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China: ¿aterrizaje forzoso o breve impasse?

El último año en que el PIB de China decreció fue 1976. Han pasado cuarenta y seis años de crecimiento ininterrumpido. Sin embargo, la trayectoria futura no es para nada clara.

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Economía china
Getty Images

Marcos Soto (*)

Recientemente se han publicado los datos del desempeño de la economía de China durante 2022. Nuestro principal mercado de exportación creció “sólo” un 3%. El entrecomillado no es caprichoso. Mientras esa tasa de crecimiento podría ser satisfactoria en varias latitudes, en el caso de China tiene gusto a poco, fue algo más de la mitad de lo previsto por su gobierno. ¿Podría ser síntoma de que las fuerzas de su modelo comienzan a agotarse?

El último año en que el PIB de China decreció fue 1976. Han pasado cuarenta y seis años de crecimiento ininterrumpido. Y no sólo eso. Esa evolución se ha dado a tasas extraordinariamente elevadas, incluso por encima del 10%. Este período será recordado por el resurgimiento chino, su proceso de industrialización profundo dejando atrás su perfil netamente agrícola y empobrecido. Fue este impulso cuasi milagroso lo que coloca al país como la segunda economía mundial, con aspiraciones de ser la primera. Sin embargo, la trayectoria futura no es para nada clara, y si bien hay una tendencia que aparece como inevitable, lo cierto es que podríamos estar frente a los gérmenes de un aterrizaje económico.

La política de confinamiento para evitar la propagación del COVID ha sido un verdadero fracaso y a la vez un claro freno a la actividad. Mientras el mundo vía vacunación masiva superaba los llamados lockdowns, China permanecía en estado de encierro. La reciente apertura implicará, inevitablemente, una nueva ola de contagios que le llevará un tiempo controlar.

El dato de crecimiento demográfico publicado el mismo día que el de actividad económica refleja otra novedad y, aunque pueda interpretarse como anecdótico, creo que no lo es. En 2023 China dejará de ser el país más poblado del mundo, sustituido por India. La tasa de natalidad ha descendido de forma marcada y sostenida, y hoy se ubica incluso por debajo de algunos países europeos. El proceso verificado en paralelo, es el envejecimiento poblacional, lo que en términos relativos, implica menos personas activas con capacidad de producción.

La cuarta parte del PIB de China lo explica la industria de la construcción y el real estate. El desarrollo económico se ha basado en gran medida en la inversión en construcción de infraestructura, y hoy atraviesa una compleja situación, donde los principales agentes de la industria se encuentran híper endeudados, y el sector virtualmente parado. Durante el 2022, la inversión inmobiliaria ha caído un 10%, la superficie de viviendas iniciadas un 40% y la compra de terrenos un 53%. Una de las turbinas del crecimiento está fallando.

Otro componente relevante son las exportaciones netas, que representan entre el 15% y el 20% del PIB. China se ha convertido en este tiempo en la mega fábrica global. El flujo del gran volumen de mano de obra, principalmente migrantes de zonas rurales hacia nuevos centros urbanos, permitía arbitrar el costo salarial. Sin embargo, el descenso demográfico y la ralentización del citado flujo, sumado a la llamada guerra comercial silenciosa con EE.UU., que afecta los costos de fabricación de bienes con semiconductores y microchips (entre otros), y al impulso que ha cobrado el “nearshoring”, es decir, el proceso de relocalizar los centros productivos lo más cerca posible de los mercados objetivo, son aspectos que pueden alterar, en el corto y mediano plazo, esta otra turbina de crecimiento económico.

De modo que el componente del PIB (del lado de la demanda) que queda, es el consumo tanto público como privado. Tiene China en este último un trayecto aún por recorrer versus lo que acontece en las principales economías occidentales. ¿Están allí las oportunidades para no naufragar en el intento de seguir creciendo? ¿Se convertirá en una economía basada en el consumo privado?

A pesar de las dificultades de gestionar sus dimensiones, todo parece indicar que China puede seguir dando pasos que lo dirijan a parecerse cada vez más a una economía capitalista occidental, mientras que la gestión política se encuentra aún lejos de la configuración democrática republicana. En caso de que China logre sortear con éxito está coyuntura, y el milagro económico continúe. ¿Está preparado el mundo para procesar ese futuro en el cual la principal economía global no sea una democracia?

(*) Decano de UCU Business, Escuela de Negocios de la Universidad Católica del Uruguay.

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