El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el pasado 22 de abril su actualización de las "Perspectivas Económicas Mundiales" World Economic Outlook, WEO)[1], en un contexto signado por una desaceleración persistente, crecientes tensiones geopolíticas y condiciones financieras restrictivas. Luego de un período prolongado de shocks inéditos, la economía global había logrado cierta estabilidad, si bien persistían las tasas de crecimiento moderadas y decepcionantes. Sin embargo, el escenario internacional ha cambiado abruptamente en los últimos meses, con mayor intensidad en las últimas semanas: la rápida escalada de tensiones comerciales, liderada por nuevas medidas arancelarias adoptadas por Estados Unidos y las consecuentes represalias de sus socios comerciales, ha incrementado la incertidumbre a niveles sin precedentes.
Perspectivas de crecimiento para 2025
En este nuevo contexto, caracterizado por tarifas efectivas que alcanzan máximos históricos y una extrema volatilidad en la política económica global, las proyecciones de crecimiento fueron corregidas significativamente a la baja con respecto a la edición reducida del informe emitida en enero del presente año. Bajo el nuevo escenario de referencia, el crecimiento mundial se estima en 2,8% para 2025 y 3,0% para 2026, 0,5 puntos porcentuales por debajo de las proyecciones anteriores, y muy por debajo del promedio de 3,7% observado entre 2000 y 2019 (Gráfico 1). La expansión estaría fundamentalmente impulsada por las economías emergentes, que se espera que crezcan 3,7% frente al 1,4% esperado para las económicas avanzadas.

Entre las principales economías avanzadas, se aguarda que Estados Unidos crezca 1,8% en 2025, lo que implica una reducción de 0,9 puntos porcentuales respecto de las proyecciones anteriores, posicionándose como la segunda economía con mayor caída luego de México (Gráfico 2). Por su parte, la zona Euro mantendría un magro crecimiento de 0,8%.

En China, la proyección de crecimiento cae a 4,0%, desde el 5,0% de 2024 —que ya había representado un desempeño modesto en comparación con su historia reciente—, reflejando la persistente debilidad estructural.
América Latina, por su parte, queda rezagada respecto a otras economías emergentes, con un crecimiento estimado de apenas 2,0%, muy por debajo de las tasas esperadas para Asia y Europa emergentes. México fuerza este promedio a la baja, ya que se anticipa una caída en el producto de 0,3%, frente al crecimiento de 1,5% que se esperaba en enero (Gráfico 3).

En lo que respecta a Uruguay, las expectativas también se ajustaron a la baja; el crecimiento proyectado se ajustó a 2,8%, desde 3,0% en octubre de 2024 (Gráfico 4).

Pese a la corrección, la economía uruguaya continúa destacándose por su estabilidad macroeconómica lo que le permitiría mitigar parcialmente los efectos adversos del contexto mundial. Cabe destacar, que las proyecciones del FMI para Uruguay supera la mediana de 2,5% estimada en la Encuesta de Expectativas del Banco Central del Uruguay (BCU).
Evolución de los precios
La inflación global seguiría una trayectoria descendente, situándose en 4,3% para 2025 y 3,6% en 2026. No obstante, el informe enfatiza que, pese a esta moderación, los niveles de inflación continúan por encima de los observados en el período prepandémico y la reciente escalada de tensiones comerciales amenaza a esta reducción.
El proceso de convergencia hacia los objetivos de inflación presenta tendencias dispares entre las economías: se espera que las economías avanzadas convergen a niveles objetivos más rápido que las economías emergentes. Finalmente, el FMI estima en 31% la probabilidad de que la inflación global supere el 5% en 2025, reflejando cierta persistencia de riesgos inflacionarios.
Balance de riesgos
La elevada incertidumbre constituye uno de los principales factores detrás de la revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento global. Tal como se observa en el Gráfico 5, a partir de fines de 2024 y tras los anuncios de nuevas tarifas comerciales por parte de Estados Unidos, se produjo un marcado incremento de la incertidumbre económica mundial, alcanzando su máximo en abril de 2025. Este deterioro se vio acompañado de un enfriamiento del impulso económico, reflejado en la caída de indicadores como las ventas minoristas y el índice de gestores de compras (PMI), así como en el aumento de los riesgos de fragmentación comercial derivados de las actuales medidas arancelarias.

No obstante, el informe del FMI también identifica ciertos riesgos positivos. Las altas tarifas podrían abrir espacios para la negociación de nuevos acuerdos comerciales, orientados a mitigar la incertidumbre y a modernizar las reglas existentes, incorporando aspectos como el comercio de servicios y las nuevas tecnologías. Asimismo, el contexto actual podría impulsar reformas estructurales destinadas a fortalecer la competencia, acelerar la innovación y dinamizar la actividad productiva, contribuyendo así a mejorar las perspectivas de crecimiento de mediano plazo.
Desafíos demográficos y migratorios: implicancias globales y para Uruguay
El informe del FMI destaca que, en este contexto de elevada incertidumbre y tensiones comerciales, los países deben trabajar de manera constructiva para promover un entorno comercial estable y predecible, fortalecer la cooperación internacional y abordar las brechas de política y desequilibrios estructurales internos. En particular, para estimular el crecimiento y aliviar las presiones fiscales, resulta prioritario implementar políticas que favorezcan un envejecimiento saludable de la población, aumenten la participación laboral de mujeres y personas mayores, y fomenten la integración productiva de migrantes y refugiados.
En este sentido, el envejecimiento poblacional emerge como un desafío estructural creciente. Aunque inicialmente concentrado en economías avanzadas, el fenómeno comienza a manifestarse también en varias economías emergentes. Según las proyecciones del FMI, hacia 2035 todas las economías avanzadas y algunas emergentes habrán cruzado su punto de inflexión demográfico, definido como el momento en que la población en edad de trabajar empieza a disminuir.
En el caso de Uruguay, estos desafíos son especialmente relevantes. Según el Censo 2023, el 16% de su población tiene 65 años o más y la edad mediana alcanzó los 38 años. Si bien se han implementado reformas previsionales para afrontar este proceso, será fundamental complementarlas con políticas que impulsen la participación laboral y aprovechen el aporte de los migrantes, que ya representan el 4% de la población, en su mayoría jóvenes en edad activa, fortaleciendo así el mercado de trabajo en un contexto de cambio demográfico acelerado.
- Sofía Harguindeguy, Kevin Maciel y Juan Carlos Oehler. Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay
[1] El Fondo Monetario Internacional publica dos veces en al año su informe de Perspectivas Económicas Mundiales, WEO por sus siglas en inglés, en el que explicita cuales son para el organismo los principales riesgos económicos, presenta proyecciones de crecimiento para todos los países y tendencias globales en el comercio mundial, precios de los commodities, y otras variables macroeconómicas.