Commodities: una demanda débil frente a una oferta escasa

El consenso del mercado con respecto a la economía de Estados Unidos se ha movido hacia una potencial recesión suave, si es que existe.

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Los precios de los commodities, en desacople al resto de los activos, principalmente las acciones, mostraron a lo largo de 2023 una tendencia principalmente a la baja. Esto los ubicaba como la clase de activos más alineada con el avance del ajuste monetario en los países desarrollados en busca de contener a la inflación. Recientemente, el fortalecimiento de la idea de un “aterrizaje suave” en la economía de Estados Unidos, volvió a darle impulso a los precios de las materias primas, recortando en gran medida las pérdidas de la primera mitad del año.

El análisis del mercado de commodities muestra, por lo general, una oferta escasa que viene abasteciendo sin demasiado margen a la demanda. Se destaca la voluntad de la OPEP de sostener los precios del petróleo, con continuos recortes en la producción. La misma organización estimó, en su informe mensual de julio, que su producción sería de 28.27 millones de barriles diarios (mb/d) en el segundo trimestre, por debajo de los 28.36 mb/d que la OCDE estima necesarios para proveer a la demanda. El mercado de cobre refinado, por su parte, estaría en déficit en 2023, de acuerdo con el informe del primer trimestre de la Comisión Chilena del Cobre. Los granos, en un contexto de producción récord de algunos países (soja y maíz en Brasil, trigo en Rusia, etc.), mantienen los riesgos latentes del escalamiento en el conflicto armado en Ucrania, reavivados recientemente tras la cancelación por parte de Rusia del corredor de exportaciones del mar Negro.

El consenso del mercado con respecto a la economía de Estados Unidos se ha movido hacia una potencial recesión suave, si existe. Esto es algo que consideramos optimista. Luego de varios años de tasas reales negativas, particularmente tras la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal llevó la tasa real a terreno positivo (y contractivo) para controlar a la inflación en 2022. Si tenemos en cuenta que los salarios en Estados Unidos crecieron a una tasa anualizada de ~5% en junio, lejos del 2% objetivo de la Fed, esto indica que los niveles de interés serán elevados por un buen tiempo para desacelerar la nominalidad de la economía. Tasas altas por mayor tiempo en Estados Unidos ponen en riesgo no sólo la actividad económica de este país, sino que pueden presionar sobre otros mercados financieros, como ser el de deuda en los mercados emergentes, con potencial impacto negativo para las materias primas.

China, por su parte, viene mostrando una recuperación lenta tras la reapertura post cuarentenas. El consenso de expectativas de Bloomberg apunta a un crecimiento de 5.4% para 2023, el cual se desaceleraría hacia 4.8% en 2024. Esto se ubica lejos del crecimiento promedio de 7.7% entre 2010 y 2019. La baja inflación (fue 0% en junio) brinda espacio para estímulos monetarios, sin embargo, el frente fiscal se encuentra restringido por el alto endeudamiento de los gobiernos locales. Según el artículo IV del FMI para 2022, la deuda externa de China se habría ubicado próxima al 110% del PIB. Esto nos hace pensar que el poder de fuego de China es más bien limitado para estimular masivamente su economía.

Otro factor relevante para el mercado de materias primas, particularmente las agrícolas, es el fenómeno de El Niño. De acuerdo con el informe del 13 de julio del Servicio Meteorológico de Estados Unidos, las probabilidades de ocurrencia de dicho fenómeno en 2023 superan el 90%, y de que éste sea moderado o fuerte, superan el 80%. Dado que las condiciones climáticas cambiarían de forma anómala en distintas regiones del planeta ante un suceso fuerte, el impacto sobre la oferta global de commodities es difícil de predecir. Sin embargo, experiencias previas apuntan a presiones inflacionarias sobre los alimentos. Esto mantendría en guardia a los bancos centrales.

El balance nos hace pensar que los riesgos a la baja de los commodities son considerables y vendrían por el lado de una demanda más débil. Esto traería renovadas presiones sobre aquellos más ligados a la actividad económica, principalmente petróleo. Dicha presión, estimamos, se extendería hasta mediados de 2024, momento en el que los bancos centrales desarrollados deberían enviar señales claras sobre recortes de tasas. Esto traería una desaceleración del dólar y una expectativa de repunte en la actividad, lo que podría volver a impulsar a los precios de los commodities. El oro nos sigue pareciendo una buena alternativa ante potenciales escenarios de riesgo fruto del ajuste monetario de los desarrollados, tal como se evidenció en marzo con la (breve) crisis bancaria en Estados Unidos y Europa.

- Tomas Pallotti es Analista de Research del Grupo Balanz.

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