Las reales pérdidas de ALUR

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JULIO PREVE FOLLE

Bajo el título "Al gobierno le preocupan las pérdidas sucesivas de ALUR", la semana pasada El Observador publicó algunas cifras del balance de esta empresa propiedad de Ancap y de Pdvsa, el ente estatal petrolero venezolano.

Celebro que se conozcan números de ALUR. Lo que no comparto es que las pérdidas de esta institución -me cuesta llamarle empresa- deban preocupar al gobierno. No es este tipo de pérdidas, las que recoge su balance contable, las que deben preocupar al gobierno en nombre de los uruguayos. Las pérdidas y ganancias cuyo detalle estamos esperando son otras, y las recoge un balance muy diferente.

¿PÉRDIDAS? No es tan grave que ALUR pierda 2,7 millones de dólares en 2008, y una cifra parecida el año anterior. Sería mucho peor que ganara mucha plata, ya que ello denotaría que el aporte que los uruguayos hacemos a Bella Unión, a través de la protección arancelaria, está sobrando. La ganancia de ALUR, al ser un seudópodo de un monopolio del Estado, mal puede evaluarse como si fuera la de una empresa común. Y si ganara habría que bajar de inmediato el precio del azúcar que pagamos los uruguayos. Quizás eso pasa ahora, ya que con mis números el precio al que se vende hoy al público supera confortablemente la paridad de importación incluyendo el arancel del 35%, y no era así.

A la hora de pasar raya hay que preguntarse qué está pasando con la productividad física. La respuesta es que sigue rindiendo menos de 6 toneladas por hectárea de azúcar, siendo este resultado muy pobre no solo en términos históricos en Uruguay, sino porque no llega a la mitad y se parece más a la tercera parte de los rendimientos de Brasil. Además, hay amplias zonas de este país donde no se riega, razón por la cual productores de caña que reciben menos de la mitad del precio político que ALUR paga a los cañeros, por sus menores costos y mayor productividad crecen sin parar.

Con estos datos no veo por qué preocuparse mucho por el balance de ALUR: nadie supone, creo, que se fundó esta empresa con un propósito económico. La decisión fue totalmente política y así hay que evaluarla. Su primer éxito objetivo es quizás el triunfo del partido de gobierno en la Intendencia; y el segundo son sus logros en materia social, que los hay. Yo simplemente, en nombre de miles de uruguayos y uruguayas que no saben lo que es un arancel, le pido a ALUR que explicite no su balance, eso es insuficiente. Le pido que estime cuánto dispone la sociedad anualmente para Bella Unión, para poder compararlo honestamente con los resultados sociales, y con lo que se aporta a otras zonas y pueblos del país que no valen menos. Voy a intentar una aproximación.

BALANCE SOCIAL. El azúcar blanco vale hoy cerca de 500 dólares la tonelada, lo que puede suponer un CIF Montevideo holgado de 600 dólares. Calculando sobre este valor el arancel del 35%, los tributos, márgenes, embolsado e IVA, podría estar vendiéndose a $ 21 el kilo al público. En cambio vale $ 26,50 lo que supone que alguien debería -si lo dejaran- importar. Si esto se hiciera sin pagar arancel, el precio al público debería andar en el entorno de los $ 16, en lugar de los $ 26,50 de hoy. Para dar un cierto margen voy a suponer que la diferencia entre una y otra situación, es no de $ 10 sino de $ 8 por kilo. Esto supone un primer costo de la protección, para 60 mil toneladas de consumo, de alrededor de 25 millones de dólares por año. Esta cifra, que en ocasiones ha sido menor, es un primer costo del recordado buque insignia.

De este costo una parte no menor no se la lleva Bella Unión sino una empresa -esta sí empresa- de Paysandú. Ésta importa azúcar crudo sin aranceles, lo refina y vende azúcar blanco con su protección del 35%. Ello implica por ejemplo hoy, con el crudo a U$S 336 y el blanco a US$ 477, una protección efectiva superior a 100%. O si se prefiere, esa empresa puede importar a US$ 336, pagar un flete barato de hidrovía, refinar a un costo de US$ 60 la tonelada o menos, y estaría en condiciones de vender en Montevideo el kilo, IVA incluido, en unos $ 15. Por las necesidades de la protección del azúcar de caña vende a un precio mayor -$ 26,50- resultando que la política para Bella Unión beneficia de rebote a Paysandú; ambas venden una cantidad análoga de blanco.

Hay otros costos a explicitar: la deuda original de la que se hizo cargo Ancap; los arrendamientos que según se me dice paga ALUR en parte; la inversión que es inversión pública y debería pasar por el Parlamento.

Dice la web de ALUR que se trata de una empresa agroindustrial sustentable. Lo de empresa sustentable parece una interpretación algo antojadiza. Veamos. Es una empresa propiedad de un monopolio nacional; que funciona solo con la protección máxima del país; que produce biocombustibles también en régimen de precio monopólico, y que hay que usar por obligación legal; que inventa nuevos cultivos por los que paga precios fuera de competencia; y -esto ya es anecdótico- que se propone producir para la alimentación animal con la asistencia de Cuba…

QUÉ HACER. Yo creo que la gente de Bella Unión no se merece vivir en un "polo" que no es más que una agrupación de empleados públicos con la seguridad futura garantizada por el Estado. Esto que irrita al Presidente se da de modo notable en su buque insignia: productores, empleados de la fábrica, todos son de hecho empleados públicos sujetos en su ingreso, no a su esfuerzo sino a lo que fije el gobierno. Sé que a esta altura no se puede cerrar ese ingenio, sería ingenuo. Pero sí podemos aspirar los miles de uruguayos que pagamos esa sustentabilidad de pacotilla, a algunas cosas. Por ejemplo, no puede ser que la protección llegue a productores con niveles de productividad ridículos, que hacen necesaria siempre una mayor protección; esto debe acotarse, y quien no logre algunos objetivos no debe plantar. Aquí -en verdad en todo el tema- espero que hable el Ministro de Ganadería, productor cañero él mismo. A la vez no tiene lógica que por la protección resuelta para Bella Unión, se pague la mitad del azúcar protegido para la empresa de Paysandú. Debe asimismo cumplirse con la cuota americana, que se coloca en general al doble del precio internacional, lo que no se ha hecho por razones ideológicas. Y debe llegarse a un stand still de área plantada y de negocios de otro tipo, porque cada vez que se plantea uno nuevo tiemblan Doña Ramona y Don Fermín.

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