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La búsqueda de seguridad en el volátil mundo de las criptomonedas

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Raimundo Castilla - CEO de Prosegur Crypto

ENTREVISTA

En 2020 se perdieron más de 1.900 millones de dólares debido a hackeos, robos, fraudes y apropiación indebida.

El advenimiento del “mundo cripto”, donde centenares de activos digitales se presentan como alternativa al concepto tradicional que dominó históricamente las inversiones financieras y el manejo del patrimonio, plantea otra serie de desafíos. Por definición, la virtualidad genera una nueva dimensión de seguridad, en un contexto en el que los incidentes son cada vez más frecuentes y sofisticados. Raimundo Castilla, CEO de Prosegur Crypto, recordó que en 2020 se perdieron cerca de 2 mil millones de dólares en robos y hackeos en el universo de los criptoactivos, según el reporte de la firma de análisis de cripto CipherTrace. Como una respuesta a esos riesgos, surge el “búnker digital”, un espacio resguardado con medidas casi militares, para contener las claves privadas lejos del alcance de la piratería digital. “Hasta que el mundo cripto no esté lo suficientemente resguardado, física y digitalmente, los clientes no van a entrar en masa”, subraya Castilla. A continuación, un resumen de la entrevista.

—Cómo define la irrupción de las criptomonedas: ¿es un paso más en el avance digital o un subproducto de la innovación que tendrá una vida efímera?

—Hace diez o quince años que, a una velocidad inesperada, los avances tecnológicos nos sorprenden día a día. Pero con la aparición de las criptomonedas hemos ido un paso más allá. No se trata solo de avances en el mundo digital que nos hagan acceder a productos y servicios de forma más conveniente y fácil, sino que ahora el impacto en la economía es mucho más fuerte; hablamos de monedas fuera del mundo físico, que han cobrado mucho valor y que pueden cambiar la lógica actual donde cuestiones como la creación de dinero, la emisión de deuda, el manejo monetario en sí, pueden verse impactadas. El mundo critpo es una nueva derivada del mundo digital, que tendrá un impacto mucho más social de lo que hemos vivido hasta ahora.
Le mueve la silla a muchos jugadores tradicionales. Por ejemplo, a los seguros les está costando ingresar en este mundo en forma competitiva. Tenían muy controlado su universo de los riesgos, de qué forma monetizar esos riesgos controlados y resulta que ahora, en el mundo cripto, esos riesgos desconocen, es difícil valorarlos, cotizarlos y vender un seguro en base a ellos. Y eso pasa en muchos sectores.

—Estamos en una primera etapa de expansión de las criptomonedas; ¿qué evaluación hace de este mercado hasta el momento?

—Es una etapa muy inicial del avance de las preferencias por criptomonedas en el mundo. Más allá del avance inicial de Bitcoin, que ha tenido mucha difusión y la volatilidad que se ha dado en ese mercado, estamos en una historia que no tiene más de 10 años. Detrás de todo esto hay un montón de tecnología y servicios que recién se están desarrollando.
Esto no ha hecho más que empezar y llegó para quedarse. Al comprender que se trata de un proceso que va a ir profundizándose, el mundo institucional —bancos u otras instituciones del mundo no tecnológico— comienzan a incursionar en el tema, poco a poco. Y es bueno que así suceda. Porque hasta que este mercado no esté más regulado y resulte lo suficientemente seguro, los clientes no van a entrar en masa.

—La fuerte limitante que cuesta vencer es la inseguridad…

—Hay diversos estudios que analizan cuál ha sido la pérdida del mundo cripto. Sólo en el 2020, se perdieron más de 1.900 millones de dólares debido a hackeos, robos, fraudes y acciones de apropiación indebida, según CipherTrace. Los ciberataques a activos basados en blockchain habían generado en 2018, pérdidas por 1.000 millones de dólares y en 2019 tuvieron un salto a 4.600 millones. Que las estimaciones para 2020 sean menores, no quiere decir que lo que hace que la seguridad de los activos digitales, no siga siendo una cuestión crítica; hay algunos sectores específicos dentro de la industria de las criptomonedas que se han convertido en un nuevo semillero de actividades delictivas.
Son muchas las amenazas y a cada momento aparecen nuevas. Las soluciones de seguridad se hacen más complejas en un mundo donde la gente prefiere no dar pistas acerca de dónde está o dónde guarda sus activos. Todo es bastante opaco y el desafío por ofrecer soluciones se acrecienta.

—La aparición de nuevas opciones critpo hacen aún más confuso el panorama. ¿Los sistemas de respaldo de seguridad como el que se planteó Prosegur trabajan con todas?

—Claramente. En Prosegur nos planteamos trabajar con más de 200 criptomonedas, más allá de las archiconocidas Bitcoin o Ethereum. Siguen apareciendo distintas monedas que se integran rápidamente al mercado.
Si bien hay unas pocas consideradas “fuertes” al día de hoy, es un mercado muy dinámico y existen una enorme cantidad de iniciativas que tienen por detrás la intención de crear una criptomoneda propia, con distintas cualidades. Es un mercado en explosión, donde a la larga unas sobrevivirán y otras muchas no, pero seguirán apareciendo. Lo que hay que leer detrás de este movimiento es el potencial que tiene este mercado, más allá que desde los sistemas tradicionales se les cuestione.

