervenir en el mercado en caso que el tipo de cambio se dispare.

Así como el frente cambiario es el más complicado, los datos fiscales son para el debate porque no se están contabilizando los intereses que devengan las Lecap, pero sí hay que resaltar los avances que hay en la desregulación de la economía.

El trabajo que está haciendo Federico Sturzenegger es muy importante, aunque en algunos casos se demoren los beneficios de la desregulación.

También está bien enfocado el proceso de privatizaciones. Falta ver hasta dónde pueden avanzar con un Congreso en el que no tienen mayoría en ambas Cámaras y los marcos regulatorios, pero las privatizaciones son un ahorro importante para el fisco y mayor eficiencia en la prestación de los servicios.

Respecto a la competencia de monedas que propuso Milei en su cadena del martes pasado, cabe recordar que dicha competencia ya había sido establecida en el DNU gigante que lanzó los primeros días de su mandato.

Respecto al fin de la recesión que decretó Milei la pasada semana, parece arriesgado afirmarlo. Todavía hay sectores muy golpeados y el EMAE no muestra una recuperación firme. Por el contrario, el último dato de septiembre muestra que la economía volvió a bajar en términos desestacionalizados.

Por último, su promesa de que la casta iba a pagar el ajuste fue solo un slogan de campaña. Jubilados y clase media en particular fueron destruidas con la llamarada inflacionaria, aumentos de tarifas de servicios públicos y mayor presión fiscal.

Y, como frutilla del postre, su intolerancia hacia quien piensa diferente, genera más preocupación que el atraso cambiario o los temas fiscales.

Pocas veces se vivió tanta violencia política verbal desde 1983 hasta ahora. Milei y los k empatan en ese tema despreciando el respeto al orden institucional.

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