El presidente de Estados Unidos Donald Trump revivió la pasada semana una vieja amenaza contra Jerome Powell al acusar al presidente de la Reserva Federal de "politiquear" y actuar con demasiada lentitud para bajar las tasas de interés. Sin embargo, en privado, según personas cercanas a Trump, el presidente ha sido consciente durante meses de que intentar destituir a Powell podría inyectar más volatilidad en los mercados financieros, que se encuentran inquietos.
Los inversores ya están inquietos tras un período de agitación tras la oleada de aranceles anunciada por la administración este mes. Socavar la independencia política de la Fed, considerada crucial en Wall Street, podría generar un pánico financiero mucho mayor.
"Si quiero que se vaya, se irá rápidamente, créanme", dijo Trump a los periodistas en la Oficina Oval de la Casa Blanca el jueves pasado, cuando se le preguntó sobre Powell. La advertencia llegó poco después de una publicación en redes sociales a primera hora de la mañana en la que Trump dijo: "¡El despido de Powell no puede ser más rápido!".
Los asesores de Trump le han repetido que despedir a Powell es legal y financieramente complejo, y que la incertidumbre podría causar una caída significativa en los mercados financieros. Trump, al menos por el momento, parece convencido, según las fuentes.
Durante meses, Trump ha temido, en privado, la posibilidad de que se produzca un evento de la magnitud de la Gran Depresión bajo su mandato, un escenario que en sus conversaciones describe como "1929". Pero los acontecimientos de las últimas dos semanas alarmaron tanto a algunos de sus asesores más cercanos, incluido su secretario del Tesoro, Scott Bessent, que el propio Trump parece haber asimilado lo cerca que estuvieron de un colapso financiero.
La decisión de Trump a principios de mes de anunciar aranceles históricos a casi todos los socios comerciales del país e intensificar agresivamente su guerra comercial global, provocó una fuerte caída en los mercados financieros. Las acciones se desplomaron, y una alarmante ola de ventas de bonos del gobierno estadounidense y del dólar avivó los temores de que el país estuviera empezando a perder su presuntuosa posición como el rincón más seguro del sistema financiero.
Tras aclararse el alcance de los aranceles de Trump, Powell advirtió que estas políticas provocarían una mayor inflación y una desaceleración del crecimiento. Sus comentarios sugirieron que la Fed tendría un alto nivel de exigencia para bajar las tasas, tras una serie de recortes el año pasado.
Trump pronto cambió de postura y suspendió muchos de sus aranceles durante 90 días, alegando la inestabilidad del mercado de bonos. Sin embargo, esa prórroga terminó rápidamente, ya que Trump aumentó los aranceles a las importaciones chinas al menos al 145%, a la vez que eximió a una serie de los productos electrónicos de consumo más utilizados y anunció acuerdos comerciales inminentes con otros países. Este cambio ha mantenido a los mercados financieros en vilo y ha contribuido poco a aliviar las preocupaciones de Powell sobre las perspectivas económicas.
En un evento en el Club Económico de Chicago el miércoles 16, Powell dejó claro que era "obligación" de la Fed garantizar que "un aumento único en el nivel de precios no se convierta en un problema de inflación persistente", al tiempo que reiteró sus advertencias sobre las perspectivas de una desaceleración del crecimiento. También enfatizó que la Fed podía permitirse ser paciente al tomar nuevas medidas sobre las tasas de interés hasta tener más claridad sobre las perspectivas.
Esos comentarios, sumados al hecho de que el Banco Central Europeo se preparaba para bajar las tasas de interés, parecieron desencadenar la diatriba de Trump contra Powell.
Incluso antes de la reciente turbulencia en el mercado de bonos, a los asesores les parecía que Trump se mostraba receloso de despedir a Powell. Trump se queja regularmente de lo "terrible" que es Powell y de que cree que está manteniendo deliberadamente las tasas de interés altas para perjudicarlo, por razones políticas, según un asesor, pero el presidente no ha parecido serio sobre su reemplazo inminente.
Días atrás, Bessent, quien describió la independencia de la Fed como un "joyero que debe preservarse", dijo que la Casa Blanca comenzaría a entrevistar candidatos este otoño para reemplazar a Powell. Trump había nominado a Powell en su primer mandato presidencial, y el presidente Joe Biden lo volvió a nominar. El mandato de Powell como presidente finaliza oficialmente en mayo de 2026, aunque su mandato como gobernador se extiende hasta 2028, lo que sugiere que podría permanecer en la Junta de Gobernadores si así lo deseara. Trump podrá cubrir una vacante en enero, cuando expire el mandato de Adriana Kugler, gobernadora en funciones.
El presidente ya ha nombrado a Michelle Bowman, gobernadora en ejercicio, vicepresidenta de supervisión, encargada de regular Wall Street. Ese puesto quedó disponible en febrero después de que Michael Barr, quien permaneció como gobernador, renunciara para evitar una prolongada batalla legal con Trump que, según él, perjudicaría al banco central.
Kevin Warsh, exgobernador de la Reserva Federal con estrechos vínculos con Bessent, es considerado uno de los principales candidatos para ocupar el cargo de presidente. Durante la transición, Trump se interesó en la idea de nombrar a Warsh, a quien había considerado para presidente de la Reserva Federal en su primer mandato, como su secretario del Tesoro El presidente también consideró nombrarlo presidente de la Reserva Federal para reemplazar a Powell antes del final de su mandato, según personas al tanto de su postura. En ese momento, Trump preguntó sobre sus derechos legales para despedir a Powell y cuáles serían las consecuencias más amplias de tal decisión.
Powell ha sido enfático en que la ley no permite a un presidente destituir al presidente del banco central ni interferir directamente con la institución. La Ley de la Reserva Federal establece que los miembros de la junta de siete gobernadores de la Reserva Federal solo pueden ser destituidos "por causa justificada", lo que se interpreta como falta grave de conducta y otras infracciones.
Históricamente, la independencia de la Reserva Federal de la Casa Blanca se ha considerado crucial para la estabilidad de la economía y el sistema financiero global. El Congreso otorgó al banco central este estatus para garantizar que pudiera tomar decisiones políticas relacionadas con la economía y el sistema bancario sin interferencias políticas.
Se teme que Trump intente erosionar esa protección. Ya emitió una orden ejecutiva que busca ejercer autoridad sobre cómo la Reserva Federal supervisa Wall Street. Las decisiones de política monetaria quedaron exentas, pero la naturaleza expansiva de la orden ha generado dudas sobre la duración de esa separación.