Surfeando la ola de la IA: ¿cómo pueden los inversores tecnológicos aprovechar el cambio y la volatilidad?

El desarrollo y la adopción de la inteligencia artificial seguirán impulsando la transformación económica en 2026 y más adelante. Un enfoque selectivo y una disciplina rigurosa en valuaciones serán claves para capturar oportunidades de largo plazo en medio de la volatilidad,.

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Durante los últimos dos años, en nuestros informes de perspectivas venimos destacando la importancia de la inteligencia artificial para la economía y los mercados. A fines de 2023 señalamos que, aunque el presidente de la Reserva Federal (Fed) pudiera ser el “piloto” de la economía, era la IA —ese “copiloto” emergente— la que realmente iba a marcar el rumbo. Hacia fines de 2024 anticipábamos que la tecnología consolidaría su reputación como el “sector vampiro”, absorbiendo crecimiento de otras áreas de la economía. Y en 2025 todo eso quedó en evidencia: la Fed pasó a un segundo plano frente a la IA en los mercados. Si bien el gasto en IA sigue siendo una proporción pequeña del PIB, fue responsable de la gran mayoría del crecimiento económico estadounidense en los primeros seis meses de 2025.

¿Qué vientos de cola vemos para las acciones tecnológicas en 2026?

Al entrar en 2026, vemos un contexto constructivo para la renta variable, con un nuevo presidente de la Fed en mayo que probablemente otorgue respaldo adicional. Si los vientos en contra de 2025 —recortes del gasto público y tarifas— se revierten, podrían convertirse en motores para la economía, impulsando demanda incremental en sectores más amplios, más allá de la IA. Con la administración Trump en marcha, nunca hay garantías de un camino despejado, pero la demanda de tecnología vinculada a industrias, automóviles y vivienda muestra señales de haber tocado piso.

La separación entre la demanda de IA y el resto de la economía empezará a diluirse a medida que el foco se desplace hacia su potencial para mejorar la productividad general. Esperamos que eso impulse una mayor participación de la tecnología dentro de la economía.

La IA es transformadora… y las transformaciones llevan tiempo

La IA es una ola de largo plazo, no simplemente un tema. Una “ola tecnológica” —la cuarta después del mainframe, la PC e internet, y la nube móvil— se define por su capacidad de impactar cada aspecto de la economía. Implica inversión en todas las capas del stack tecnológico: desde el silicio (semiconductores), hasta las plataformas, dispositivos y modelos; y convierte a prácticamente cualquier empresa en usuaria de IA.

Estas olas llevan años en desarrollarse, y en el caso de la IA, el ritmo de expansión está siendo limitado por la desglobalización, los permisos, la disponibilidad de energía, las restricciones de construcción y la capacidad de la cadena de suministro de cómputo.

Existe un problema circular: el factor limitante de la demanda de poder de cómputo ha sido la capacidad disponible para entrenar y desarrollar nuevos modelos. A medida que pasamos de la IA generativa a la IA agéntica, se requieren más capacidades de razonamiento y memoria para ofrecer mayor contexto. Esto demanda considerablemente más poder de cómputo para incrementar la generación de tokens (unidades de datos procesados por los modelos). Vemos que áreas como la IA física avanzan rápidamente, con una expansión del testeo de conducción autónoma y robótica en el mundo. En síntesis, hacia 2026 y 2027 creemos que la demanda de cómputo seguirá superando a la oferta.

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¿Por qué creemos que el escepticismo sobre las valuaciones de IA es saludable?

El debate sobre la magnitud del gasto en IA llegó antes de lo que esperábamos, impulsado por el crecimiento impresionante de startups como OpenAI y Anthropic, cuyo ritmo de expansión de ingresos no tiene precedentes en los más de 100 años de experiencia combinada de nuestro equipo invirtiendo en tecnología.

Las señales recientes de circularidad en las inversiones, sumadas al rendimiento sobresaliente de empresas tecnológicas crónicamente no rentables este año, han dado lugar a un escepticismo saludable en el sector. Lo seguimos muy de cerca y reconocemos que empiezan a aparecer burbujas de expectativas, como en la computación cuántica. Esto refuerza nuestra convicción central: la disciplina de valuación y la capacidad de identificar crecimiento verdadero —y subestimado— son esenciales para una inversión tecnológica rentable a largo plazo.

Las valuaciones del sector tech siguen dentro del rango de los últimos cinco años, muy por debajo del nivel observado en la burbuja de internet. Vemos oportunidad: esperamos revisiones positivas de ganancias y un crecimiento superior al del mercado accionario general en 2026.

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La gestión activa cumple múltiples roles en la inversión tecnológica

Aún vemos crecimiento subestimado y disparidad de valuaciones dentro de las denominadas Magnificent 7: no actúan como un bloque homogéneo. Cuando la innovación y la disrupción avanzan a tal velocidad, el liderazgo del mercado puede cambiar. Esto vuelve más importante identificar a los líderes del mañana en lugar de quedar atado pasivamente a los ganadores de una era anterior.

Por eso la gestión activa es crucial en tecnología: permite diversificar portafolios y equilibrar exposición entre los mejores megacaps, mientras se incorporan empresas con liderazgo emergente y crecimiento de ganancias no valorado por el mercado. Esto abarca desde nuevas capas de infraestructura para IA hasta fintech, automatización, e-commerce agéntico (internet 3.0) y tecnologías habilitadoras de la electrificación de la economía.

Selectividad como clave en un contexto donde la tecnología sigue ganando terreno

Creemos que la magnitud y duración de la IA aún están subestimadas. Nuestra experiencia invirtiendo en olas tecnológicas previas nos enseñó que la construcción de capacidad y la aparición de nuevas aplicaciones no es lineal: los inversores deben estar preparados para la volatilidad.

Ya no estamos al comienzo de la transformación de la IA, pero todavía queda un largo trecho. La selectividad en la elección de acciones, la gestión activa y la disciplina de valuación serán esenciales para separar el ruido del potencial real en esta ola tecnológica transformadora en 2026 y más allá.

-Los autores son Alison Porter, Graeme Clark y Richard Clode  de Janus Henderson.

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