OPINIÓN
Más pobreza va de la mano de mayor violencia. Y mayor violencia va de la mano de peores resultados en niños. La violencia intra-familiar es una explicación de la perpetuación del ciclo de pobreza.
Una embarazada es rapiñada en la calle. Esto impacta negativamente en el hijo que está por nacer. Lo acaban de demostrar. El coste social anual de las agresiones durante el embarazo en Estados Unidos es de 3.800 millones de dólares. Unos 37.000 dólares por víctima. Esta es otra razón más a favor de invertir en primera infancia desde que el niño está en el útero de la madre. Los “1.000 días claves para toda la vida” empiezan ahí.
Economía y medicina
Un estudio interdisciplinario que Janet Currie y Michael Mueller-Smith (economistas de Princeton y Michigan University) y Maya Rossin-Slater (departamento de medicina de Stanford) publicaron unas semanas atrás en The Review of Economics and Statistics, una de las revistas científicas en economía más importantes del mundo. Usando datos de la policía de New York, estudian los efectos de estar expuestos, en la fase prenatal, a delitos violentos.
Uno de los efectos adversos que encuentran es el bajo paso al nacer. Va a afectar negativamente los resultados académicos y laborales futuros de esos niños. Teniendo en cuenta que las mujeres que sufren mayor violencia son las de contextos vulnerables, se desencadena un círculo dañino. Mayor pobreza lleva a mayor violencia contra la mujer, y mayor violencia sufrida por la embarazada lleva a peores resultados futuros de los niños. Se perpetúa la pobreza. Si se quiere atacar las inequidades, una buena estrategia es invertir en la salud de la embarazada y del no nacido.
Cómo impacta el delito en la víctima
Se han dedicado innumerables estudios a entender los determinantes del delito y el impacto de las penas sobre los delincuentes. Sin embargo, señalan los citados investigadores, hasta el momento se sabe poco acerca del impacto que tiene el delito sobre las víctimas.
La violencia doméstica integra la lista de delitos con una importante presencia en nuestro país. Y también en el mundo. El abuso contra las mujeres que están embarazadas o en el postparto tiene una prevalencia que va desde el 7 al 23% (una de cada cuatro mujeres). Y el homicidio por violencia doméstica es una de las principales causas de muerte durante el embarazo. Así lo señalan Currie y sus colegas.
Encontrar a las madres en la Gran Manzana
Hasta el momento, había sido difícil estudiar el impacto del delito sobre las víctimas. Por razones de confidencialidad, no se permitía identificar a las madres víctimas del delito. Pero los investigadores citados logran superar estos obstáculos. Encuentran una fuente original de información en New York. Les permite unir datos de niños nacidos (y sus madres) con datos de dónde y cuándo se produjo el delito contra la mujer.
Por un lado, registran la salud de los hijos cuyas madres fueron víctimas durante los nueve meses de embarazo. Por otro lado, registran la salud de los hijos de quienes fueron víctimas luego del embarazo. Luego comparan la salud de esos dos grupos de niños al cabo de un tiempo.
Salud del niño y costos sociales
Los economistas citados, encuentran que los niños cuyas madres sufrieron violencia durante el embarazo tienen peores resultados de salud. Mayores tasas de bajo peso al nacer. Peor puntaje en la escala APGAR (que mide ritmo cardíaco, respiración, reflejos, tono muscular y observación de la piel). El impacto negativo se acentúa si la mujer sufrió la violencia en su tercer trimestre de embarazo.
Para calcular los costos de esta violencia consideran el efecto del bajo peso al nacer sobre seis tipos de adversidades de corto y largo plazo: 1) mayores tasas de mortalidad infantil, 2) mayores costos médicos, 3) mayores discapacidades en la niñez, 4) mayores discapacidades cuando se convierte en adulto, 5) disminución en su ingreso laboral futuro, y 6) reducción en la esperanza de vida. Así se concluye que, por cada victimización durante el embarazo, se genera un costo social de 36.857 dólares.
Dado que en Estados Unidos el 2,6% de las embarazadas son víctimas de algún delito violento, el costo individual se transforma en 3.800 millones de dólares al año para todo el país. Y todo esto sin considerar los costos sobre la mujer que da a luz (estudios previos encuentran que la mujer víctima de violencia doméstica sufre importantes reducciones en sus ingresos laborales futuros y va a demandar también más gastos del Estado al menos durante 8 años luego del delito).
Clases de la Maestría en Economía
Ayer terminamos con Ana Balsa de dar el curso de Economía del Capital Humano para los alumnos de la maestría en economía de la UM. Allí veíamos la gran expansión de la investigación en primera infancia de la última década. Los descubrimientos de esos estudios señalan que los shocks en el período fetal tienen consecuencias para toda la vida, en términos de salud, educación y resultados en el mercado de trabajo.
Los descubrimientos previos junto a los resultados de Currie y sus colegas son bien sugerentes. Más pobreza va de la mano de mayor violencia. Y mayor violencia va de la mano de peores resultados en los niños. Así, la violencia intra-familiar y la poca inversión en el no nacido son una explicación de la perpetuación del ciclo de pobreza. Y si encima esa violencia intra-familiar se contagia en el barrio de contexto crítico, se multiplica este mecanismo perverso: pobreza de los padres —violencia en la familia— violencia en los vecinos - pobreza de los hijos.
Desde el diseño de política pública, se desprenden así varios tips para tomar cartas en el asunto. Invertir en el no nacido. Prevenir la violencia intrafamiliar. Ayudar a los cónyuges a ser mejores cónyuges. Ayudar a madres, padres y cuidadores a mejorar sus habilidades de crianza.
(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad de Montevideo.