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Cómo superar el subdesarrollo en el mercado de valores

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Alberto Estrada - Economista, designado Presidente de la Comisión de Promoción del Mercado de Valores,  ex CEO de Mercado Abierto Electrónico (MAE) de Argentina. (FOTO: MEF)

ENTREVISTA

La clave es tener los instrumentos adecuados que estén en línea con las necesidades de ahorristas e inversores.

En los próximos días se instalará la Comisión de Promoción del Mercado de Valores, creada por ley (2009), que se reunirá una vez por mes para “articular propuestas que inviten a los emisores a acercarse al mercado”, afirmó el designado presidente, Alberto Estrada, economista uruguayo que se desarrolló académica y profesionalmente en Argentina. Para la integración de esta comisión se han cursado invitación a las organizaciones que la ley establece como integrantes —mercados de valores, administradoras de fondos y emisores de oferta— pero se pretende sumar a otros players relevantes del mercado que “sumen ideas” a la discusión, como bancos, calificadoras de riesgo y empresas públicas, entre otros. El gran desafío es “quitar las piedras del camino” para que el mercado funcione, afirma Estrada. De lograrlo, “estaremos en condiciones de generar instrumentos competitivos, con plazos y tasas muy razonables, lo que permitirá diversificar el acceso al financiamiento”, subrayó. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Concuerda con las premisas bajo las que fue creada la comisión de promoción de valores que ahora presidirá?

—Totalmente. La interacción entre distintos sectores interesados en el mercado que puedan contar con un ámbito técnico común donde se puedan discutir cuestiones que al sector privado le resulta relevante revisar, es una muy buena iniciativa. Un ámbito que, además, tenga una visión más próxima al regulador o a la visión del gobierno por parte de quien sea el encargado de arbitrarla, también asegura que los temas serán tratados con una visión amplia y evaluando condiciones y oportunidad de cada propuesta.
Una comisión de estas características es una buena e innovadora herramienta, que tiene su razón de ser en la falta de desarrollo del mercado, porque una vez que se logre otra dinámica, es probable que deje de tener esa utilidad.

—¿Por qué las empresas uruguayas no toman el mercado de valores como una opción?

—Es una combinación de varios factores. En primer lugar, cuestiones culturales, de un mercado que no tiene dinamismo, profundidad, donde los tiempos y costos no son buenos… por tanto se desestima. Hay cuestiones que también las empresas asumen de antemano como complejos. Los requisitos de una oferta pública obligan a una reorganización interna que les cuesta emprender. La comisión tendrá la responsabilidad de quitar las piedras del camino, serán los privados los que decidirán luego si les conviene recorrerlo o no.

—Es un esfuerzo extra para las empresas abrirse al mercado y exponerse a los ojos del regulador y los inversores…

—Pero es un esfuerzo que se hace una sola vez, un primer esfuerzo. Luego traerá un montón de virtudes. Una empresa abierta al mercado, con un nivel de transparencia diferente y otra forma de presentar la información, lleva a que los bancos miren diferente a esas empresas, se amplían enormemente las posibilidades de acceso al crédito, aparece la oportunidad de inversores institucionales. Las ventajas son muchas.

—El perfil de las empresas uruguayas, su escala y muchas de ellas familiares, ¿conspira contra una postura más abierta al mercado?

—Es probable que haya resistencias que tengan que ver con eso. Pero tenemos que trabajar para demostrar que acercarse al mercado de valores no implica perder el control sobre la compañía ni que agentes externos se metan a decirles qué tienen que hacer.

—La ley fue un buen punto de partida?; ¿hay que hacer modificaciones a ese marco?

—Esa Ley la considero un buen punto de partida, no invalida nada de lo que pretendemos hacer; pero ro ahora, mirando hacia adelante, hay que ver qué requiere el mercado y los empresarios uruguayos y cuáles son los instrumentos necesarios. No solamente se trata emitir obligaciones negociables, sacar deuda al mercado o hacer pública la compañía a través de una emisión de acciones. Hay una gran variedad de alternativas de financiamiento en el mercado de valores, que van de la mano de lo que necesite el emisor. Buscar instrumentos adecuados y ponerlo a disposición de las necesidades. Esa es la clave.

—¿Qué incentivos deberán aplicarse para acercar a las empresas a este mercado?

— Se trata de demostrar las virtudes de un mercado de valores dinámico. Que la comisión, con todos los actores representados, pueda trasladar a los distintos ámbitos lo que el mercado puede ofrecer. Tendrán un rol relevante en esta etapa los intermediarios. Quienes se dedican a estructurar estos instrumentos, deberán asumir un rol de promoción muy importante.

—Pero, más allá de la promoción, ¿es necesario hacer ajustes que propicien el acercamiento, por ejemplo, en el marco tributario?

—No, para nada. Hemos revisado la parte tributaria y entendemos que no existe impedimento en cuestiones impositivas que hagan que el mercado no funcione. Eventualmente, se podrán hacer sugerencias, pero no son temas clave que signifiquen un problema.

—¿Y desde el punto de vista normativo?

—Hay posibilidades de mejora, pero eso va a surgir de las propuestas que se hagan por parte de los distintos actores en la comisión. Pero, claro está, el regulador debe velar por el buen funcionamiento del mercado y cuidar al inversor minorista. Por tanto, no se puede “abrir una portera y que pase todo”, porque hay que cuidar la institucionalidad del país, lo que es un gran activo. La regulación debe ir de la mano de ello, sin entorpecer el funcionamiento del mercado. Ese es el equilibrio que debemos buscar.

