La política arancelaria del presidente Trumpse espera que sea inflacionaria para EE.UU. y neutral o levemente desinflacionaria para otros países (por ejemplo, exportaciones chinas baratas redirigidas al resto del mundo, reciente depreciación del dólar, etc.). Los sectores clave en EE.UU. que se preveía impulsarían las cifras de inflación a través de los aranceles eran los autos nuevos y usados, la indumentaria y los bienes duraderos.
El desafío de las proyecciones
El principal reto para los economistas radica en pronosticar el grado y el momento en que el traspaso de los aranceles se verá reflejado en los precios al consumidor, y por ende, en las cifras mensuales de inflación. La comunidad de pronosticadores (es decir, estrategas e economistas especializados en inflación) parece haber seguido un enfoque bastante simple y homogéneo.
Basándose en la experiencia de los aranceles aplicados entre 2018 y 2019 a un reducido número de productos (como lavadoras), muchos han utilizado una regla empírica según la cual el 60% del impacto arancelario se traslada a los consumidores en un plazo de aproximadamente tres a cinco meses. Algunas estimaciones fueron incluso más altas: Goldman Sachs asumió que “el 70% de los costos directos de los aranceles recaerían sobre los consumidores”, y que el impacto total se acercaría al 100% al incluir los efectos indirectos sobre los precios cobrados por los productores nacionales beneficiados por la protección frente a la competencia extranjera.
Con base en este supuesto, los datos de inflación de este verano en EE.UU. eran esperados con gran atención como posible primer indicio del impacto inflacionario de los aranceles. Sin embargo, es aquí donde comienza a debilitarse la convicción: el mes pasado la inflación resultó más baja de lo previsto (teóricamente el primer mes en que podrían haberse detectado señales iniciales de inflación derivada de los aranceles), y la última semana trajo consigo una revisión a la baja de las expectativas de inflación para junio. Esta reciente revisión se vio impulsada por los datos de precios de Adobe, que mostraron cifras muy débiles en indumentaria, así como datos de Nielsen sobre precios en tiendas que indicaron una transmisión mucho menor en las áreas afectadas.
El efecto neto es que el consenso sobre el momento del traspaso de los aranceles se está desplazando algunos meses hacia adelante, aunque el pico del shock inflacionario subyacente solo se ha ajustado ligeramente a la baja. A modo de referencia, la Reserva Federal ya ha proyectado un sorprendentemente bajo índice de inflación subyacente de gastos de consumo personal (PCE) de 3,1% para diciembre de 2025 en sus previsiones trimestrales de junio. Esta es una meta fácil de superar, considerando que los estrategas de UBS estiman un 3,5% y Goldman Sachs un 3,3%, entre otros.
Factores a considerar
Entonces, ¿qué está ocurriendo y deberíamos concluir que los aranceles no son tan inflacionarios como se pensaba?
El tiempo. Tal vez no sea sorprendente que el traspaso esté demorando más en esta ocasión. El adelantamiento de importaciones fue algo mayor y la incertidumbre sobre las tasas arancelarias y los productos afectados podría estar llevando a muchas empresas a agotar sus inventarios antes de subir precios. Además, las grandes compañías podrían evitar provocar la ira de Trump, por lo que podrían estar distribuyendo los aumentos de precios gradualmente a lo largo del año, en lugar de hacerlo con un gran incremento de una sola vez.
La escala. También es cierto que en ciertas industrias (como la ropa deportiva), la competencia es mucho más intensa que en años anteriores, lo que lleva a que las empresas y sus proveedores absorban más del impacto de los aranceles en sus márgenes, en lugar de trasladarlo directamente al consumidor.
Una encuesta reciente de KPMG reveló que el 57% de las empresas ya estaba experimentando una caída en los márgenes brutos como resultado de los aranceles, a mayo. Si bien los precios más altos aún no han llegado al cliente final, la encuesta deja claro que están en camino: el 77% de los encuestados afirmó que sus empresas están considerando aumentos de precios de al menos un 5% en los próximos seis meses.
Por tanto, es demasiado pronto para que los estrategas de inflación concluyan que los aranceles serán definitivamente menos inflacionarios de lo previsto, pero el proceso de traspaso parece estar ocurriendo de forma distinta esta vez. Los precios de los autos nuevos son un gran ejemplo: CNN publicó un artículo útil sobre la dinámica de precios en la industria, concluyendo que los aumentos de precios probablemente lleguen más adelante en el año.
Con un solo caso de referencia (la experiencia de 2018–2019), siempre hubo un amplio margen para revisiones en las estimaciones de los economistas. Seguimos monitoreando y prestando atención a la retroalimentación de nuestros analistas de renta variable y crédito sobre el poder de fijación de precios en los sectores más afectados, ya que esto será el principal determinante para saber si la magnitud del shock inflacionario coincide o no con las estimaciones del sector.
Por ahora, las estimaciones de consenso mantienen un incremento mensual significativo de la inflación para julio (que se publicará en agosto), considerado el primer mes real de impacto arancelario en los modelos de previsión. No obstante, será clave observar cómo evolucionan estas expectativas en las próximas semanas.
Dado que los efectos de base débiles del año pasado están desapareciendo, la inflación interanual debería continuar aumentando en los próximos meses. Solo un debilitamiento del empleo contribuiría a generar más recortes de tasas de interés de los que actualmente están incorporados en los precios de mercado.
- La autora, Jenna Barnard, es directora de Bonos Globales de Janus Henderson.