—Desde el sistema de finanzas tradicional la crítica y la desconfianza se mantiene…

—Algunas monedas, como el caso de Bitcoin, aunque tengan sus detractores, tiene algunas características intrínsecas de mucho valor y que más allá de la volatilidad, aportan una alternativa válida a los mercados de activos, No tengo ninguna duda que no se trata de una moda pasajera.
Para ello, es necesario trasmitirle al usuario final la seguridad y confianza de que las criptomonedas no solo son utilizables para actividades ilícitas o meramente especulativas financieras, sino que también puedan ser utilizadas en el día a día por cualquier ciudadano. Para ello va a ser fundamental el rol de los reguladores y el desarrollo de una regulación global y la confianza que se genere en la industria

—Los bancos centrales han entendido que es un mercado donde deben participar y están desarrollando sus propias monedas digitales, con un respaldo muy diferente al que presentan las “monedas privadas”…

—Van a convivir todos estos activos. Cuando apareció Amazon, parecía que el mundo físico se derrumbaba para más de un mercado físico. Sin embargo, todo convive, cada uno tiene lo suyo para aportar y al final del día el usuario o consumidor elige, en cada momento, las ventajas que le ofrece un mercado u otro. Es lógico, también, que en ese contexto los bancos centrales apelen a defender sus monedas generando las suyas propias en el mundo digital.

—¿Cuál es la utilidad de un búnker digital, como el que propone Prosegur?

—La combinación físico-digital resuelve problemas reales de muchos operadores del ecosistema cripto que, a medida que crecen sus fondos y conscientes de las vulnerabilidades o de capacidades insuficientes, tratan de encontrar soluciones con la mayor seguridad posible.
Una empresa que se ha dedicado desde siempre a cuestiones vinculadas con la seguridad, entendió que en el mundo cripto había una oportunidad donde desarrollar un esquema de seguridad para los fondos. Analizamos la cadena de custodia y observamos que hay bastantes soluciones en el plano de la seguridad digital, como ser evitar hackeos a través de la red, etc.; pero la seguridad física de esos fondos no estaba cubierta por nadie.

—Pero, ¿qué necesidad física tiene la custodia de activos digitales?

—Los criptoactivos se basan en un sistema criptográfico, de claves públicas y privadas. Las claves privadas son las que maneja cada individuo. Y sin ellas, no hay acceso de ningún modo a sus fondos. El usuario debe tener mucho cuidado para no extraviarlas o no estar expuestos al hackeo. Ahora, para las claves que tienen que ver con lo institucional, no alcanza con esas precauciones. Son entidades que manejan grandes cantidades de cripto; bancos, fondos y gestoras de inversión, family offices o exchanges, o las mismas criptomonedas con sus reservas. Para todos ellos, la seguridad del usuario es insuficiente.

—Ese desafío se afronta con estrategias de seguridad digital, ¿o no es suficiente?

—Son dos planos: por un lado, la seguridad digital, a través de sistemas tecnológicos que ponen una barrera al acceso externo a esas claves, pero también es necesario un esquema de seguridad física. Los ordenadores que almacenan las claves necesitan estar en un sitio seguro. O los ordenadores pueden tener un desperfecto, o amenazas que enfrenten las personas que trabajan con ellos. Allí nace el concepto búnker digital: inaccesibilidad, 360 grados. Físico y digital. Instalado en las bóvedas de Prosegur, con máximo nivel de seguridad.
Las claves privadas de los usuarios se almacenan en una infraestructura física de Prosegur, sin conexión a Internet, que ofrece la capacidad de realizar transacciones de blockchain sin conexión; los activos custodiados cuentan con una protección de capas criptográficas y de seguridad lógica de grado militar. Se trata de un espacio que está ubicado dentro de una de las 550 cámaras acorazadas con las que cuenta la firma a nivel global, las mismas en la que se gestionan y custodian anualmente más de 400 mil millones de euros de efectivo de sus clientes tradicionales.

—¿Cuáles son las regiones que considera claves y dónde es necesario establecer bases de resguardo para esos activos? ¿Qué lugar ocupa Latinoamérica en esos planes?

—Por puesto que en Estados Unidos hay un fuerte avance de los criptoactivos. Alemania es el país en Europa más desarrollado dentro del mundo cripto, donde han avanzado con la institucionalidad y las regulaciones. Este país está solicitando licencias para quienes operen en esos mercados. Con Prosegur estamos ingresando a ese mercado, además de España y Portugal y en América Latina, donde tenemos una posición importante en la custodia física de valores, vemos una oportunidad en materia de criptoactivos, especialmente Argentina y Brasil. Y desde allí, la región.

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