—En concreto, ¿hay alguna modificación regulatoria que ya visualice como necesaria?

—Recientemente le hemos presentado una propuesta al regulador, para flexibilizar el régimen de emisiones simplificadas. Es un régimen bien pensado, orientado a tratar de que haya una mayor cantidad de emisiones en el mercado con menores requisitos, pero que hasta ahora no ha tenido éxito. Por alguna razón no ha dado resultados, por tanto se puede pensar en algunas cuestiones normativas que hagan que esa “invitación a emitir” por esta vía tenga su efecto. Cuestiones vinculadas con requerimientos de información o límites en su alcance, son temas que proponemos al regulador para revisar.

—Presentó también una propuesta para redefinir el concepto de inversor calificado. ¿Cuál es el cambio buscado?

—La normativa de todos los mercados internacionales incluye la figura del inversor calificado, o sea aquel inversor que por su capacidad, conocimientos, dedicación y profesionalismo, sabe y puede identificar el riesgo que está asumiendo. Tener claramente definida esa figura, facilita que, en determinadas emisiones o instrumentos, el regulador pueda establecer que son exclusivamente para ese colectivo de inversores. Por ejemplo, el mundo de los derivados. No es aconsejable que cualquier ciudadano sin conocimientos especiales esté invirtiendo en algo de lo que posiblemente desconozca los riesgos. Es necesario ajustar esa definición, lo que ayudará también al regulador.

—¿Qué rol le compete al Estado en el mercado de valores, además de la regulación?

—Claramente la función de regulador le compete al Estado, pero no es su única participación en el mercado. También es un emisor y a su vez, podría considerarse como inversor, por ejemplo el caso de República AFAP. Incluso promotor, ya que es el Poder Ejecutivo el que promociona el mercado a través de esta comisión. Dada la magnitud del Estado, son varios sus roles.

—¿Es bueno o malo que el Estado juegue en todas esas canchas a la vez?

—Creo que es bueno. Lo importante es no mezclar; saber “qué sombrero tiene puesto” en cada uno de sus roles. Eso pretendo también en la comisión: que cada uno que se sume “se ponga el sombrero” de este grupo de trabajo y deje el suyo en un segundo plano. Necesitamos que sea así.

—¿El mercado de valores es competencia o complemento del sistema bancario?

—Complemento, absolutamente. El mercado de valores debería complementar ese crédito bancario que muchas veces está en determinada moneda y plazos definido por su propia estructura. Eventualmente, donde no es aconsejable que estén los bancos, allí debe estar el mercado de valores. Pero debe complementarse no solamente en el crédito, sino también para el ahorro. Es recomendable que un banco le pueda ofrecer a su cliente distintos instrumentos para diversificar su ahorro., no solamente la caja de ahorro o el plazo fijo; de lo contrario los van a perder.

—¿Qué instrumentos pueden destacar en un mercado de valores como el uruguayo?

—Son todos válidos. No es un tema de tamaño de mercado. El desafío es cómo acercar financiamiento, por ejemplo, al empresario más pequeño ubicado en un punto del interior del país. Habrá que buscar el instrumento adecuado. Hay mucho trabajo de base hecho por la Agencia Nacional de Desarrollo y vamos a trabajar con ellos. Y así cada segmento o sector. Cada instrumento a medida de las necesidades: emisiones simplificadas, las emisiones de oferta pública, hay que pensar en descuento de facturas y descuento de cheques. Los derivados también son muy válidos para un país con una estructura de producción agropecuaria relevante.

—Los agentes locales administran unos 10 mil millones de dólares de fondos, según usted citó en la presentación de la comisión. ¿Es factible que una parte de esos recursos pueda canalizarse por el mercado local?

—En la actualidad, claramente no. Pero es el objetivo. Me reuní con integrantes de la Cámara de Asesores de Inversión del Uruguay y recibí mucha información. Es un importante volumen de dinero, en manos de profesionales ubicados físicamente en el país que administran portafolios de personas factiblemente de la región, pero con fondos ubicados en Europa o EE.UU. Deberíamos aspirar a que esos inversores, si sale una obligación negociable de una empresa pública, por ejemplo, que luzca como una buena oportunidad, se sientan interesados en invertir acá. Hay que despejar los caminos para hacer factible que ese canal de inversión exista.

—Precisamente, ¿qué espera de las empresas públicas?

—Me voy a poner en contacto con los directorios de las empresas del Estado, quiero conocerlas, entender de qué manera podemos colaborar a sus necesidades de financiamiento.
Pero además, como jugadores muy grandes que tienen un gran derrame sobre la economía en su conjunto, podemos usarlas como “palanca”. Tienen muchos proveedores pequeños, medianos y grandes y pueden generar puentes, de manera tal que esos proveedores también puedan financiarse en el mercado a tasas y plazos muy favorables.
De la misma forma, me reuní con los representantes de los fondos de pensión. También tenemos que generar los mejores instrumentos para esos fondos. Manejan un patrimonio muy grande y lo invierten de acuerdo con las posibilidades actuales del mercado. Si podemos generar otra dinámica, seguramente serán un actor muy relevante.

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