Innovación y productividad: el salto que le falta a Uruguay

La falta de innovación mantiene a Uruguay rezagado, sin señales de mejora en el mediano plazo.

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El Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howittpor demostrar, sobre la base de los postulados de Schumpeter, cómo la innovación y el desarrollo de ideas son el motor del crecimiento económico.

Desde la perspectiva local, Uruguay ha mantenido una estabilidad macroeconómica, financiera e institucional ejemplar, capaz de atraer inversión y sostener la confianza de los mercados. Sin embargo, esa fortaleza aún no se ha traducido en un salto de productividad ni en un mayor dinamismo innovador. La pregunta sigue abierta: ¿cómo transformar la estabilidad en crecimiento basado en conocimiento?

Innovación: el motor ausente del crecimiento

Los trabajos de Aghion y Howitt demostraron que la innovación sostenida requiere competencia: las empresas invierten en investigación para diferenciarse, pero la presión del mercado las obliga a innovar de forma continua. Mokyr, por su parte, subrayó que el crecimiento depende de una “cultura del conocimiento” que promueva la difusión de ideas y tecnologías. La clave no es solo producir innovaciones, sino hacer que se adopten y se extiendan a todo el aparato productivo.

En Uruguay, los indicadores de innovación evidencian un rezago persistente. De acuerdo con datos del Banco Mundial, el gasto en investigación y desarrollo equivale a apenas 0,63 % del PIB, frente a un promedio del 3,0 % en los países de la OCDE y por debajo incluso de Brasil (1,15 %). Además, la mayor parte de la inversión se concentra en el sector público, con una participación empresarial aún limitada. Según Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)la inversión pública en I+D históricamente ha representado alrededor del 70 % del total invertido a nivel país.

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El Global Innovation Index (GII) 2025, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), evalúa la capacidad y el desempeño de 132 economías en materia de innovación. En esta edición, Uruguay se ubicó en el puesto 68, manteniéndose dentro del grupo de economías con desempeño medio-alto, aunque registrando un retroceso de seis posiciones respecto de 2024.
En el contexto regional, el país ocupa el cuarto lugar entre las 21 economías de América Latina y el Caribe, y el puesto 47 entre las 54 economías de ingresos altos.

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El informe muestra un deterioro en cuatro de los siete pilares que componen el índice, destacándose las caídas más significativas en los ámbitos de sofisticación empresarial y capital humano e investigación. Estas áreas resultan estratégicas, ya que reflejan la capacidad de un país para generar conocimiento, transformarlo en innovación y aplicarlo en su estructura productiva.

Capital humano e investigación. En este componente, Uruguay enfrenta importantes desafíos vinculados al desarrollo de talento y la formación científica. El país se ubica en el puesto 93 en gasto en educación como porcentaje del PIB y en el puesto 108 en graduados en Ingeniería y Ciencias, lo que evidencia debilidades estructurales en la inversión educativa y en la orientación de la formación hacia áreas tecnológicas y de innovación.

Sofisticación empresarial. En materia de sofisticación empresarial, Uruguay alcanza uno de sus desempeños más rezagados: ocupa el puesto 130 de 132 en el indicador de conocimiento de los trabajadores. El desafío es significativo —el país se ubica al final del ranking— y pasa por reorientar los procesos empresariales hacia la innovación, promoviendo la capacitación continua, la adopción de tecnologías emergentes y la creación de entornos colaborativos entre empresas, universidades y centros de investigación.

La productividad uruguaya en perspectiva internacional

El rezago innovador tiene su correlato macroeconómico en la productividad total de los factores (PTF), que se ha mantenido prácticamente estancada durante los últimos quince años.

Según estimaciones del Ministerio de Economía y Finanzas, la PTF no muestra crecimiento relevante desde 2010. En línea con estas cifras, los datos de la Penn World Table y la Total Economy Database del Conference Board indican que entre 2010 y 2023 la productividad total de los factores en Uruguay aumentó apenas marginalmente, mientras que en Chile lo hizo cerca de 8% y en Estados Unidos más de 10%.

Desde 2015, el crecimiento del PIB uruguayo se ha apoyado principalmente en la expansión del capital y el empleo, con escasa contribución de la productividad. En consecuencia, el país crece, pero sin mejorar su eficiencia productiva. La expansión del empleo y del capital sostiene la actividad, pero al no ir acompañada de mayores niveles de productividad, los avances en el ingreso y los salarios reales resultan limitados. Además, un crecimiento apoyado más en la cantidad de recursos que en su eficiencia tiende a ser fiscalmente costoso y vulnerable a los ciclos externos, porque depende de precios, inversión y financiamiento que no siempre se mantienen en el tiempo.

Las proyecciones tampoco son alentadoras. De acuerdo con la mediana de las estimaciones del Comité de Expertos de la Institucionalidad Fiscal, la PTF acumularía un aumento de apenas 7 % en los próximos diez años, equivalente a un crecimiento promedio anual de 0,7 %. Una dinámica de esa magnitud es insuficiente para cerrar la brecha frente a las economías más productivas de la región y del mundo.

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Asimismo, la productividad laboral, medida como PIB por hora trabajada en paridad de poder adquisitivo, confirma la misma tendencia: Uruguay se mantiene en torno al 44% del nivel de Estados Unidos, sin señales de convergencia desde mediados de la década pasada.

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La comparación internacional demuestra que la escala no es el problema central. Economías pequeñas y abiertas, como Irlanda, Estonia o Nueva Zelanda, lograron elevar sustancialmente su productividad mediante políticas que favorecieron la innovación, la competencia y la apertura comercial.

El Presupuesto 2025–2029 y la política de innovación

Si bien en el Presupuesto Nacional 2025–2029 reconoce explícitamente la necesidad de fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación como ejes del crecimiento, la asignación presupuestal no refleja tal postura. Según un análisis de Ceres, la partida para Ciencia, Tecnología e Innovación pasa de representar 0,4% del total del presupuesto en 2025 a 0,3% en 2029, lo que implica una caída de -8,4 % en ese quinquenio.

De la estabilidad a la innovación: la agenda pendiente

El Nobel de 2025 recuerda que el crecimiento que la innovación surge cuando hay incentivos para crear, instituciones que la canalizan y competencia que la impulsa. Uruguay ya demostró que puede sostener estabilidad; el desafío ahora es convertir esa estabilidad en innovación y productividad. Lamentablemente las cartas de nuestros próximos 5 años ya están jugadas.

- Sofía Harguindeguy y Juan Carlos Oehler. Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay

[1] ANII | Agencia Nacional de Investigación e Innovación - ¿Cuánto se invierte en Ciencia y Tecnología en Uruguay?

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