Inicio de caída de tasas incrementa exposición en renta fija

La recuperación del sector agroexportador y el mayor dinamismo del consumo interno llevarían a la economía local en 2024 a un crecimiento superior al potencial.

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Getty Images

El mes de noviembre estuvo marcado por las reuniones de política monetaria de distintos bancos centrales, así como por los datos de inflación, que sorprendieron a la baja, y por un mercado laboral en Estados Unidos que, si bien se mantiene sólido, evidenció un menor dinamismo en los datos de empleo.

La Reserva Federal decidió mantener sin cambios la tasa de referencia en la principal economía del mundo, lo que llevó a los mercados a reafirmar la noción de que la tasa habría llegado a su punto terminal impulsando, en consecuencia, un repunte generalizado en los mercados.

Los mercados registraron ganancias generalizadas tanto en las plazas desarrolladas como en la mayoría de las emergentes, a excepción de China, que mostró caídas en sus índices más relevantes. Este comportamiento estuvo sustentado en el cambio de visión sobre el futuro de la política monetaria en los mercados desarrollados.

Ante esto, que consolidó la expectativa de una pausa en los cambios en tasas hasta entrado el 2024, seguida por recortes en la segunda mitad del año, decidimos incrementar nuestra exposición a la renta fija, optando por hacer el cambio mediante una sobreponderación de la deuda corporativa, aprovechando la duración y las tasas atractivas de la categoría y en detrimento de la renta variable.

Lo anterior fue implementado a través de un incremento en la exposición al crédito, categoría dentro de la cual continuamos prefiriendo los activos de mejor calificación crediticia por sobre los de grado especulativo.

En renta variable, decidimos neutralizar nuestra exposición a Estados Unidos, quedando de este modo con una subponderación de los mercados desarrollados expresada a través de una menor preferencia por Europa, acompañada de una neutralidad en las plazas emergentes.

Dentro de los mercados desarrollados mantenemos nuestra cautela con la Eurozona, donde los datos recientes sugieren la inminencia de una recesión que continuará golpeando el desempeño de las compañías.

En los mercados de renta fija mantenemos la preferencia por duraciones largas y sobreponderamos el crédito, prefiriendo además los activos de mejor calificación crediticia.

Dentro de la deuda corporativa, categoría que sobreponderamos respecto a los tesoros, la moderación en la volatilidad del mercado impulsó una contracción en los diferenciales de rentabilidad que, en combinación con las caídas en las tasas, generó rendimientos positivos durante el mes. En particular, los retornos fueron más favorables para los activos de mejor calificación crediticia, favoreciendo nuestra preferencia por la deuda de grado inversor respecto a los activos de grado especulativo.

En cuanto a las materias primas, los efectos iniciales en los precios de los energéticos derivados de la preocupación por un posible aumento del conflicto en la Franja de Gaza han disminuido. Si bien la posibilidad de un enfrentamiento de mayor escala continúa latente, los mercados han optado por encapsular la crisis, por lo que durante noviembre observamos un claro retroceso del crudo, que en la referencia Brent ha vuelto a negociarse a niveles de US$ 80 por barril, lo que contrasta con los US$ 92,5 que alcanzó en las dos semanas siguientes al estallido del conflicto geopolítico.

El mercado mostró escepticismo a los anuncios de recortes adicionales que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) hizo a finales del mes. Programados para entrar en vigor en enero próximo, dichos recortes buscarían cerrar el superávit del mercado en el primer trimestre de 2024.

En cuanto al cobre, tuvo un mes de alzas (+5%) sustentadas en expectativas de planes de estímulo del gobierno chino y, más recientemente, por el choque de oferta que implica el cese de operaciones de la mina cuprífera de First Quantum Minerals en Panamá.

En la perspectiva local, las proyecciones de los analistas evidenciaron una caída del 0,70% en las expectativas de crecimiento para el 2023, mientras que las proyecciones hacia el 2024 se mantienen en 3,10%, reflejando la perspectiva de que la recuperación del sector agroexportador y el mayor dinamismo del consumo interno llevarían a la economía a un nivel de crecimiento superior al potencial, compensando el magro desempeño observado durante el año en curso, que habría comenzado a mejorar en el segundo semestre.

Por otra parte, las perspectivas para el tipo de cambio continuaron avanzando en forma moderada, y las proyecciones de la cotización del dólar para el cierre del año se ubicaron en $40,10, representando una depreciación esperada de aproximadamente 2,5% respecto a los niveles actuales. A pesar de este ajuste, las expectativas de inflación se mantuvieron estables en 5,20%, una décima por debajo de la proyección presentada por el Banco Central en su último Informe de Política Monetaria. De cara al 2024 se espera un aumento en el nivel inflacionario, que se ubique en un nivel de 6,50%.

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