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Perspectivas económicas globales: los mensajes de los activos

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

Dependiendo del ciclo electoral de Estados Unidos y sus implicancias globales, el panorama podría volverse realmente complejo en la segunda mitad de la década.

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Suele plantearse que los precios de los activos dicen más que mil palabras. “Veo cómo actúas, dónde pones tu dinero y cómo valorizas las cosas, para saber bien lo que piensas”, sugiere el concepto de preferencias reveladas en economía. Acciones revelan percepciones.

Por lo tanto, antes de escuchar (tanto) a los economistas, cuya capacidad predictiva es muy baja y su elocuencia muy alta, es prioritario entender lo que revelan los precios de los activos más líquidos. Primero, porque recogen las percepciones e informaciones de quienes ponen “la plata donde su boca les dice”. Y segundo, porque sirven como referencias ineludibles para comparar cuánto de los análisis ya están internalizados en los mercados. No basta decir “esto” sobre las tasas de interés o “aquello” sobre la inflación, sino cuán diferente evolucionarán respecto a lo ya reflejado en los precios.

Actualmente hay muchas conjeturas sobre las perspectivas económicas globales, que —con alta dispersión— van desde escenarios de estanflación (estancamiento con inflación), pasando por recesión con deflación, hasta reaceleración económica mundial, con o sin inflación. Visiones hay para todos los gustos.

Pero qué dicen los precios de los activos. Veamos aquellos más relevantes con cierta capacidad predictiva respecto al grado de incertidumbre imperante y las perspectivas sobre la actividad económica, la inflación y las tasas de interés, sobre todo de Estados Unidos, cuyo comportamiento financiero es decisivo para el desempeño de los países emergentes.

Un cliché es que vivimos en un mundo altamente incierto. Es verdad que durante las últimas décadas hemos vivido una serie de acontecimientos inesperados, que no estaban en los radares, que incluso pusieron en entredicho la hipótesis de “la gran moderación” (“The Great Moderation”), que sugería ciclos económicos menos pronunciados. Pero parece falso que la incertidumbre global sea mayor a la observada históricamente. Al contrario.

Un buen indicador de incertidumbre (y aversión al riesgo) es el crecientemente monitoreado índice VIX, que refleja la volatilidad implícita en el comportamiento agregado de las valorizaciones de las 500 grandes empresas que cotizan en Nueva York. Una alta volatilidad del índice bursátil Standard & Poor’s 500 suele reflejar grandes dudas sobre el desempeño futuro de las compañías y su costo de financiamiento, y como consecuencia de la economía en general.

El índice VIX, que se ha movido desde las cercanías de 10 en tiempos de auge a casi 90 en momentos de pánico, se ubica actualmente en torno a 20, que es exactamente su promedio histórico de varias décadas. No parece reflejar una incertidumbre inusual, ni siquiera por razones geopolíticas. La invasión de Rusia a Ucrania aumentó esos riesgos, pero sus niveles actuales ya se dieron varias veces en las últimas décadas y distan mucho de episodios históricos críticos del último siglo según el clásico índice de Caldara-Iacoviello.

Tampoco está en los precios una inminente recesión en Estados Unidos y el resto del mundo. Si bien la pendiente de la curva de rendimiento está levemente invertida, con la tasa de interés larga estadounidense algo mayor que la corta, lo que suele ser un indicador certero en esa dirección, la probabilidad sugerida es baja. También tienden a descartar una recesión en el corto plazo el propio VIX y la recuperación mostrada por las bolsas de Nueva York durante las últimas semanas.

Más bien lo que parece descontarse es un escenario de crecimiento moderado en los próximos trimestres y cierta desaceleración inflacionaria. De hecho, un tercer indicador clave refiere a las expectativas inflacionarias contenidas en los diferenciales entre las tasas de interés nominales y las indexadas al IPC. Estas, a plazos de 2 y 10 años, los horizontes más monitoreados por la Reserva Federal, se han devuelto a niveles en torno a 2,75% y 2,5%, respectivamente, muy debajo de los máximos observados hace unos meses.

Por eso mismo, los precios de mercado descuentan que la Fed sólo subirá la tasa de interés referencial hasta 3,5% hacia fines de este año, para devolverla al 2,5% actual en un horizonte de 12 a 18 meses. Así, el mercado de bonos del Tesoro estadounidense, que en el pasado ha sido muy certero en anticipar la tasa terminal en los ajustes monetarios, sigue sugiriendo un ajuste adicional relativamente suave.

En conclusión, estos indicadores —muy representativos del desempeño económico de Estados Unidos— parecen descartar la estanflación y recesión en el futuro cercano, apuntando a un escenario de crecimiento moderado y desaceleración inflacionaria para el resto del año e inicios de 2023, con alzas adicionales, aunque acotadas de la Fed.

El ciclo global sigue madurando y un “cisne negro” siempre puede descomponerlo. Los precios de los activos podrían reflejar ese escenario en
su momento, pero por ahora no revelan perspectivas apocalípticas.

Dependiendo del ciclo electoral de Estados Unidos y sus implicancias globales, el panorama podría volverse realmente complejo en la segunda mitad de la década.

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